Marta Cardona (Zaragoza, 1995) salió de casa en el verano de 2017 rumbo a un proyecto ambicioso en el Levante, uno de los clubes históricos del fútbol femenino español. Se trataba de un salto cualitativo importante, no solo por el cambio de objetivos (el Zaragoza CFF descendió a Segunda División ese mismo curso), sino también porque por primera vez dejaba su hogar, su familia y el club donde había crecido a lo largo de los seis años anteriores.
Aquella temporada fue como un máster para Marta, que aprendió sobre todo rigor táctico y fortaleza en defensa, cualidades difíciles de ver en una futbolista de marcado corte ofensivo. Sin embargo, la inestabilidad granota (destitución de Andrés Tudela y llegada de Kino) y el cambio a una posición más incómoda (lateral) mermaron su rendimiento. El Levante acabó octavo, el peor puesto de su historia, y el club decidió una reconstrucción exhaustiva de la que Cardona, por decisión propia, no formó parte.
Aquella decisión ha terminado por marcar un antes y un después en su carrera. La aragonesa fichó por la Real Sociedad, un equipo emergente aunque aparentemente sin mayores pretensiones que acabar entre los seis primeros de la tabla. “Necesitaba salir. Son decisiones que tomas. Te pueden salir bien, te pueden salir mal. A mí me salió bien, pero nunca pensé que iba a llegar a la Selección española. No pensaba más allá”, nos cuenta Marta desde la concentración en la Ciudad Deportiva de las Rozas. Aquella temporada, la 18-19, acabó con el primer título de la sección femenina de la Real bajo la dirección de Gonzalo Arconada, con Cardona como gran protagonista tanto en Liga Iberdrola como en esa histórica Copa de la Reina. Su incidencia fue tal en tres cuartos de campo que se consagró como una de las mejores asistentes del campeonato. Tras el Mundial de Francia, recibió una (merecidísima) convocatoria que le costó asimilar: iba a formar parte de la Selección de Jorge Vilda.
Por entonces Cardona era una de esas futbolistas que aspiraban a hacerse un hueco en un grupo con muchas fijas, además de la talentosa hornada que acechaba desde categorías inferiores. Un año después, y pese a una lesión de tobillo que le dejó tres meses fuera, además de la dichosa pandemia que lo paró todo, Marta se ha consolidado en la Roja. En parte por ser un perfil diferente, una jugadora capaz de agitar partidos con su electricidad, necesaria en una Selección a la que cada vez se le cierran más los rivales.
“Jorge siempre me ha dado esa confianza, siempre me ha hecho sentir importante (…). En eso consiste el fútbol, en encajar las piezas y tener distintos tipos de jugadoras porque cada contrincante te pide algo diferente. Por supuesto yo le doy otra cosa a la Selección: velocidad, desborde, uno para uno… sí que es verdad que otras jugadoras como Eva Navarro o Nerea Eizagirre están viniendo fuerte desde abajo, también Bárbara Latorre… en esa posición damos a España otra cosa que necesita”.
Otra de las razones de ser ahora mismo una habitual en las listas de Jorge Vilda es su espectacular rendimiento en el Real Madrid, que llamó a su puerta el pasado verano y se ha convertido en una de sus mejores futbolistas en ataque (tres goles y una asistencia en ocho partidos). “De estar hace cuatro años en casa jugando a ahora estar en el Real Madrid. Eso quiere decir que si persigues los sueños, eres constante y quieres aprovechar las oportunidades puedes conseguir todos tus objetivos”, señala con entusiasmo.
Hace un año le costaba contemplar sus opciones de estar en una Eurocopa femenina muy lejana. Ahora, pese a que habrá que esperar todavía más para la cita (ha sido aplazada hasta 2022), la sensación es de que, si no le afecta ningún agente externo, puede estar en esa lista. “Pensamos en el presente, no nos enfocamos en el futuro lejano porque sabemos que puede pasar cualquier cosa. Ojalá pueda estar, pero falta un año y medio, nos enfocamos en estos dos partidos (Moldavia viernes y Polonia martes, con ganar el primero y empatar el segundo certificarán el billete hacia la Euro) y luego que nos respeten las lesiones, estar activa y ayudar en todo lo que pueda”.
Lo que está claro es que la vida de Marta Cardona ha dado un vuelco desde que salió de su casa en Zaragoza. Clave en la Selección y en el Real Madrid, reconoce que se siente más madura a sus 25 años, que lee con más claridad situaciones de juego que antes le costaban. Pero si le preguntas si se encuentra en el punto más álgido de su carrera, si todavía puede dar ese “mucho más” que se exigía en su primera llamada con España, Marta se apoya en la filosofía que le ha acompañado desde siempre y que tiene grabada a fuego: “Pienso que la vida es un constante aprendizaje. Nunca hay que estancarse. Mejorar cada vez más. He mejorado respecto a lo que era como jugadora, pero aún me queda más por mejorar. En la She Believes Cup me sentí muy bien y di una de mis mejores versiones, pero sé que puedo dar mucho más. Este año he empezado con goles en el club, que es algo que me faltaba. Espero seguir así y hacer otras cositas que me faltan para seguir siendo mejor cada día”.
Imagen de cabecera: RFEF
Alicante, 1991. Mi madre siempre me decía: "No sé por qué lloras por el fútbol, sino te da de comer". Desde entonces lucho por ser periodista deportivo, para vivir de mis pasiones (y llevarle un poco la contraria).
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