Tenerife fue la ciudad que unió a dos mujeres destinadas a formar la mejor pareja de vóley-playa de la historia de nuestro país. Ambas dejaron su ciudad natal y sus respectivas familias para dedicarse plenamente al deporte que les apasionaba y les apasiona. Lo hicieron apenas sobrepasando la mayoría de edad y sabiendo que para llegar a lo más alto necesitarían ayuda económica externa además de un enorme sacrificio. Aquellas jóvenes aventureras hoy son Liliana Fernández y Elsa Baquerizo, y pueden presumir, 13 años después, de tener ya un billete para los terceros Juegos Olímpicos de su carrera.
Este logro es quizás el más meritorio de todos si tenemos en cuenta la maternidad de Lili en 2017. Fue el primer paréntesis para una pareja que llevaba compitiendo 11 años de forma ininterrumpida. El sueño de Lili de ser madre no se vio amenazado en ningún momento, ni le supuso consecuencias severas como sí les ocurre a otras deportistas con las temidas cláusulas anti embarazo. “Mi situación es un poco privilegiada, porque yo no dependo de nadie. La Federación nos apoya, el CSD nos da una beca y luego tenemos nuestros patrocinadores, pero yo no tengo un contrato que me impida quedarme embarazada”, explicó en Las Provincias.
Tampoco la situación le obligó a alejarse de la arena: entrenó durante ocho de los nueve meses y reapareció a los dos de dar a luz. Y eso que los médicos de la Seguridad Social le metieron el miedo en el cuerpo: “No están acostumbrados a tratar con deportistas de alto nivel, y me decían que podía abortar y que podía ser muy peligroso”. Entonces buscó la opinión de médicos privados, que le aseguraron que su cuerpo estaba acostumbrado y que sólo debía evitar sobreesfuerzos o quedarse sin aire. Regresar al mejor nivel sería más difícil, pero pocos podían imaginar un 2019 tan mágico: top-5 mundial, bronce en el Europeo y pasaporte a Tokyo 2020.
“Ha sido una temporada muy larga con muchas frustraciones, especialmente porque alcanzamos los cuartos de final varias veces y nunca entramos en la pelea por las medallas”, aseguraba Elsa Baquerizo, que calificó la victoria en la final ante Alemania como la más importante de la carrera de ambas. Palabras mayores si tenemos en cuenta el palmarés: 6 veces campeonas nacionales y una plata (2013) y dos bronces continentales (2012 y 2019), además de victorias olímpicas en Londres y Río de Janeiro.
Estos Juegos serán especiales no solo por cómo se ha conseguido llegar a ellos (dejaron el clasificatorio de China con seis victorias en ocho partidos), sino porque a buen seguro serán los últimos para la pareja, sobre todo para una Lili que después del torneo se retirará. Además, de disputarse este verano (si lo permite el azote del coronavirus) es probable que lleguen en condiciones inmejorables para lograr un diploma o incluso una medalla tras los dos novenos puestos en las anteriores participaciones.
Parece que fuera ayer cuando abandonaron el nido (Lili Benidorm; Elsa Majadahonda) por un sueño. “Desplazarnos a Tenerife, al Centro de Tecnificación Deportiva de Arona, supuso entrenar mañana y tarde, tanto en la playa como en el gimnasio, además de compaginarlo con los estudios. Desde entonces nuestras vidas giran en torno al vóley-playa”, cuenta Elsa en una entrevista en ABC. Tras varios años con otras parejas, finalmente formaron dúo en un campeonato mundial sub-21, donde alcanzaron las semifinales. A partir de entonces, vista la compenetración, ya no se volvieron a separar.
¿Cómo se llega a un nivel tan alto de compatibilidad? “Creo que no tiene que ver con el carácter, porque ambas tenemos un carácter muy fuerte y no chocamos mucho, la verdad. Es más la química que hay entre nosotras, esa garra, alegría y fuerza que nos caracterizan. Con todo eso vamos para adelante juntas, pase lo que pase. Evidentemente, fuera del campo somos muy buenas amigas y eso ayuda a la hora de seguir mejorando o de arreglar malentendidos… Así es mucho más fácil, porque sabes que puedes ser sincera y que, lo que dices, lo dices desde el respeto y el cariño”, contó Lili en una entrevista en El sexto set.
Esa complicidad las llevó a superar cualquier obstáculo, incluso la falta de apoyo en unos primeros años realmente duros, gastando prácticamente todo lo ganado en premios en los viajes pertinentes. Poco a pocomconsiguieron patrocinadores, pese a la escasa repercusión de este deporte en nuestro país, y demostraron que no se equivocaban con un bronce histórico en el Europeo celebrado en 2012. Tuvieron que rechazar las ayudas de la Federación, que les exigía un cambio de entrenador como condición. Tras la clasificación para los Juegos de Londres y el ascenso al primer puesto del ránking europeo la cosa cambió. Hoy disfrutan del gran respaldo deportivo que ofrecen entidades como UCAM o Herbalife.
Cada triunfo ganado a pulso, la pareja española más reconocida sueña con una despedida a lo grande en el último combate en la arena, en Tokyo, rompiendo pronósticos y demostrando, ocho años después de su primera experiencia olímpica, que la edad sólo es un número. A seguir haciendo historia.
Alicante, 1991. Mi madre siempre me decía: "No sé por qué lloras por el fútbol, sino te da de comer". Desde entonces lucho por ser periodista deportivo, para vivir de mis pasiones (y llevarle un poco la contraria).
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