Sus números hablan por
ellas. Hace tiempo que hicieron historia, pero nunca está de más recordar cada
año que en el Dakar, la prueba más dura del mundo, no solo tienen cabida las
mujeres. Es que además son protagonistas.
Y lo mejor de todo es
que lo demuestran las nuestras, las españolas. Laia Sanz ya es una eminencia.
Cristina Gutiérrez, un ejemplo a seguir. Las dos han terminado un Dakar
especial, con inicio y final en Perú, en un desierto cuyas dunas estresaron al
propio Carlos Sainz, ganador el año pasado y fuera de la terna casi desde el
principio por una rotura. Incluso el catalán Joan Barreda, líder en motos,
sufrió una gran decepción al abandonar en la tercera etapa tras perderse en la
niebla.
Laia y Cristina no estuvieron
exentas de obstáculos, por supuesto. Tras la primera etapa, la de Corbera de
Llobregat llegaba a meta en la posición 31, pagando la falta de ritmo y
preparación. Sanz afrontaba su novena participación en el Dakar, la más extraña
y difícil. Varias enfermedades (mononucleosis, la fiebre Q y una neuropatía) le
apartaron del terreno durante tres meses, haciendo peligrar su participación en
la prueba. “Estar aquí ya es un éxito”, decía la catalana tras su amargo
comienzo. Dos días después, había recortado la mitad de puestos en una de las
etapas más largas (798 kilómetros), al vertiginoso ritmo al que nos tiene
acostumbrados.
La piloto de Soficat
Xerox avistaba ya el top-15 tras el primer día de descanso, algo impensable
antes del inicio de la prueba. A pesar del cansancio acumulado en el tramo
final, Laia sacó fuerzas de flaqueza para acabar en una impresionante 11º
posición, superando la actuación lograda el año anterior y consiguiendo el
segundo mejor resultado de su carrera en el Dakar (el primero fue el noveno
puesto de 2015, el mayor de una mujer en los 41 años de historia de la
competición). Además, es la única piloto de motos en activo que logra terminar
nueve ediciones consecutivas sin ningún abandono en su palmarés.
No tiene menos mérito lo
de Cristina Gutiérrez, la única mujer española en cruzar la meta en coches y la
primera en categoría femenina. Ambiciosa, su objetivo inicial era figurar en el
top-25 tras acabar 38ª en 2018 y 44º en 2017. Dos días malos le privaron de
ello, pero se quedó a solo 13 minutos y medio de la gesta y mejoró su
participación del año pasado en hasta 12 puestos (26º). Y eso que la burgalesa
arrancó el Dakar de la peor forma posible.
Unos fallos de
navegación y varias penalizaciones obligaron a Cristina a partir desde la 85º
posición en la segunda etapa. Fue entonces cuando demostró el gran potencial
que atesora: Remontó 45 puestos y demostró que reunía las condiciones para
situarse entre los 25 mejores pilotos. En el ecuador de la prueba, sin embargo,
se perdieron casi todas las opciones al romper dos radiadores y dejarse siete
horas en el desierto.
Obviando esa parte,
Gutiérrez acumuló exhibición tras otra para rozar el objetivo y acabar su
tercer Dakar consecutivo a gran nivel. Tuvo tiempo, además, de salvar al
español Gerard Farrés de una olla en la que quedó atrapado en un acto de
solidaridad encomiable (pudo perder las opciones de podio en SxS y ha acabado
subcampeón). Pudo con las siniestras dunas de Perú, con el sofocante calor
(hasta 60 grados dentro de coche) sin apenas hidratación y con todo lo que se
le puso por delante para firmar su mejor edición y dejar claro que el éxito
español en el Dakar se escribe también en femenino.
Son pioneras, guerreras
en la arena dispuestas a demostrar que el Dakar, la prueba más exigente del
mundo, la que muchos no consiguen acabar y otros ni se atreven a participar, es
un terreno que tienen más que controlado. Atrás queda el machismo imperante
durante años, tanto dentro como fuera de la organización. En la mayor
participación de mujeres en una década (17 en total), Laia y Cristina vuelven a
sobresalir para seguir haciendo historia. Y lo que les queda.
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