Tic-tac, tic-tac, tic-tac… Comienza la cuenta atrás. Relojes que
se sincronizan, calendarios que van perdiendo los días y, cómo no, ganas de
fútbol, mucho fútbol. Porque ya huele a Mundial. Y no sólo debido a que en unos
días el balón comenzará a rodar por la estepa rusa y podremos disfrutar de las
mejores selecciones masculinas del mundo, sino también porque nuestra selección
absoluta femenina ha sellado su billete para la próxima cita mundialista. Es
oficial: España disputará el Mundial de Francia 2019.
Segunda participación en un Mundial en toda la historia de nuestro
combinado nacional y segunda oportunidad para, esta vez sí, dar la campanada.
Mucho ha cambiado y evolucionado este equipo desde aquella primera aparición en
Canadá 2015 en la que, desgraciadamente, las cosas no salieron como se
esperaba. Había garra, carácter, buen equipo y mucha ilusión, pero aún
estábamos ciertamente verdes en esto de las citas internacionales. Un solo
punto en tres partidos y un adiós a las primeras de cambio en la fase de
grupos. Quizás en aquella ocasión pagamos, como se suele decir, la novatada. ¿Decepción?
Sí, pero nunca ganas de tirar la toalla.
Aquella España a la que aún le quedaban restos de acné de su etapa
juvenil, ha crecido y ya ofrece un aspecto mucho más maduro y con cierta
experiencia y, no lo olvidemos, títulos internacionales bajo el brazo. Tras la
decepción mundialista, la llegada de Jorge Vilda en el verano de 2015, ligada a
la renovación del vestuario con la entrada de una nueva generación de
futbolistas, se convirtió en un punto de inflexión en el devenir de la
selección. A partir de ese momento, España comenzó a ver que la moneda tiene
dos caras y que a base de utilizar aquello de ‘prueba y error, prueba y error’,
las cosas pueden cambiar (y mucho).
Pueden cambiar mucho y, cómo no, para mejor. Así se vio reflejado
a lo largo de 2016 y en un 2017 que trajo el primer trofeo internacional
oficial: la Copa Algarve. Primera participación y primer triunfo para una
España que empezaba a sentir el efecto renovador de Vilda. Sin embargo, 2017 se
convirtió en un año que dejó un sabor agridulce en el vestuario nacional tras
la actuación en la Eurocopa de Países Bajos. Una interesante fase de grupos se
vio ciertamente enturbiada por la cruel derrota en cuartos de final ante
Austria en la tanda de penaltis. Una de cal y otra de arena. No así 2018, año
en el que la selección puede presumir de un curriculum impoluto derrotando a la
campeona de Europa, Holanda (partido amistoso), llevándose la Copa Chipre en su
primera participación y ofreciendo su mejor versión de camino al Mundial en una
fase de clasificación perfecta.
Un camino que, hasta el momento, ha sido de rosas para las
nuestras tras lograr un inmejorable pleno de victorias (seis de seis en la fase
clasificatoria, con un total de 17 goles a favor y solo uno en contra). Así
pues, a falta de dos partidos para cerrar esta fase – el 31 de agosto frente
a Finlandia y el 4 de septiembre ante Serbia – las pupilas de Jorge
Vilda saben que estarán en Francia y ya empiezan a soñar con la Torre Eiffel,
el Louvre y, sobre todo, con volver a España con una medalla colgada al cuello
y el título de campeonas del mundo en la maleta. Aún queda mucho para eso, pero
la cuenta atrás está en marcha y España, definitivamente, ha iniciado su camino
al Mundial.
Imagen de cabecera: Real Federación Española de Fútbol
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