La Selección Española lo ha vuelto a hacer. Una nueva conquista
internacional forma ya parte del currículum de este equipo al que, sin duda, se
le dan bien las citas continentales. Aquello que dicen de “llegar y besar el
santo” tiene hoy más sentido que nunca tras la actuación del combinado nacional
en la Copa Chipre. Y, contrariamente a lo que pueda derivar de esta expresión,
no se trata de suerte sino de trabajo, ilusión y ganas de demostrar el talento.
Porque en España hay mucho de eso, de talento y, además, del bueno, del que
gana títulos.
Porque no hay nada que suene mejor y que produzca más placer que poder
verbalizar, una vez más, que nuestra selección vuelve a triunfar en Europa.
Porque, efectivamente, España se ha proclamado campeona de la Copa Chipre 2018
tras derrotar a Italia en la final por 0-2. Una selección que, después de años
y años escondida tras las sombras y relegada al olvido por culpa de una
ineficiente gestión, ha dado un golpe en la mesa y ha decidido que ya es hora
de comenzar a brillar. Es tiempo de buen fútbol y de demostrar el talento que
reside en este país.
Sin duda así lo hicieron en 2017 al proclamarse campeonas de una
competición, la Copa Algarve, que disputaban por primera vez en su historia. Un
torneo en el que comenzaron a vislumbrarse destellos de la calidad y el buen
juego que encierra este equipo. Una cita internacional que se convirtió en el
primer paso dentro del largo camino hacia el Olimpo de las grandes selecciones
europeas. Tras dicho éxito, 2018 comenzaría de la mejor manera posible, con una
victoria ante la actual campeona de Europa, la siempre temida Holanda, en un
partido amistoso. Una victoria internacional más y, cómo no, un paso más hacia
la gloria.
Así pues, con semejante estímulo aún fresco en sus memorias,
nuestras internacionales se propusieron conquistar Chipre y, sin lugar a dudas,
así lo hicieron. Sin conocer la derrota a lo largo de todo el torneo – Austria
(2-0), República Checa (2-0) y Bélgica
(0-0) – y ofreciendo su mejor versión en el último partido, la final ante
Italia, España puede presumir de haber logrado un éxito del 100% en sus
conquistas europeas. ¿Cuál es entonces el siguiente paso? Sin duda, la
conquista de una Eurocopa. Ambicioso y tentador a partes iguales, el triunfo en
un Europeo tendría que ser el gran objetivo que debería marcar el rumbo de esta
renovada selección.
Porque la llegada de Jorge Vilda ha supuesto un soplo de aire
fresco absolutamente necesario y renovador para un equipo que pedía a gritos un
cambio. Una incorporación que ha traído consigo variaciones en el sistema de
juego pero también en el plantel de jugadoras. Huelga decir que se echan en
falta nombres como los de Vero Boquete o Sonia Bermúdez, pero cierto es también
que la irrupción de las nuevas generaciones – con Patri Guijarro, Mariona
Caldentey o Rocío Gálvez a la cabeza – ha dado un giro de 180º al devenir de
esta selección.
Un cambio de rumbo y, asimismo, de mentalidad que nos permite
soñar en grande. Que mantiene la ilusión y los deseos de conquista. Que fomenta
las ganas de alzar nuevos títulos y de engrosar el currículum de un equipo que
se merece esa ascensión al Olimpo de las grandes selecciones. Sin duda, el
camino es largo y lleno de peligros pero España juega con ventaja. España avanza
a un ritmo desenfrenado gracias a sus éxitos en citas internacionales. España va
de ‘copa en copa’ y tira porque le toca. Porque, ahora, le toca ganar.
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