En tiempos donde los proyectos futbolísticos no existen sumar una victoria en once jornadas solo te puede llevar al precipicio. Y caer. Esto le ha ocurrido a Enrique Martín Monreal (Campanas, 9 de marzo de 1956), destituido por la Junta Directiva del Club Atlético Osasuna.
Si una cosa hay que dejar clara es que el osasunista de todo corazón quiere a Martín. Puede discutirle sus ideas sobre este deporte o su forma de pensar, pero el sentimiento que genera el ya ex técnico es de un profundo agracedimiento. Por eso, aunque para muchos su cese era un bien necesario para la plantilla -que no para el club-, la pena ha invadido al aficionado rojillo tras conocerse la noticia. Y parece que desde la directiva se han empeñado en unir más a Martín con las gradas, aunque ya no le veamos por el césped de El Sadar.
COMUNICADO OFICIAL | Enrique Martín no continuará como entrenador de #Osasuna. https://t.co/ZwsMsJIZjo pic.twitter.com/VaaJAVv4EQ
— CA OSASUNA (@CAOsasuna) 7 de noviembre de 2016
¿Humillación?
Discutir la continuidad como entrenador de Osasuna era un asunto de hace semanas. Los números hablaban por sí solos y, lo que es peor, el equipo no reaccionaba sobre el terreno de juego. Física y psicológicamente, a los jugadores se les hacía mucho más grande el peso de la derrota cada fin de semana, un «quiero pero no puedo» eficaz cada siete días.
Y, entre tanta desazón, Sergio León generaba un poco de esperanza. Recibió hace unos días el galardón al mejor delantero de Segunda División la temporada pasada -terminó siendo pichichi- y estuvo presente en la gala de premios que organizó el periódico Marca. Junto a él viajó Martín Monreal ya que el presidente del club, Luis Sabalza, se encontraba indispuesto.
Mientras el técnico representaba a Osasuna en una gala deportiva en Madrid, en Pamplona se trataba su cese que, por unanimidad de la junta, se aceptó. El quizá mejor entrenador de la historia de Osasuna diría adiós, otra vez, al club de su vida por teléfono. La forma de esta sentencia, permítanme, no es de una entidad de Primera y la única sensación que produce es de ofensa y desprecio hacia una persona que, por segunda vez en su vida, cogió a un equipo hundido y al borde de la desaparición para llevarlo a lo más alto con los menos recursos posibles.
Una leyenda
Las formas son tan importantes como la intención. O más si tenemos en cuenta que cada decisión será mirada con lupa por el público. Quizá Martín se quedó sin recursos, inmóvil ante los cambios, no supo explotar el potencial de los jugadores o la adaptación a Primera División está siendo más lenta de lo que se esperaba, pero, al final, su propósito no era otro que ser transparente con sus ideas y volcarlas de cara, sin dar la espalda a nadie. Al final, el único con sentido común y cabeza durante todo el tiempo ha sido el destituido Martín.
El entrenamiento de #osasuna va a transcurrir con estas pancartas y la atenta mirada de #EnriqueMartin #futbol pic.twitter.com/SoFFBujfx2
— jose luis del campo (@joseluisdelcamp) 8 de noviembre de 2016
A Martín se le agredecen muchas cosas. Sus dos hitos -en la temporada 1996/1997 también consiguió la permanencia en una situación similar a la del año pasado- quedan guardados para la historia aunque el fútbol sea un deporte que carece de memoria. Hasta este asunto no se le resiste al de Campanas, capaz de llegar al fondo de los aficionados y originar una huella que el tiempo no borrará.
La identidad es la base de éxito de cualquier historia. Es lo que ha reconquistado Martín más allá de devolvernos a Primera. Asumir la responsabilidad de un equipo maltratado por su propio club y hacerlo progresar hasta reconstruir, de nuevo, ese sentido de pertenencia. No es fácil y menos por partida doble, por eso Martín siempre será el más querido aunque otros entrenadores alcancen posiciones más altas en la tabla. El mismo día del ascenso, en Girona, el técnico español se expresó así: «Me quedo con una frase que leí en los murales de mi estadio escrita por un aficionado: ‘Osasuna, muchos te vieron nacer, pero nadie te verá morir’. Y sobre esto tenemos que trabajar para que cuando faltemos algunos vengan otros y tengan una filosofía clara».
El fútbol continúa y Osasuna también. Vendrá otro técnico -suenan con fuerza Caparrós, Pepe Mel o Luis García Plaza– y, sin embargo, la sensación de futuro será de que esta plantilla y entidad pertenecen a Enrique Martín Monreal, aunque el equipo consiga salvarse holgadamente. Porque la afición quiere a Osasuna y la Bruja de Campanas personifica, en esencia, al club. «Un sentimiento mamado desde crío es un valor difícil de igualar».
Foto principal: CA Osasuna
21. Periodista por @fcomunav. He estado en Deportes en @NoticiasNavarra. Colaboré en @RoadToEuro2016. Todo comenzó gracias a @Nav_deportiva.
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