En el fútbol hiperprofesionalizado y dirigido de hoy en día, parece mentira que todavía se puedan dar situaciones como esta en la élite. Sin embargo, Italia es un lugar especial en el que la falta de previsión y la improvisación aun pueden generar historias así.
Dario Zuparic apenas había jugado 200 minutos en seis partidos esta temporada. De origen croata, este central fue muy importante en el Pescara en las dos últimas temporadas del club en Serie B y en el reciente ascenso, culminado hace seis meses. Sin embargo, en Serie A no ha encontrado ni su mejor nivel ni la confianza del entrenador Oddo y durante estos primeros días de enero su salida se daba por hecha, bien a otro equipo de Serie B, de retorno a Croacia o a Turquía.
Dada su situación, mientras el resto del equipo acudía convocado al encuentro de la 20ª jornada que se disputaba en Nápoles, Zuparic se quedó en Pescara, entrenando en solitario a la espera de concretar su salida.
De repente, cambio de planes. Llamada del técnico, Massimo Oddo. Emergencia. El Pescara solo tenía tres defensas disponibles -Stendardo, Crescenzi y Coda-, además de tres chavales de la cantera para rellenar la convocatoria. El resto -Campagnaro, Bovo, Gyomber, Zamparno y Vitturini- estaban lesionados y Biraghi sancionado. Y Stendardo, la noche antes del partido, cae, con fiebre.
Con el partido en juego a las 15 horas del domingo, Zuparic tuvo que recorrerse con el coche esa misma mañana los casi 300 kilómetros de costa a costa que separan Pescara de Nápoles para llegar a tiempo a San Paolo y disputar los 90 minutos que terminaron con una nueva derrota del equipo adriático.
“No le pido nada al club, solo que los jugadores que fichemos al menos puedan jugar. Estamos en una situación crítica. Tengo tres defensas. Zuparic tuvo que viajar solo desde Pescara, comerse una piadina en el Autogrill y jugar”, explicaba con retranca Massimo Oddo en rueda de prensa.
Probablemente, la extrema situación negativa del Pescara parece reflejarse en estos aspectos. El equipo solo ha ganado un partido en toda la temporada, y fue en los despachos por alineación indebida; la revolución de fichajes de invierno difícilmente funcionará -más teniendo en cuenta anteriores precedentes-; y el retorno a la B parece su único trayecto posible. Al menos, quedan alabables muestras de profesionalidad como la de Zuparic.
“Parecemos la Longobarda”, concluyó irónicamente Oddo, haciendo referencia a la mítica película L’Allenatore nel Pallone, Lino Banfi y su inolvidable Oronzo Canà. No le falta razón.