No me ando con rodeos queriendo jugar con el titular: oír de nuevo a la gente del Crystal Palace es una de las mejores noticias tras el fin de las restricciones. Selhurst Park, uno de los pocos estadios que todavía sobreviven a la moda inglesa de construir nuevos coliseos sin alma, es el argumento perfecto para una tarde de sábado. Ya te pueden proponer lo que quieras: el ambiente de la parroquia de las águilas debe ser suficiente como para poder rechazar un vermú en la terraza de moda de la ciudad. No puedo, tengo fútbol.
Lo más importante para los londinenses es que esa pasión que viene desde la grada siempre tiene respuesta. Hay una conexión clarísima entre el socio y el futbolista. Qué difícil es eso en este fútbol de mensajes inanes y tweets estúpidos. El caso de Wilfried Zaha es el más clarividente: llegó como un niño a la cantera de la entidad y, por ello, cada vez que salta al campo parece poseído. Es cierto que últimamente su extremado ahínco le ha llevado a cometer errores, pero él es el mayor ejemplo de este fútbol de calle, fanfarrón y desafiante, que solo puede pertenecer al Palace. No es casualidad que por el sur de Londres no paran de pasar futbolistas con ese perfil altivo de los que te retan con cada bicicleta. De los que con cada movimiento te espetan claramente: “Quítamela si puedes”.
El jefe de la hueste, desde luego, no es un pusilánime. Patrick Vieira, recordado por su impecable trayectoria y sus riñas con Roy Keane, es el técnico perfecto después del paso del siempre respetado Roy Hodgson. De su predecesor no es necesario dar demasiada información: sabemos que es el perfil de técnico inglés que no se anda con rodeos. No creo que le haga demasiada gracia que le hablen de filtrar pases por dentro y de sacar el balón desde atrás. Parecía que cuando se fue del Crystal Palace se retiraba, por cierto, pero vuelve a los banquillos. Por suerte para los de Vieira no parece que vaya a ser un rival por la salvación porque están mirando hacia arriba.
Y si por algo la gente vibra es porque en el verde se están haciendo bien las cosas. Con el francés el juego es mucho más aseado, pero no se ha olvidado el puro estilo del Palace. Conor Gallagher, que cada partido que disputa se revaloriza, exhibe cada fin de semana que sí, se puede tener calidad, pero que también hay que estar preparado para ir al choque y hacer que su estadio siga siendo temido por los rivales. Lo mismo ocurre con gente como Olise, otro talentazo más, o Edouard, un ariete que ha llegado para mostrar que no solo sabe meter goles en Escocia. No es solo el ambiente lo que te embelesa: es ese fervor, esas ganas de no dar nada por perdido, lo que te llevan a querer ver siempre a los de Selhurst Park. Cosas que no se pueden explicar en un artículo y mucho menos en esas nuevas estadísticas que nos cuelan de vez en cuando. Vean al Palace.
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