Sostiene el dicho popular que las mejores esencias se guardan en frascos pequeños. Una afirmación que conocen de primera mano en la ciudad francesa de Grasse, denominada la capital mundial del perfume. La pequeña urbe provenzal, prolífica en flores que sirven como base para sus refinadas fragancias, es la cuna de Vincent Koziello. En sus escasos 168 centímetros, el mejor socio de un renacido Ben Arfa en el Allianz Riviera, feudo del Niza, encierra uno de los aromas más singulares de la máxima categoría del fútbol galo.
“Lo vi jugar en el sub 19 del Cannes y era más renacuajo que ahora”, recuerda en declaraciones a France Football Franck Sale, responsable de captación del centro de formación del club que permitió debutar en la élite del fútbol galo a Zinedine Zidane. “Lo pasaba mal porque era un campeonato muy físico, con poco juego por abajo, así que solamente jugaba al final de los partidos. Sin embargo, cuando tenía el balón se le veían sus cualidades”, evoca sobre la encrucijada en la que se vio situado Koziello a los diecisiete años, el tramo en la que muchas trayectorias de futbolistas prometedores se tuercen para nunca más volver a enderezarse.
Entonces se cruzó en su camino el Niza, que aboga por impulsar en sus categorías inferiores un estilo de juego más técnico. Alain Wathelet, director de la cantera rojinegra, recuerda que el pequeño centrocampista tenía “el tipo de perfil para ofrecer un buen rendimiento con la filosofía del club puesta en marcha desde 2007”. “Un jugador inteligente, muy fuerte técnicamente y que no rechace trabajar”, describe Wathelet, que encontró en Niza las facilidades con las que no contaba en Cannes. “El estilo de Niza le convenía. Su único inconveniente era el físico y no sabíamos si iba a progresar lo suficiente en esa parcela”, evoca Sale, que agrega que “nunca será como Cristiano Ronaldo, pero conoce sus cualidades y sus defectos”.
Los técnicos de las ‘águilas’ fueron a verle una decena de veces para convencerse de su talento y el propio Sale le comentó en su adolescencia que necesitaba trabajar más que el resto para mejorar su físico si quería continuar progresando. “Ningún problema, voy a llegar a ser profesional”, fue su contundente respuesta. Para lograrlo se sometió a un plan de fortalecimiento muscular a su llegada a Niza que también contemplaba una dieta hipercalórica para ganar peso que todavía conserva en el primer equipo. Su dinamismo, capacidad técnica y sentido del posicionamiento hicieron el resto para progresar en la cantera de Le Gym. “Era consciente de que no podía jugar en cualquier equipo, pero en Niza buscan empezar desde atrás a producir juego. Pienso que tengo la necesidad de tocar el balón”, revela Koziello, que no ha perdido su gratitud hacia el Cannes.
“El Cannes me dio una oportunidad y el Niza tuvo una gran confianza en mí al ficharme sabiendo que yo no sería jamás un monstruo físico”, expone el menudo centrocampista, que se describe como “un jugador que piensa y juega con sus medios. “Evito los choques y pruebo a corregir los errores tácticos cuando los veo. He tenido que desarrollar otras cualidades, la anticipación sobre todo. Trato de dar el balón antes de la entrada, me desmarco lo máximo posible y necesito estar solo cuando recibo el balón. Debo analizar el juego de mi rival para saber en qué lugar situarme”, explica sobre su patrón de juego que, a su juicio, “requiere un gran desgaste de energía”. Un despliegue que todavía lastra su juego, como sostiene Joseph Flachi, su entrenador en Cannes cuando era un quinceañero: “Debe gestionar mejor sus esfuerzos para ganar en lucidez a la hora de ejecutar la última acción”.
Flachi fue un gran apoyo en su trayectoria formativa, cuando su simple apariencia física sembraba la duda. “Le di el brazalete de capitán. Cuando fuimos a jugar a Marsella, los rivales bromeaban sobre él cuando le vieron antes de empezar el partido. Puedo asegurar que no decían lo mismo tras el pitido final del árbitro”, confiesa el técnico, que se deshace en elogios hacia su apuesta futbolística por su comportamiento tanto dentro como fuera del terreno de juego. Su capacidad para ofrecer profundidad en el juego a su equipo a través del pase y su dinamismo para generar superioridades posicionales le allanaron su camino en las categorías inferiores del Niza y apenas un año y tres meses después de su llegada al club ya estaba realizando su estreno con el primer equipo.
Un despegue progresivo
Koziello fue el decimocuarto canterano que Claude Puel hizo debutar con el primer equipo de las ‘águilas’. El 29 de octubre de 2014, aprovechando las bajas que sufría en la medular, el técnico, que ya había demostrado su fe en los jóvenes valores del club durante su estancia al frente del Lille, le hizo debutar en un encuentro copero justo un día después de su decimonoveno cumpleaños. Saltó el terreno de juego en los primeros compases de la prórroga que su equipo disputaba frente al Metz y pudo acumular sus veinticuatro primeros minutos como profesional en la despedida de su equipo de la competición. La eliminación podía suponer el fin de sus oportunidades, pero Claude le demostró su confianza haciéndole saltar a los terrenos de juego de la élite del fútbol galo en siete ocasiones, dos de ellas desde el pitido inicial.
Pequeñas dosis de confianza que le sirvieron para tomarle el pulso a un campeonato en el que se acentuaría la inferioridad física que había sufrido desde los inicios de su andadura futbolística. “La adaptación a la Ligue 1 la hice el año pasado, éste va mejor”, expresa con la confianza que le otorga haberse convertido en uno de los puntos sobre los que se vertebra su equipo en la actual temporada. “Me gusta fijarme en un jugador como Iniesta. Si eres bueno, poco importa tu fisionomía, es el campo el que decide”, abunda cuando tiene que encarar las preguntas acerca de su liviana estructura corporal. A la derecha de un pivote más defensivo, se ha instaurado en la medular de Le Gym, donde explota su inteligencia en la lectura de juego para recuperar balones y su criterio en la distribución para comenzar a hilvanar el tejido ofensivo.
Seguro con el balón, ofrece un elevado porcentaje de acierto en los pases. Envíos cortos, pero precisos, sin apenas pérdidas peligrosas para su equipo y demostrando inteligencia al abrirse al costado para recibir sin necesidad de girarse. Valiente al tackle, no se prodiga mucho en el regate, aunque demuestra habilidad favorecido por su bajo centro de gravedad y tiene ambición para amenazar al guardameta rival llegando desde segunda línea. “Le pido que evite el contacto y desarrolle su visión de juego. Tiene un amplio margen de progresión”, explica su técnico Claude Puel sobre uno de sus inamovibles en la medular, que necesita vigilar con mayor cautela el espacio que se genera a su espalda cuando decide anticiparse al movimiento del centrocampista adversario.
Cerebral dentro y fuera del campo
“Tiene la mentalidad, la técnica, el volumen de juego y una inteligencia superior a la media”, argumenta Joseph Flachi sobre un futbolista que no responde a los cánones estereotipados de futbolista joven. Finalizó el bachillerato científico con una nota alta, lo que le permitía ingresar en una facultad de ingeniería, como sus padres, pero se guió por los idiomas y ahora va a la facultad para estudiar inglés. “No pienso que sea un empollón puro y duro. No soy un ovni, me gusta divertirme. Me ven como a un chaval tímido, pero no soy un ángel”, explica huyendo de esa imagen de niño bueno que le acompaña, aunque matiza que mantiene “la cabeza sobre los hombros” y subraya que “no se va a crecer por lo que ya ha hecho y menos pasar por alguien pretencioso”.
“Les deseo a todos los padres tener un chaval como él”, afirma orgulloso su progenitor Stanislas, que respecto al momento que vive su hijo señala que “es magnífico, pero no nos sorprende verle como titular”. Vincent no ha abandonado todavía el nido familiar, ya que, como él mismo asegura, no ha sentido la necesidad de irse y su entrenador se congratula por ello: “Crece en un entorno muy sano y es muy maduro para su edad”.
A los cuatro años comenzó a darle patadas a un balón con la camiseta del Roquette-Sur-Siagne, la localidad provenzal en la que desarrolló su infancia, todavía con la resaca de la euforia en el país por haber conquistado el Mundial que albergaba el territorio galo. Con la ilusión pueril de emular a Zidane como le recuerdan sus padres inició el trayecto que le ha guiado hasta la titularidad en el Niza recién entrado en la veintena. “No tengo una opinión alta de mí mismo, pero sé que valgo. Sé que con trabajo puedo llegar a otros clubes, pero evolucionar continúa siendo muy difícil”, arguye.
Joris Delle, inquilino de la portería del Allianz Riviera la temporada en la que Koziello se estrenó con el primer equipo, lo tiene claro. “Para mí es un muy buen jugador, además de un chico inteligente. Es joven, pícaro y tiene defectos. Le falta un poco de experiencia, pero va a convertirse en un valor seguro. Creo que será una de las revelaciones de la temporada si Puel le da confianza a largo plazo”, mantenía el actual cancerbero del Lens a principios de la presente campaña. Una predicción que comienza a cumplirse. Aunque debe pulir defectos como el de eludir la presión por pura verticalidad que le obligará a añadir algún movimiento para solventar esos obstáculos en duelos de mayor exigencia, Koziello está en la mira de Wenger, siempre atento al campeonato galo.
Un ojeador de los ‘gunners’ pudo presenciar en el Allianz Riviera cómo el centrocampista del Niza interpretaba un brillante papel protagonista en la victoria de su equipo sobre el Olympique de Lyon. Estuvo en la elaboración y en la definición de la jugada, una cualidad que el técnico alsaciano valoraba especialmente de Cesc, para dar la puntilla al conjunto de la cuenca del Ródano y sellar una de las diez victorias esta temporada que elevan a su equipo hasta la tercera plaza. También siguen de cerca sus evoluciones el Chelsea y el Bayer Leverkusen, atraídos por el perfume de ese fútbol sin complejos, que desafía los cánones. Fragancia que olfatea con satisfacción un Allianz Riviera que sueña con expandirla por todo el continente europeo la próxima temporada.
Orgulloso asturiano que observa con pasión el fútbol en cualquier parte del planeta. De los que intentan quedarse boquiabiertos con un jugador antes de que lo haga el resto del mundo. El éxito sin honor es el mayor de los fracasos.
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