Vito NOTARNICOLA | El espectáculo, en este caso la farsa, debe continuar. Así se decidió ayer en la asamblea de la Lega ante la insostenible situación que se ha formado en la Serie A italiana, donde el Parma no puede seguir disputado el campeonato, ahogado por una monstruosa deuda de 90 millones y sin un euro en las arcas. El plan de Tavecchio, aprobada por una gran mayoría a excepción de Napoli, Roma y Sassuolo (se abstuvieron) y Cesena (único equipo de 20 que votó en contra) prevé el uso de 5 millones de euros, recaudados con multas y originalmente destinado a proyectos contra el racismo, para permitir a los biancocrociati terminar el campeonato. En este caso, tendría lugar una especie de desaparición ‘dirigida’, con los jugadores obligados a firmar un contrato extraordinario de cuatro meses de duración para luego conservar su estatus profesional (en Serie A o Serie B, en caso del prácticamente seguro descenso) desde julio. Los futbolistas, excépticos, han aceptado volver a jugar contra el Atalanta, pero la situación todavía está en vilo. Se trata de un caso sin extraordinario, desafiando la de equipos históricos como Fiorentina y Napoli que en el pasado tuvieron que partir de cero desde los campos de Serie C. Increíble pero cierto, quienes realizan cánticos racistas desde las gradas serán indirectos mecenas de la salvación del Parma.
No debe sorprender el repentino cambio de estrategia, después de meses que han pasado entre la indecisión, mientras un club pasaba por las manos de personajes cada vez más grotescos, de Ghirardi a Taçi, de Taçi a Manenti, los jugadores seguían sin ver un euro y el campeonato era falseado. La causa principal de este cambio es Sky, cada vez más dueña del fútbol italiano, que esta semana, en nombre del vicepresidente ejecutivo Jacques Raynaud, envió una carta a la FIGC en tono bastante concluyente: “Nos sorprende cómo la situación ha podido llegar hasta este punto sin que desde su parte haya habido ninguna intervención para evitarla. (…) Confiamos por tanto que el apoyo económico que hemos realizado sea usado con ese fin. Y que con la aportación del Gobierno y las instituciones, se establezcan reglas que den mayores garantías en el futuro”. Sky avisa: nosotros pagamos y seguimos pagando, si no hay garantías con los partidos del Parma hasta final de temporada como estaba pactado, nos veremos en los tribunales. Y Mediaset también está preparada para dar ese paso. Un juicio con los principales financiadores del fútbol italiano sería el punto más bajo de la gestión federal y llevaría el tema de los derechos a los despachos del Gobierno, que se vería obligado en este punto a tutelar la gestión.
Mientras los acreedores secuestran el Centro Deportivo de Collecchio y los fiscales abren investigaciones sobre el ex presidente Ghirardi por bancarrota fraudulenta y evasión fiscal, Carlo Tavecchio decide de salvar al Parma: para salvarse a sí mismo, al grupo que lo sostiene y lo ha elegido (Claudio Lotito en primer lugar) así como también al lobby de intereses que giran alrededor de ello, comenzando por Infront, ‘consejero estratégico’ de la FIGC, gestor de los derechos televisivos del fútbol italiano, y que ahora en las manos de los chinos del grupo Wanda de Wang Jianlin (Atlético de Madrid).
Y así los jugadores del Parma se quedan esperando el dinero del nuevo propietario Giampietro Manenti (que llegará pero más adelante, dice); ese Manenti “del cual uno no se puede fiar” según palabras de Zamparini y Preziosi. La opinión pública se pregunta de nuevo quién ha permitido todo esto, cuáles son las verdaderas prioridades del Calcio italiano y las perspectivas futuras, siempre vinculadas a los intereses de otros, siempre menos optimistas. Realidades menos importantes que la ciudad ducal están a punto de cruzar o ya han cruzado una línea de no retorno: Brescia, Varese, Monta, Lecce, Barletta, Savoia. Y otras lo harán si las reglas, y quienes las deciden, continúan siendo las mismas. A la espera del próximo escándalo, the show must go on.