Alex JIMÉNEZ – Muchos piensan que el que llega lejos en el mundo del fútbol es porque tiene suerte. Suerte de nacer con estrella. Suerte de venir al mundo con habilidades de serie. Suerte de contar con un buen padrino como aval. O suerte de estar en el lugar apropiado en el momento justo. Puede ser que influya, pero en cualquier caso, la suerte es del que la busca. Si no, que se lo digan a Rickie Lambert.
Porque si el deporte rey es grande es por historias como la del delantero del Southampton. Uno de los mayores ídolos de la ciudad del Titanic, un auténtico ejemplo, un líder a seguir, un modelo que tiene al St. Mary’s en el bolsillo desde hace ya muchos años. Pero también un jugador con una intrahistoria de lo más cautivadora y llamativa, que ejemplifica a la perfección como el trabajo también puede ser sinónimo de éxito.
Nacido hace treinta y dos años y unos pocos días en el humilde barrio de Kirkby, en Liverpool, Rickie Lee Lambert creció con un balón de fútbol. Sus padres, Ray y Maureen, se desvivían desde la humildad y el esfuerzo para que no le faltase de nada y pudiese alcanzar todas sus metas. Como tantos otros niños, el pequeño Rickie soñaba en cada momento con llegar a ser futbolista. Un deseo utópico, pero no imposible. Porque los sueños están para cumplirlos.
Tal era el empeño que le ponía que a los diez años consiguió ingresar nada más y nada menos que en las categorías inferiores del Liverpool FC. El primer paso ya lo había dado y ahora podría seguir formándose en una de las mejores escuelas de Inglaterra. Pero cinco años más tarde, en el verano de 1997, la entidad prescindió de sus servicios. No le consideraba un jugador válido para el fútbol, y el conjunto red decidió expulsarle de su academia. Rickie sufría así el primero de los muchos golpes que tendría que superar en su carrera hacia el éxito.
Lambert decidió entonces demostrar al mundo entero que el equipo de su tierra estaba equivocado. Trató de curtirse en el Marine FC, club amateur de los suburbios del fútbol inglés, y a los dieciséis años, en agosto de 1998, fue un día a entrenar con el Blackpool FC, de la tercera división inglesa (la actual League One). Llamó la atención del manager, que decidió incorporarle para el equipo reserva. Pero Blackpool es una localidad situada a casi ochenta kilómetros de Kirkby. Para Rickie era muy difícil compatibilizar su vida con ese hándicap, y lo poco que ganaba se lo dejaba en transporte. Así, apenas un año y medio después, en noviembre del 2000, y tras solo tres partidos disputados con el primer equipo, su club decidió no seguir contando con él. A Lambert le tocaba volver a buscarse las castañas por su cuenta.
A los pocos días encontró otra oportunidad. El Macclesfield Town, de la cuarta división inglesa (que hoy es la League Two), le concedió la posibilidad de probar durante un tiempo. Sin cobrar un duro, claro. Pero a Rickie no le importaba, y sabía que, si quería lograr la gloria, el camino no iba a ser de rosas. Los trayectos hacia Macclesfield también eran largos, de hora y media de tren por viaje, y muy costosos, por lo que el chico, con apenas 18 años, tuvo que empezar a trabajar en una fábrica de alimentos (que a día de hoy está abandonada) en Scarsbrick, a quince kilómetros de su casa. Su labor era sencilla: tenía que colocar tapas en botes de remolacha que luego se venderían. Eso durante toda la mañana.
Por la tarde, ponía rumbo hacia Macclesfield, y se pasaba tres largas horas metido en un tren. Y todo ello, sin tener seguro, ni mucho menos, que le fuesen a coger. Pero quien algo quiere, algo le cuesta, y todo el esfuerzo de Rickie se vio recompensado en marzo del año siguiente cuando, tras cinco meses a prueba, consiguió un contrato en el primer equipo del Macclesfield. Debutó con el club poco después, y la temporada siguiente se hizo poco a poco con un hueco en los planes del entrenador, terminando siendo un auténtico fijo y logrando el primer hattrick de su carrera, lo que le valió para firmar, en el verano de 2002 por el Stockport County, que pagó por él un traspaso record de 300.000 libras.
Lambert en 2008, celebra un gol con la camiseta del Bristol | Getty Images
A base de trabajo, Rickie fue día a día, mes a mes y año tras año forjándose un nombre en las divisiones más bajas del fútbol inglés. Su sueldo era precario y en ocasiones insuficiente, pero podía dedicarse a lo que había soñado toda su vida. En varias ocasiones, incluso, se vio obligado a buscarse otros empleos complementarios. Pero nunca se le pasó por la cabeza dejar el fútbol. Al contrario, se esforzaba más cada minuto, sabiendo que lo que estaba logrando era únicamente fruto de su empeño y sacrificio. Los siete años siguientes los pasó a caballo entre las ya renombradas como League One y la League Two, repartidos entre Stockport County, Rochdale AFC, y el Bristol Rovers, donde cuajó una excelente temporada 2008-2009, en la que hizo nada menos que veintinueve tantos en cuarenta y cinco partidos. Números que le convirtieron en el máximo goleador de la temporada entre las cuatro primeras divisiones de Inglaterra, le hicieron un hueco en el Once del Año de la League One, y que llamaron la atención del Southampton FC, histórico del fútbol inglés, que en aquel momento comenzaba su particular momento de reconstrucción tras haber sido descendido aquella misma temporada en los despachos a la League One. El empresario Markus Liebherr adquiría el club, con la firme tarea de resucitarlo y devolverlo al lugar que merecía, delegando en Nicola Cortese para acometer tal arduo trabajo tras varios años de auténtica pesadilla.
Alan Pardew era designado nuevo técnico saint. Estaba muy interesado en los servicios de Lambert, y el club pagó un millón de libras al Bristol Rovers por su fichaje. A los veintisiete años, en agosto de 2009, Lambert llegaba a uno de los clásicos de Inglaterra, y que como él, quería dejar los suburbios del fútbol. Pardew veía en el delantero algo diferente. Quería que liderase el ataque de su equipo, pero para eso tenía que mejorar y mucho su forma física. Su equipo técnico se puso manos a la obra, y se volcó en hacer del jugador un auténtico toro. El delantero respondió como mejor sabía, con goles. Treinta y cinco tantos en su primera temporada, entre ellos uno en su debut ante el Northampton, le hicieron erigirse como el principal estandarte de la delantera saint, como el máximo goleador de Inglaterra por segundo año consecutivo, y, aunque el equipo no logró el ascenso a la Championship, sí que consiguió alzar la Football League Trophy, el torneo por excelencia entre los clubes de las divisiones inferiores inglesas, derrotando en la final en Wembley al Carlisie United por 4-1, en la Lambert anotó un gol. Fue un gran año para el punta, también designado como Mejor Jugador de la Temporada para los fans, y cuyos goles al año siguiente volvieron a guiar al equipo, que esta vez sí logró promocionar a Championship, la segunda división de Inglaterra.
Con veintinueve años, a Rickie le llegaba la oportunidad de estrenarse en el fútbol profesional, y el delantero lo celebró con otro año de escándalo. Sus veintisiete goles en liga le convirtieron en el Jugador del Año de la Championship, formando parte del Once del Año de la competición junto a los dos capitanes de su equipo, Kelvin Davis y Adam Lallana, y siendo elegido por segunda vez en tres temporadas como el Mejor Jugador de la Temporada para los aficionados. El Southampton arrasó en la segunda división inglesa y regresó a su lugar natural, la Premier League. Los aficionados estaban exultantes. Nadie podía imaginarse hacía solo tres años que el aquel desahuciado equipo, relegado a los arrabales del fútbol inglés, resurgiría de sus cenizas para volver a la élite. Y en gran medida gracias al trabajo, ilusión y goles de su nuevo héroe, Rickie Lambert.
Rickie Lambert celebra un gol ante el WBA | Getty Images
Como no podía ser de otra manera, Lambert se estrenó con gol en su primer partido en la Premier, nada menos que ante el Manchester City en el Etihad Stadium solo minutos después de reemplazar a Jay Rodriguez. Un gol que le haría entrar en una selecta lista de futbolistas que han marcado en las cuatro primeras divisiones inglesas. Sería el primero de los quince goles que anotaría en su primera temporada en la élite, en la que terminó como el máximo goleador del equipo. Sus tantos contribuyeron y mucho a que el equipo finalizase en una tranquila decimocuarta plaza, y reafirmaron que lo que el delantero llevaba logrando tantos años atrás era ya una realidad.
Al finalizar la temporada, en concreto el 8 de agosto, día del nacimiento de su hija Bella, Lambert recibió una llamada inesperada. Roy Hodgson le convocaba con la selección inglesa para un amistoso ante Escocia. Era el premio a una trayectoria marcada por el esfuerzo, las ganas y la superación. Con treinta y un años, Rickie hacía su debut con los pross en el minuto sesenta y siete sustituyendo a Wayne Rooney, y solo dos minutos después, anotaba su primer gol con la zamarra nacional. La emoción que embriagó en ese momento al jugador fue incontenible. Aquel delantero desahuciado en el Liverpool, que tanto había tenido que luchar y soportar, y que nunca había sido siquiera tenido en cuenta en las categorías inferiores de la selección, se estrenaba en Wembley de la mejor manera posible, haciendo el tanto que posteriormente daría la victoria a su combinado.
Rickie Lambert con la selección inglesa | Getty Images
En Southampton, su estreno con los Tres Leones se vivió con alegría y felicidad. El ídolo saint lograba su mejor recompensa tras una carrera plagada de esperanza y sacrificio. En el primer partido de la nueva temporada en el St. Mary’s, ante el Sunderland, Rickie fue recibido como un auténtico héroe. Y no era para menos.
Lambert está en deuda con Southampton, y la ciudad lo está con él. Han formado un vínculo indisoluble, y la afición saint hace tiempo que le ve como su nuevo Le Tissier. Pero no solo por su apego hacia el club, los aficionados y la ciudad, sino también por su excelente habilidad a balón parado y desde el punto de penalti. El delantero no ha fallado ninguna de las treinta y tres penas máximas que ha lanzado desde que llegase al club en agosto de 2009, que se dice pronto. Lambert es un jugador muy atento y cercano, un tipo modesto que nunca niega una foto ni un autógrafo. Porque recuerda sus orígenes y sabe que su camino hacia la gloria ha sido de todo menos sencillo. Reside en el tranquilo vecindario de North Baddesley, entre Southampton y Romsey, donde regenta una taberna tan humilde y afable como él. Esta temporada lleva nueve tantos, y hace poco hizo su gol número cien en Liga con el Southampton. En total como saint, lleva doce más en los doscientos veintitrés partidos que ha disputado. Su próximo reto es disputar el Mundial de Brasil. Para muchos, es muy difícil que lo consiga. Pero si hay algo que Lambert ha demostrado es que para él la palabra “imposible” no existe.
Madrid, 1992. Periodismo y Comunicación Audiovisual. Escribo en el Diario MARCA. También Deporte de Alcorcón y el periódico 'Al Toque'. Premier League y Southampton FC en Sphera Sports. La verdadera historia está en lo que no se ve.
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