El gol más importante de su vida no pudo verlo con sus propios ojos en directo. Cuando Geoff Hurst decidió la final del Mundial de 1966 con el famoso «gol de Wembley» en la prórroga, el inglés estaba en el suelo y de espaldas a la portería. Fue el 3-2 para los pross yuno de los tantos más polémicos de la historia del fútbol.
¿Polémico? «El balón estaba al menos un metro dentro de la portería», bromeó Hurst, que cumple 75 años, en una entrevista con el canal de la FIFA. «Cuando uno tiene 24 años y está 2-2 contra Alemania en la final de un Mundial sólo quiere pensar que el balón pasó la línea. Y ese pensamiento lo mantengo hasta hoy».
Y aunque las imágenes de televisión aún no aclaren si el balón entró o no, a Hurst no le preocupa en absoluto. El inglés, nacido en la localidad de Ashton-under-Lyne, es el único jugador de la historia en haber anotado un hat-trick en una final de la Copa del mundo. Gracias a él, Inglaterra alzó en 1966 y en la prórroga, el único título que luce en su palmarés. Esa actuación le valió para que la reina Isabel II le nombrara Sir en 1998. «Yo no diría que estoy en la categoría de los grandes», opinó tiempo después.
Hurst no era una estrella de la época antes de aquel Mundial. Su debut con la camiseta de Inglaterra se produjo apenas unos meses antes del torneo, en una derrota ante Alemania por 1-0, y el entonces seleccionador de los pross, Alfred Ramsey, eligió a Jimmy Greaves como su delantero titular para la Copa del mundo.
Greaves había disputado 52 encuentros con la selección y había marcado 43 goles, era el titular indiscutible. Pero se lesionó antes de los cuartos de final ante Argentina y ahí apareció Hurst. Aprovechó su oportunidad y marcó el 1-0 que eliminó a la albiceleste y brilló también en las semifinales ante Portugal. Por eso, aunque Greaves ya estaba recuperado, Hurst fue el titular en la final de aquel 30 de julio, finalizada con un 4-2 favorable a los ingleses.
«Yo no era un jugador con un talento especial», admitió Hurst al diario ‘Daily Mail’. «Yo no era el mejor jugador de mi colegio ni de mi comarca ni del West Ham ni de Inglaterra. Pero estaba donde había que estar». La final de 1966 marcó para siempre su vida. «Apenas ha habido días en los últimos 50 años en los que nadie me haya hablado de 1966″, indicó. «Pero hay cosas peores que ser famoso».
Hurst también es una leyenda para el West Ham, donde jugó entre 1959 y 1973. En total jugó 499 encuentros y vio puerta en 248 ocasiones, pero nunca pudo celebrar un título de Liga. Lo que sí ganó fue la extinta Recopa de Europa en 1965. En aquella final el West Ham derrotó al 1860 Múnich, por lo que se puede decir que las dos grandes conquistas de Hurst fueron ante equipos alemanes.
No obstante, también tiene malos recuerdos de Alemania. En el Mundial de México 70 perdió 3-2 en cuartos ante la ‘Mannschaft’ y dos años después, en su último partido con Inglaterra, cayó 3-1 en Wembley ante el combinado germano. Pero en los últimos 50 años nadie le habló de esos partidos, sino del disputado el 30 de julio de 1966 en Wembley en el que se coronó como un mito del fútbol inglés. Por y para siempre.