Sí, Sergio Ramos es un provocador, y de los grandes. ¿Cómo no lo va a ser? Nos habéis inculcado que conducir el balón intentando superar líneas rivales por medio del regate es provocar. Incluso, subrayasteis con ahínco lo provocador que era convertir un penalti en una genialidad de las de una entre un millón. Y obviamente, encararse con la afición rival no va a ser menos.
Sí, Sergio Ramos es un provocador, como lo es Neymar por mantener intacta su fe en la alegría del fútbol, el regate. Como también lo es Messi, por hacer de la genialidad su rutina. Y por supuesto, también los hay en otros deportes. A Usain Bolt se le apoda cariñosamente showman por convertir sus carreras en auténticas exhibiciones, cuando lo más correcto sería llamarle provocador por batir registros con esa naturalidad. Ser el mejor velocista de todos los tiempos derrochando carisma no es hacer historia, es provocar.
Como lo es vulgarizar los triples imposibles y brillar en una NBA plagada de un poderío físico del que tú careces. Que Stephen Curry aparque su nave nodriza y dé lecciones de baloncesto ante tipos que le doblan en musculatura no es fruto de su inabarcable talento, sino de su incesable ánimo de provocar.
Como lo es el hecho de que Sergio Ramos luche contra la mayor lacra que queda en el fútbol, el amparo del que gozan los insultos. Parece que el anonimato que te otorga la grada también te ofrece el derecho a insultar como un ser descerebrado, y sobre todo, como un cobarde. Plantar cara a esta idiotez que se cobija entre la salsa del fútbol no es defender tu honor y el de los tuyos, sin duda alguna, es provocar.
En efecto, el deporte está repleto de provocadores, y ojalá sigan siéndolo mucho tiempo. Sergio Ramos, Messi, Neymar, Usain Bolt, Stephen Curry y tantos otros, larga y próspera vida para todos ellos.