Si ahora tuviéramos que escribir una carta a los Reyes, nos costaría decidirnos por pedir pocas cosas; como tratamos de que lo hagan nuestros hijos. En un mundo que no funciona como quisiéramos, tendríamos demasiados deseos para pretender arreglarlo. En una actitud revolucionaria, para romper lo establecido, le pediríamos, entre otras cosas, que este Girona ganara LaLiga. No solamente por su connotación de romanticismo. Ni tampoco por ese punto de egoísmo que nos aseguraría seguir disfrutando de su juego. Hasta el momento, es una afirmación basada en la justicia. Porque este equipo deleita y hace creer firmemente en una candidatura que modifica todos los patrones que se reproducen de manera consecutiva. Míchel también lo ha escrito en su carta. Lo dice el brillo de sus ojos ante los micros cuando afirma que “ha sido un partidazo”.
Si alguien creía que a este equipo le iban a pesar los polvorones, estaba equivocado. Tenía una prueba de fuego en el calendario. Y no es que el Atleti se levantara con mal pie, ni mucho menos. Que le pregunten al bueno de Morata. Simplemente, el Girona sabe ponerse distintos disfraces, asumir roles diversos. Si sale cara, intenso, arrollador, chispeante. Si sale cruz, resiliente, luchador, sacrificado. Si hay que poner una pincelada final, Iván Martín firma una obra de arte. Óleo sobre lienzo. Una oda al fútbol, a todos sus matices, a todas sus facetas, a todos sus estados de ánimo.
Lo del conjunto catalán no es suerte, casualidad ni coincidencia. Míchel ha creado un equipo trabajado, con todos los tornillos bien ajustados. A ver quién tiene narices de aflojarlos. Sabe tapar sus momentos de fragilidad defensiva al asumir riesgos, generando ocasiones como churros, con una tasa de conversión insólita. Estamos hablando del equipo con más goles de toda la tabla. Sin embargo, me atrevería a decir que ni siquiera una cualidad tan reveladora es su mejor argumento. En un escenario acomplejado, el Girona tiene una autoestima y creencia en sí mismo abrumadora. No escucha mensajes dañinos, fluye con el valor de una idea que ha perfilado a la perfección.
Con 48 puntos y excluyendo a Atlético, Barcelona y Madrid, es el equipo que ha logrado una mayor puntuación en una primera vuelta de liga. A este conjunto hay que llamarle de usted, por cortesía y por respeto. No tiene miedo a las espadas de los gigantes porque goza de una confianza ciega en sus piedras. La historia que ya lleva escrita este Girona no la vamos a olvidar. Nadie puede adivinar cómo acabará esta temporada. Ya sabemos que Melchor, Gaspar y Baltasar no existen, pero la magia es perenne si uno quiere creer en ella.