Barcelona 92 marcó un antes y un después para el deporte español. Organizar unos Juegos Olímpicos y la necesidad de que los locales dieran la cara en el primer nivel deportivo sirvió para que España apostase por el deporte, invirtiera en él. Los resultados llegaron. Sin embargo, el deporte paralímpico tardó una década en tener ese estatus privilegiado en lo que financiación se refiere.
Uno de los grandes ejemplos de la primera generación de deportistas paralímpicos, que eran de todo menos deportistas profesionales, fue Purificación Santamarta. La atleta burgalesa compitió en Juegos Paralímpicos desde 1980 hasta Atenas 2004. En total 11 medallas de oro, 4 de plata y 1 de bronce, para ser la deportista paralímpica que más veces se ha subido a lo más alto de un cajón en los Juegos. Todos estos éxitos mientras vendía el cupón de la ONCE en un quiosco. Todo un milagro.
Tras los éxitos de Santamarta, el boom de Barcelona 92 y con el nuevo plan ADOP apareció una nueva hornada de deportistas paralímpicos de primer nivel, capaces de competir con los mejores, pero alejados de las condiciones idílicas. Teresa Perales, David Casinos o Richard Oribe se han encargado de representar a nuestro país en todo el mundo con éxito. En el ocaso de esta generación aparecen nombres jóvenes que tienen ante sí, una vez más, el más difícil todavía.
Teresa Perales (Getty)
El lanzador valenciano Héctor Cabrera es capaz de compaginar sus estudios de INEF con los entrenamientos que exige intentar competir con los mejores del mundo, mientras encuentra ratos libres para dar conferencias sobre superación. Porque perder parcialmente la vista con 11 años, afrontarlo, y tener claro que el Síndrome de Stargart no le iba a arruinar la vida no es sencillo. Pero Héctor ha sido capaz de eso, y más. «Le agradezco a esta enfermedad que me ha permitido ser quien soy, viajar por todo el mundo y disfrutar la vida. Hay muchas cosas que no hubiera conseguido sin ser discapacitado».
Héctor Cabrera
En ese montón de experiencias entran Mundiales y Juegos Paralímpicos. Los de Rio 2016 fueron sus primeros Juegos, logró un quinto puesto, y dejó claro a todo el mundo que con 23 años tiene mucho por demostrar, y mucho demostrado ya. Un éxito que no le permite vivir de ser lanzador de jabalina. Las becas ADOP sólo premian a los cuatro mejores, a diferencia de el plan ADO que tienen en cuenta hasta el octavo puesto. Mientras se dedica a hacer ‘de todo’ menos entrenar para seguir con su vida adelante.
Los paralímpicos siempre han sido un ejemplo para la sociedad, por su capacidad de superación ante las dificultes de la vida. Y ante los problemas que se encuentran para desarrollar su carrera deportiva, al mismo tiempo que intentan llevar una vida normal, para ser superhéroes anónimos. Cabrera es uno de los nombres a tener en cuenta en la generación de los nadadores Sarai Gascón e Israel Oliver o el triatleta Jairo Ruiz. Dentro de unos años disfrutaremos de sus éxitos deportivos gracias a su rebeldía y reivindicación, aunque por el camino, el esfuerzo de lograrlos es algo que sólo sufren ellos y sus más cercanos.
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