El Atlético de Madrid recuperó el pulso en el Mundial de Clubes, y lo hizo de la mano de un Pablo Barrios que se vistió de líder y ejecutor. El joven canterano se erigió en protagonista absoluto con un doblete que rescató a un Atleti gris y por momentos dubitativo, pero que supo imponer su jerarquía ante un Seattle Sounders que vendió cara su eliminación.
Barrios abre el camino en medio de la espesura
El partido arrancó con un Atlético volcado y decidido a borrar el mal sabor de boca de su debut ante PSG. Sin embargo, la falta de acierto de Sorloth y Julián Álvarez amenazaba con contagiar de nerviosismo a los de Simeone. Fue entonces, en el minuto 11, cuando Barrios apareció en la frontal para convertir un pase atrás de Giuliano Simeone en el primer gol rojiblanco, un disparo seco y preciso que rompió la resistencia inicial del conjunto estadounidense.
Lejos de relajarse, el Atleti siguió buscando el segundo, pero el Seattle, empujado por su gente, no tardó en sacudirse el dominio y poner a prueba a Oblak. El primer acto terminó con ventaja mínima y la sensación de que el partido podía cambiar en cualquier momento.
Witsel y Barrios sentencian
La segunda parte trajo consigo un vendaval de goles. Axel Witsel amplió la ventaja nada más reanudarse el juego, pero Rusnak recortó distancias y devolvió la esperanza a los locales. Fue entonces cuando Barrios, otra vez, marcó el ritmo: cazó un balón en la frontal y, con un derechazo que tocó el larguero antes de entrar, puso el 1-3 definitivo y apagó cualquier atisbo de remontada.
Un Atleti irregular, un Barrios gigante
El Atlético, lejos de firmar un partido brillante, supo sobrevivir gracias al carácter de sus canteranos y al acierto puntual de Barrios, que firmó su primer doblete en la élite y se convirtió en el salvavidas de un equipo que aún busca su mejor versión en el torneo.
Con este triunfo, el Atleti se jugará el pase a octavos ante Botafogo en Los Ángeles, mientras que Seattle queda eliminado, aunque con la cabeza alta tras competir hasta el final.
La noche fue de Pablo Barrios, el chico que nunca dejó de creer.