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No era una posibilidad

Una primera mitad masticando
cemento. Una segunda para bajarse al barro. Una moneda al aire cuya cara por
fin guiña un ojo. Lograr encestar la pelota dentro de la hormigonera. Celebrar
una victoria crucial en un momento crucial de una temporada crucial que, pase
lo que pase al final de la misma y teniendo en cuenta los repetidos
su-su-su-su-su-suspensos del expediente más reciente, no podrá ser calificada
por debajo del notable alto, si realmente se es justo. Un cambio de paradigma
tan drástico y positivo que, pese a las exigencias distorsionadoras externas,
no era una posibilidad tan notoria como se ha querido hacer patente.

Quique Setién se medía a
su némesis en el Coliseum de Alfonsito, el de las botas blancas. Y es
que el técnico cántabro se enfrentaba a su archienemigo deportivo, un Pepe
Bordalás del que llegó a decir que su Alcorcón no merecía subir a
Primera porque «daba pena verlos», hasta en seis ocasiones
anteriores sin cosechar ninguna victoria, con tres derrotas por 1-0 o 0-1
incluidas con el Lugo. Batirse el cobre, con semejante historial, con el equipo
con menos posesión y menos acierto en el pase de las grandes ligas y ante el
conjunto con más acumulación de amonestaciones de toda Europa, debido a su
constante interrupción del juego del rival por vía de las faltas repetidas, era
una prueba de máxima exigencia para el Betis y su sello. Ciertamente,
ganar en Getafe, más aún con cómo se desarrolló el encuentro, no era una
posibilidad.

Como tampoco era una posibilidad
corregir la estructura y reducir de manera tan eficiente el número de goles
encajados -que parecía que podía llevarse por delante todo el buen trabajo del
grupo- a poco más de un tanto por partido desde el cambio de dibujo, con nada
más y nada menos que cinco porterías a cero en los nueve encuentros
transcurridos desde entonces. Alcanzar una velocidad de crucero a ese ritmo de
puntuación propio de equipos Champions desde esa fecha 22ª no era una
posibilidad. Ganar al Real Madrid en el Bernabéu en los minutos en que
casi todos los rivales acaban perdiendo no era una posibilidad. Llevarse por
fin un derbi del Ramón Sánchez Pizjuán, y menos de esa espectacular forma, no
era una posibilidad. Disfrutar, y no solo sufrir, viendo jugar al equipo cada
quince días y jugar para ganar y no para no perder no era una posibilidad.
Hasta este año.

Si la gesta de la clasificación
europea finalmente se consigue el próximo 20 de mayo, hay dos momentos a ser
recordados por encima de la icónica victoria en Chamartín. Dos momentos clave
que, obviamente, no eran una posibilidad. El primero, el quinto gol en Nervión
de un Tello que, en primera instancia, arrastró todo el enorme peso de las frustraciones, mientras
corría hacia al arco en aquella inolvidable carrera, y que descargó después
toda la rabia y las ganas contenidas de la afición verdiblanca en su totalidad.
Y el segundo, el hecho de que tu portero, que además de ser el único del Viejo
Continente en haber repartido dos asistencias de gol, en un momento tan
crítico, debido a su hipotética inminente operación y a su poco claro futuro en
el club, sea capaz de marcar -sí, de marcar- un gol tan decisivo con ese
penalti detenido, y su posterior milagroso rechace desviado. Que Sergio León
le pusiese su nombre con posterioridad al gol de Adán para convertirlo
en tres puntos no era una posibilidad siquiera imaginable.

Es verdad, il signore Vincenzo
Montella tenía razón: para el Betis, adelantar al Sevilla en la
clasificación, a estas alturas avanzadas de la temporada, no era una realidad.
Había, incluso, dejado de ser una posibilidad, tal y como afirmó el técnico
italiano con la sorna canchera y la media sonrisa de quien ha jugado, ha
entrenado y ha vivido tantos derbis y calientes rivalidades en el pasado. Pero
ha vuelto a serlo. Haría muy bien el Betis en no olvidar que nada de lo
conseguido hasta la fecha era una posibilidad para muchos e interiorizarlo
para seguir creciendo, con esa justa y adecuada mentalidad para proyectarse,
para estabilizarse, tras las desdichas, en la lucha por entrar cada curso en
esa zona que ahora ocupa por puro merecimiento. Testa bassa e pedalare,
en italiano para que todos los interesados nos entiendan, es lo que toca ahora
y es la mejor respuesta para aquellos que piensan que el hecho de que el Betis
pueda comenzar a amenazar con igualar la contienda de una rivalidad tan
desfavorable en el pasado más reciente non è una possibilità.

Mientras tanto, yo, por mi parte,
también bajaré la cabeza por aquello de no escupir hacia arriba por si te cae
encima y seguiré escuchando en bucle, cada vez que, de aquí a final de
temporada, acuda al Villamarín con inquebrantable fe, pero con el conocimiento
y el recuerdo grabado a fuego de que nada de esto era una posibilidad, la
canción homónima de Supersubmarina. Llego al sitio y
no me aguanto, sé que tendré el cielo entre mis manos. Aparento estar tranquilo
y en el fondo sé que estoy temblando, temblando. Y voy despacio tanto tiempo a
que se acorte entre nosotros el espacio. Esta sensación será mejor calmarla con
un poco de aire porque en esta asignatura llevo ya más de un su-su-su-su-su-su,
un su-su-su-su-su-suspenso. Y si te si te si te sirve de algo, que note note
note que has llegado, que note que estarás siempre a mi lado. Yo mientras
seguiré aquí sentado. Cómo no… 

Sevilla. Periodista | #FVCG | Calcio en @SpheraSports | @ug_football | De portero melenudo, defensa leñero, trequartista de clase y delantero canchero

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