Motorland volvió a ser ese escenario donde Marc Márquez no solo corre, sino que impone su ley. El ilerdense llegaba a Alcañiz con el circuito marcado en rojo, como quien regresa a casa dispuesto a que nada ni nadie le estropee la fiesta. Y así fue: fin de semana perfecto, pole, victoria en la Sprint y triunfo inapelable el domingo. Pero detrás de la aparente rutina de dominio, hubo mucho más que una simple exhibición.
La presión del “no se puede fallar”
Márquez no solo corría contra sus rivales, sino contra sí mismo y contra la historia. Lo confesó después: “No podía fallar en este circuito. Aquí no se podía fallar”. La tensión era palpable en su box, donde el piloto de Gresini Racing se blindó de distracciones y se metió en un bucle de concentración absoluta. Motorland es su jardín, sí, pero también uno de sus exámenes más exigente.
Salida sin fisuras y dominio sin concesiones
A diferencia de la Sprint, donde una mala salida le obligó a remontar, el domingo Marc salió como una exhalación y no dejó que nadie le tosiera en la primera curva. Desde ahí, ritmo demoledor, vueltas rápidas (1:46.8 a dos del final, seis décimas más rápido que su hermano Álex) y una gestión de carrera de manual. Ni la presión de Álex Márquez, ni los intentos de Bagnaia, ni los sustos de caídas ajenas (Viñales, Quartararo, Binder) alteraron el guion.
El doblete familiar y el podio de la constancia
Álex Márquez, segundo, resistió el acoso de Bagnaia y firmó un doblete familiar que refuerza el idilio de los Márquez con Aragón. Pecco, tercero, se tuvo que conformar con ser espectador de lujo en una carrera donde Ducati volvió a copar el podio, pero sin poder discutir la superioridad de Marc.
La otra carrera: caídas, remontadas y peleas invisibles
Mientras Marc volaba solo, por detrás la carrera era un campo de minas: caídas de favoritos, una batalla encarnizada por la séptima plaza y una remontada de Bezzecchi desde el 20º al 8º puesto que pasó algo desapercibida entre tanto foco sobre el líder. Morbidelli y Aldeguer se enzarzaron en un duelo de cuchillos, mientras Acosta, cuarto, se quedó a las puertas del podio.
El Mundial, más rojo que nunca
Con esta victoria, la cuarta del año, Márquez amplía su liderato: 233 puntos, 32 más que Álex y 93 sobre Bagnaia. Motorland vuelve a ser su feudo, pero también el lugar donde Marc demuestra que, cuando la presión aprieta, él responde con una autoridad que roza el insulto.