No es nada nuevo y sí habitual, que el Atlético de Madrid no encuentre buen acomodo a la hora de ceder jugadores. Se supone, casi siempre, que cuando uno presta a según qué futbolistas lo hace porque no tienen sitio entre toda su plantilla y se busca fuera los minutos que no se van a tener dentro, pero cuando esos jugadores tampoco tienen oportunidades en los equipos en los que recalan… Y es que para chupar banquillo en un club ajeno, mucho mejor será hacerlo en el propio, donde al menos entrenará con sus compañeros y estará en primera fila siendo observado por el entrenador que a la postre le dará o no los minutos que se quiera ganar.
En la recta final de la temporada, en un año donde casi todos los futbolistas han jugado mucho porque la escasez de preparación y las marchas forzadas por ajustar un calendario han terminado con los clubes pudiendo hacer hasta cinco cambios por encuentro, resulta que los rojiblancos por el mundo no han tenido tampoco la suerte de su lado para salir al ruedo con asiduidad.
Estos problemas, eso sí, ya vienen del pasado. Casos como los de André Moreira, con Manquillo, con Schiappacasse, con Santos Borré o con Emiliano Velázquez, cedidos de renombre, con caché, estrellas juveniles con sus selecciones y con una grandísima proyección a los que no se supo buscar cobijo para el fogueo.
Rodrigo Riquelme se marchó en verano al Bournemouth. Se supone que con muchas ofertas encima de la mesa y con un deseo de volar del nido colchonero por las pocas oportunidades que presuponía que iba a tener y el nivel individual que le dotaba, resulta que en la segunda categoría del fútbol inglés ha disputado apenas 201 minutos, que sumados a los 158 de FA Cup le acaban dando un balance bastante pobre.
En una situación similar está Montero, que no ha terminado de cuajar en Turquía. El tercer central en discordia del Besiktas, se ha beneficiado de las ausencias por lesión o por sanción de los titulares y ha superado los 1.000 minutos de juego, pero su presencia siempre ha sido secundaria. En Copa, ha sido titular hasta que la competición se ha puesto dura y en Liga lleva algo más de dos meses sin vestirse de corto.
Nehuén Pérez, que hasta el último segundo de mercado tuvo opciones de seguir a las órdenes de Simeone, tampoco es de la partida en el Granada. Obvio que, en un equipo que juega Europa y que tiene a dos centrales con la confianza de su entrenador, dejen un poco apartado a un jugador que tienen a préstamo. El argentino ha aprovechado que el club andaluz jugaba tres competiciones y también ha superado la barrera de los 1.000 minutos de juego, pero es uno de los tres jugadores de campo con menos minutos (de entre los que empezaron la temporada) habiendo estado disponible y convocado en todos los partidos del club. Nula continuidad.
Cedric incluso se tuvo que cambiar de equipo, pues en Oviedo no estaba contando para nada y desde que ha llegado al Albacete en enero está teniendo más fortuna, aunque a estas alturas de la temporada apenas puede presumir de poco más de 500 minutos de juego para un chico que venía siendo internacional con todas las divisiones inferiores de España. Solano, que abandonó el filial para irse al equipo B del Barcelona, se rompió la rodilla nada más llegar. Idéntica situación que Arias, cuya cesión a Leverkusen era una compra encubierta y que es posible no se llegue a materializar.
Chirría mucho el caso de Getafe, donde Mollejo apenas sumó 70 minutos en toda la primera vuelta y se tuvo que buscar acomodo en enero en Mallorca, donde desde su llegada ha participado en cinco de los 10 partidos jugados, pero con no muchos mejores números que en Getafe. Allí, quien sí se ha quedado es Darío Póveda, que debutó hace dos jornadas disputando cuatro minutos ante el Elche, aunque sus ausencias han tenido más que ver con la lesión de rodilla y las continuas recaídas que le han tenido año y medio parado. Diego Conde, en Leganés, comenzó como titular, luego pasó a ser suplente y ahora lucha por entrar en las convocatorias. Su bagaje, tres partidos en todo el curso.
Germán Valera, Borja Garcés, Saponjic y Sanabria abandonaron la disciplina rojiblanca en enero. Al primero no le va mal. Está siendo importante como revulsivo en el Tenerife, donde ha tenido minutos en ocho partidos (solo en el primero tras su llegada no jugó) y ha metido dos goles y dado otro. Garcés, en Fuenlabrada, está contando con los minutos necesarios para poder brillar, aunque su rendimiento está siendo irregular. El balcánico, en cambio, apenas suma 125 minutos desde que llegó al Cádiz, yendo de más a menos y perdiendo minutos en las últimas jornadas. Sanabria se marchó a un Zaragoza en posiciones delicadas y, tras debutar, en su tercera convocatoria, cayó lesionado. Desde su recuperación ha sido de la partida en los cuatro partidos que ha jugado el club.
Casos aparte los de Nico Ibáñez y Axel Werner, prestados al Atlético San Luis, la filial rojiblanca en México. Ambos están siendo importantes allí. En el caso del delantero, con un caché elevado y siempre peleando por el trofeo de máximo artillero, y en el caso del guardameta, tras dos años difíciles en los que no contó demasiado.
En el otro lado de la balanza se encuentran Manu Sánchez, capital desde que ha llegado a Osasuna, y Morata, pero cuya cesión no es en búsqueda de fogueo. Junto al lateral izquierdo. Es curioso, que prácticamente todos los chicos que se marcharon en verano no han tenido las oportunidades que querían y que los que más están contando para sus técnicos son aquellos que se mudaron en invierno, o que tuvieron que hacer una segunda cesión porque la primera no estaba dando sus frutos. Manu, Garcés, Sanabria y Valera atienden al primer grupo. Mollejo y Cédric al segundo. Una situación que se deberá mejorar en el futuro.
Imagen de cabecera: ImagoImages
Comparte la notícia
