Liliana Fernández. Elsa Baquerizo. Un nombre no se entiende sin el otro, porque llevan 16 años juntas y han colocado un deporte tan minoritario en España como el voley-playa en el escaparate. A las puertas de sus terceros Juegos Olímpicos, las dos atienden a Sphera Sports con una sonrisa y un sueño claro: esa medalla olímpica que se resiste.
“Por soñar, claro. Soñamos siempre. Si dejas de soñar o creer que puedes, ¿qué sentido tiene todo lo que estás haciendo? Pero si te pones un objetivo tan alto, la frustración te puede llegar muy rápido. Mejor ir pasito a pasito. La competición se puede hacer muy larga. Tenemos tres partidos de grupo, eso es casi una semana. Ir poco a poco, y si estamos jugando bien y las sensaciones son buenas pues podremos optar a cualquier cosa, pero como cualquier equipo”.
Las palabras son de Lili (Alicante, 1987). De padre español y madre croata (de ahí el apellido Steiner), de pequeña vio como la mujer que le trajo al mundo luchaba desde la distancia por mejorar las condiciones de aquellos que sufrían en la guerra de los Balcanes. Cámara de televisión de profesión, trabajó primero en Alemania, luego en Madrid y finalmente en Alicante, desde donde convencía a grandes empresarios y políticos para que le ayudaran a abastecer a la mayor gente posible. “Recuerdo de pequeñita que recogía alimentos y medicamentos en convoyes y los mandaba a Croacia. Yo estuve allí en la postguerra y recuerdo las casas llenas de bombas y balas. Fue impactante para mí pero reconfortante ver cómo ella ayudaba a su gente y se esforzaba muchísimo”.
Elsa también tiene raíces extranjeras, pues aunque ha pasado toda su vida en Madrid, sus padres vivían en Nueva York cuando ella nació (su madre, de apellido McMillan, es de Minnesota). Ambas empezaron jugando al vóley en pista, en un momento donde apenas existían clubes en playa, y mucho menos programas federativos. No empezaron en la arena hasta cumplir la mayoría de edad. “Y en otros países de Europa a los 13 o 15 años ya estaban especializados. Recuerdo viajar la primera vez a un torneo sub-19 y las chicas jugaban que yo alucinaba. ¡Pero si soy una paquete al lado de estas! (risas). Y mira ahora”, cuenta Lili. Ahora, en parte gracias a ellas dos, las cosas han cambiado mucho. Hay categorías desde alevín o infantil (sub-15, sub-17) en los campeonatos nacionales y se puede empezar directamente en voley-playa.
También se puede vivir en España de este deporte, siempre que obtengas buenos resultados y cuentes con cierto apoyo. Lili y Elsa son el mejor ejemplo, y ellas han experimentado ese crecimiento en la última década y media. “Es difícil empezar en este deporte, porque tienes que viajar mucho. A no ser que tengas una ayuda federativa fuerte es complicado despegar. Nosotras los primeros años tuvimos que demostrar nuestra valía. Fue difícil, pero te curte. Valoras lo que tienes después. A día de hoy estamos más centradas en la parte deportiva, menos preocupadas a nivel económico. Y eso obviamente te ayuda en el rendimiento”, cuenta Elsa Baquerizo.
Sin embargo, falta todavía algo importante que mejorar. “A nivel internacional hay más competiciones. Se está profesionalizando más el deporte, los patrocinadores se abren a un mercado que no conocían… pero todavía queda que la gente nos vea más en televisión mucho más a menudo. ¿Por qué hay tanto dinero en el fútbol y en el baloncesto? Porque están en televisión”, remarca Lili, que pone en valor el deporte que le apasiona. “El voley-playa es un deporte súper atractivo, que se podría aprovechar el verano, que no hay Liga. ¡No hay Liga! Surf, vela, deportes acuáticos. ¡Medios de comunicación, televisiones, hago un llamamiento! (risas)”.
La pregunta es obligatoria teniendo en cuenta que ambas están más cerca que nunca de finalizar su trayectoria… ¿hay relevo para ellas? El binomio Lili-Elsa ha sido el único que ha logrado clasificar para unos Juegos, y durante años fueron las únicas españolas que compitieron de manera internacional. Desde 2016 están saliendo nuevas jugadoras procedentes de categorías inferiores que están logrando resultados e incluso medallas, y desde hace dos años compiten hasta en los Mundiales. “La federación está apostando. Ya el llegar o no llegar depende no de cada uno, a veces no depende de ti, sino de la suerte. Hemos conocido muchas chicas tanto a nivel nacional como internacional que han trabajado duro y nunca han ido a los Juegos. Es que a veces lo das todo y no está en tu mano. Te tienes que quedar satisfecho de haberlo dado todo. Por lo menos la Federación lo está intentando. Ya se verá dentro de unos añitos si ha servido todo el esfuerzo”.
Foto: Twitter Voley Playa Liliana y Elsa
Un camino largo y pedregoso
En Tokio, la carismática pareja competirá en sus terceros Juegos Olímpicos. Pero el camino ha sido más difícil que los anteriores, primero por el embarazo de Lili y después por el aplazamiento a Tokio. Cuando volvió a entrenar, un año después, la Federación internacional (que considera el embarazo como una lesión) le había quitado el 25% de los puntos.
“Ya es bastante difícil crear vida, con todos los cambios que tienes a nivel hormonal y físico, de lo duro que es volver a entrenar, tener que esforzarte el triple porque ya no estás sola, tienes una personita a tu lado…. ¡Y que encima te penalicen por algo así! Porque a un hombre no le penalizan por ser papá. Ya es difícil dormir por las noches, tener que cambiar pañales y entrenar para que encima te quiten lo que has ganado con sudor años atrás. Estamos peleando para que se cambie porque no lo veo justo del todo”, explica Lili.
Tuvieron que pelear durante un año y medio en torneos donde disputaban hasta las previas, hasta que finalmente lograron resultados, la medalla de bronce en el Europeo y finalmente la clasificación en el preolímpico, conquistando su primer gran torneo internacional casi al final de sus carreras. “Es nuestra medalla de oro”, dicen ambas. Pero sobre todo, fue conseguir un billete a Tokio que no tenían tan claro. “Mi idea siempre fue volver, porque es el compromiso que adquirí con Elsa. Pero no sabía si lo conseguiríamos o no. No tanto por el parón, sino porque cada vez hay mejores equipos, salen niñas jóvenes, más altas, más fuertes, más guapas… (risas). La competición también estaba muy dura. Yo sabía que la parte física, que era la que estaba en mi mano, iba a dar todo para volver como me fui. Y eso lo conseguí, incluso volví mejor. Lo otro era conseguir rendir mejor que el resto de los equipos. Lo peleamos muchísimo, porque Elsa hizo un gran esfuerzo para venir a Tenerife a entrenar. Las dos sacrificamos cosas y nos ha salido bien”.
Cuando conquistaron el preolímpico y se encontraban a un ritmo espectacular por primera vez en mucho tiempo, llegó la pandemia y el aplazamiento a Tokio. “Nos clasificamos en 2019, íbamos con buen ritmo. Y de repente te cortan todo. Se ha hecho difícil, porque ha sido mucho más entrenamiento que competición. Y eso a veces cansa un poquito”, explica Elsa. “Llegamos enchufadas y nos frenaron en seco”, añade Lili.
La preparación desde entonces ha sido complicada por la ausencia prolongada de torneos, ya que no todos los promotores están dispuestos a organizar una competición con tantas restricciones de público y suponiendo una mayor inversión en cuanto a medidas sanitarias. “Muchos no se terminan de animar, prefieren esperar a que todo se normalice para entrar de nuevo en el circuito. Pero hemos aprovechado todos los que hemos podido”, aseguran. Que todas las parejas lleguen con menos ritmo puede hacer que haya más sorpresas, aunque Brasil, Estados Unidos y Canadá parten como favoritas.
“Es diferente. También hay equipos nuevos clasificados que no estaban en Rio y que ahora pueden dar sorpresas. Obviamente nosotras no tenemos 30 años, ahora tenemos 34. Pero también tenemos más experiencia. Puede pasar cualquier cosa, son unos Juegos con la competición aislada. En una World Tour jugamos tres partidos al día, aquí se juega partido un día sí y un día no. Es mucho más relajado. Las favoritas van a estar ahí, pero creo que van a haber sorpresas, esa es mi apuesta”, señala Lili. En las dos citas anteriores (Londres y Rio) la pareja española acabó en idéntica posición, un noveno puesto que no les permitió llevarse al menos el diploma olímpico. “Van a ser unos Juegos diferentes, pero los afrontamos con las mismas ganas y la misma ilusión que los anteriores. Vamos a darlo todo, como hemos hecho siempre. Cada partido va a ser una final. Intentaremos quedar satisfechas con lo que hemos hecho en el campo”.
Elsa y Lili no quieren centrar el éxito en conseguir o no una medalla, algo muy habitual entre el público español. “Es muy injusto que te digan que es un fracaso no pasar de grupo. O caer en octavos. ¿Cómo va a ser un fracaso? ¡Si solo se han clasificado los 24 mejores equipos del mundo! El hecho de ir a los Juegos ya es histórico, al menos en nuestro deporte. Resumir tu trayectoria de los cuatro últimos años como un fracaso por haber tenido una mala competición es injusto para uno mismo, para el equipo y para todo el trabajo que has hecho todos estos años”, señala la alicantina.
Foto: https://beachvolleytour.es/
Visibilidad
Si llegar es difícil, ¿por qué no se pone tanto en valor? ¿Por qué no se elogia a un deportista hasta que consigue medalla? Tanto el deporte femenino como el deporte minoritario en general tienen la oportunidad de darse a conocer una vez más gracias a unos Juegos. Así consiguieron notoriedad figuras como Carolina Marín o Mireia Belmonte, mientras otros muchos nombres quedaron en el olvido. Lili y Elsa han conseguido ponerle nombre, apellidos y una cara visible a un deporte con poca visibilidad en nuestro país.
“El deporte femenino necesita visibilidad, pero también el minoritario, que abarca masculino y femenino. Ningún deportista de cualquier otro deporte debe esperar cada cuatro años para tener visibilidad y conseguir un patrocinio. Es muy difícil ser profesional, competir cada año, entrenar todas las horas que tienes que entrenar para ser bueno. Todo el sacrificio que se hace para que luego llegues a unos Juegos y en primera ronda te digan ‘ay, es que te han eliminado en primera ronda, qué malo’. Es que se resume a eso. Quiero tirar una lanza a favor del deporte minoritario. Hace falta que se nos vea. Sin ese apoyo es más difícil ver más variedad de atletas y deportistas compitiendo en un año que no sea olímpico”, señala Liliana.
Sabe, no obstante, que para atraer la atención de las más jóvenes necesitan llegar lejos, muy lejos. “Ojalá que podamos conseguir buenos resultados, tener más visibilidad, y que cualquier niña se vea reflejada. Esto pasa en toda la sociedad: Hay pocas mujeres directivas, en el ejército, en la policía, astronautas…Hay que dar visibilidad no solo a las que consiguen medalla, también a las que llegan. Ganar es el triple de difícil. El resultado final también es cosa de suerte”.
El machismo no ha afectado en demasía a la pareja española, aunque está a la orden del día en muchos países en referencia a la vestimenta empleada en este deporte. “Se juega en la playa, y a la playa vas en bañador o bikini. No hay otra explicación. Al igual que cuando nadas vas en bañador y cuando corres los chicos y las chicas vamos con la menor cantidad de ropa posible para estar más cómodas, para la velocidad, para el calor y para lo que sea”, señala Elsa Baquerizo. La madrileña asegura que es un problema cultural de la sociedad, y que en España nunca han tenido ningún problema más allá de algún comentario fuera de tono. “Es algo que poco a poco esperemos que se vaya erradicando. Los cuerpos obviamente son bonitos porque hacemos deporte, nos cuidamos. Trabajas el cuerpo entero. Puedes mirarlo de una forma u otra, pero es lo que hay”.
Hace unos meses, la Federación Internacional intentó obligar a las jugadoras a vestir ropa larga y evitar los bikinis en un torneo celebrado en Doha, Catar. ¿La razón? “como muestra de respeto a la cultura y la tradición local». La pareja alemana, una de las mejores del circuito, inició un boicot y finalmente la Federación reculó. “Al final vestimos como nos dio la gana, incluso en bikini”.
Lo que viene después
Además de entrenar y competir duro durante tantos años, ambas lo han compaginado con los estudios para poder contar con un plan ‘B’ tras una retirada que parece cercana. Elsa está a punto de terminar su segunda carrera (tiene pendientes las prácticas en educación infantil) y Lili es graduada en Turismo. Además, cuentan con un máster cada una.
“A ver si acabo ya, estoy de estudiar hasta las narices”, dice Elsa entre risas. La madrileña reconoce que le costó mucho más sacarse la primera carrera en comparación con la segunda, ya con la UCAM. “Es otro mundo. En la otra fue muy difícil, porque las convocatorias de junio y julio no se podían ni tocar. En febrero llegábamos justitas. Tenías que ir siempre a septiembre y asistir a clase era casi imposible”.
Tras más de 15 años de trayectoria deportiva, ¿tienen alguna espinita clavada? “Te iba a decir una medalla de oro a nivel mundial. Pero ya la conseguimos tío, porque jugamos la clasificación para Tokio y esa fue nuestra medalla de oro. No nos la dieron físicamente, pero… (risas). Obviamente ganar una medalla olímpica sería impresionante, un sueño que todo deportista tiene. Pero tengo mi cupo bastante completito”. Lili es de la misma opinión. “Nunca habíamos conseguido una medalla de oro. Y la victoria en el preolímpico, dar ese pasito de decir ‘puedo ganar’ fue muy importante a nivel mental para seguir una línea de trabajo y seguir mejorando. Si eso lo podemos poner en práctica y ganar una medalla en Tokio… ¿Dónde hay que firmar? Yo estoy muy satisfecha y orgullosa de la carrera que hemos conseguido. Ojalá llegue algo más…”.
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Imagen de cabecera: https://beachvolleytour.es/
Alicante, 1991. Mi madre siempre me decía: "No sé por qué lloras por el fútbol, sino te da de comer". Desde entonces lucho por ser periodista deportivo, para vivir de mis pasiones (y llevarle un poco la contraria).
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