Estamos en abril. En circunstancias normales, la NBA estaría adentrándose en su recta final de temporada regular. Algunos equipos ya estarían pensando en el Draft, otros en rotar para llegar más o menos frescos a los Playoffs y otros estarían luchando por los últimos billetes para la postemporada. Pero la pandemia de coronavirus ha frenado en seco a la NBA.
No se sabe cuándo ni cómo volverá a jugarse, así que es el momento de pasar revista a los treinta equipos de la NBA.
Conferencia Este
Atlanta Hawks (20-47, suspenso)
Trae Young y poco más (John Collins). Los Hawks son un roster todavía muy joven, pero estar sólo por delante de los Cavaliers en el Este no es para estar orgullosos. Son el equipo que más puntos estaban encajando de toda la liga (119,7) y llevaban seis derrotas por más de treinta puntos, por 49 y 47 las más abultadas. Un triste final para la carrera de Vince Carter. Lo buenos es que tienen muchísimo margen de crecimiento.
Boston Celtics (43-21, notable alto)
La marcha de Kyrie Irving, lejos de ser un drama, ha sido un alivio. En el TD Garden tampoco echan en falta a Al Horford. Jayson Tatum (flamante All-Star) y Jaylen Brown han dado un gran y necesario salto adelante y Kemba Walker se ha adaptado a la pizarra de Brad Stevens a la perfección. El ex de los Hornets es un director de orquesta ideal sin hacer el ruido de Irving.
Los Celtics son terceros del Este gracias no solo al talento ofensivo, sino a su tremenda defensa: sólo los Raptors encajan menos puntos por partido que los Orgullosos Verdes. Y en Playoffs, las defensas siempre acaban marcando la diferencia.
Brooklyn Nets (30-34, suspenso)
Los fichajes de Kevin Durant y Kyrie Irving pusieron a los Nets de nuevo en el mapa. Los neoyorquinos iban a dar el gran salto adelante, pero han acabado siendo víctimas de sí mismos. Kenny Atkinson, uno de los creadores de la cultura que atrajo a KD e Irving a Brooklyn, ha acabado fuera del equipo supuestamente por discrepancias con sus dos flamantes adquisiciones.
Los Nets están viviendo lo mismo que vivieron los Celtics en 2018 y 2019: el mal de Kyrie Irving. Sin el base, la química parece mucho mejor entre los miembros del núcleo joven. Los fríos datos lo corroboran. A finales de febrero se anunció que el ex de Duke causaría baja para toda la temporada por una lesión de hombro. Sería cuanto menos cómico que en Playoffs (si los hubiera) los Nets también compitiesen mejor sin él. Lo mismo que sucedió en Boston.
Charlotte Hornets (23-42, aprobado)
Los chicos de James Borrego han competido mucho mejor de lo esperado. El adiós de Kemba Walker hacía a los Hornets favoritos a farolillo rojo de la NBA, pero la explosión de Devonte’ Graham y el buen rendimiento de Terry Rozier (sus 56,7 millones por tres años ya no parecen tan mal negocio) han dado motivos para la esperanza en Carolina del Norte.
Los Hornets nunca han estado realmente en la lucha por los Playoffs. Su roster, en el que todavía quedan contratos tóxicos a pesar de los cortes de Michael Kidd-Gilchrist y Marvin Williams, no da para más. Antes del parón forzado estaban en fase de pruebas pensando ya en el verano. En el año I de su reconstrucción, tal vez hayan plantado la semilla de una cultura que quizá atraiga a jugadores de nivel en unos años.
Chicago Bulls (22-43, suspenso)
Un equipo joven cuyo talento está siendo desaprovechado por su entrenador. Ese es el resumen del año de los Bulls. El mejor ejemplo es el caso de Lauri Markkanen. El ala-pívot finés ha bajado considerablemente sus números y una de las razones, problemas físicos aparte, es el esquema de Jim Boylen. El técnico ha tenido también roces con la estrella del equipo, un Zach LaVine que ha demostrado ser mucho más que un dunker.
De todas formas, los fans de los Bulls cada vez tienen más claro a quiénes señalar: John Paxson (vicepresidente) y Gar Forman (mánager general). Los gritos “Fire GarPax” son cada vez más frecuentes en el United Center, pero Jerry Reinsdorf (el dueño) tampoco se libra de las peticiones de venta.
Cleveland Cavaliers (19-46, suspenso)
A orillas del lago Erie continúa la depresión post-LeBron. Solo unos Warriors en año de transición son peores que los Cavaliers. Los pocos titulares que han generado los de Ohio han sido casi todos malos. El más curioso, el de que los jugadores se quejaban de los métodos de John Beilein por ser propios del basket universitario. ¿Qué esperaban cuando venía de veintisiete años dirigiendo a universidades? De todas formas, Beilein (debutante en la NBA con 66 años) cavó su propia tumba al tildar a sus jugadores de “pandilleros”. Acabó dimitiendo el 19 de febrero.
Kevin Love, uno de los pocos supervivientes del equipo campeón en 2016, ha dejado imágenes lamentables de falta de actitud. “Multadme, tengo mucho dinero”, fue la respuesta del ala-pívot, aunque después reconoció haberse comportado como un crío. La llegada de Andre Drummond antes del All-Star no cambió gran cosa la marcha de un equipo en el que sólo Collin Sexton ofrece algo de esperanza.
Detroit Pistons (20-46, suspenso)
El traspaso de Andre Drummond a los Cavaliers y el corte de Reggie Jackson fueron el pistoletazo de salida hacia la reconstrucción, algo que en Míchigan intentaban evitar a toda costa. Las lesiones han castigado excesivamente a los Pistons: Blake Griffin volvió precipitadamente y sólo pudo disputar dieciocho encuentros antes de recaer de sus problemas en la rodilla. Esa misma articulación dio al traste con el mejor año de Luke Kennard en la NBA (casi 16 puntos por partido).
De la temporada de los Pistons sólo es rescatable la historia de Derrick Rose. El MVP de 2011 no volverá al nivel que le hizo uno de los mejores bases y uno de los iconos de la NBA, pero ha demostrado que tiene carrete para rato. Su racha de partidos anotando 20 o más puntos (catorce) tal vez le ayude a acabar en un equipo con aspiraciones.
Indiana Pacers (39-26, aprobado)
El conjunto de Indianápolis sobrevivió a la larga ausencia de su estrella, Victor Oladipo. Gran parte de la culpa la tiene la explosión definitiva de Domantas Sabonis. El hijo de Arvydas ha conseguido lo que no pudo su padre: ser All-Star. El lituano es el tercer jugador con más dobles-dobles este año (50). Sólo Giannis Antetokounmpo y Hassan Whiteside han hecho más.
La otra nota positiva es que Malcolm Brogdon estaba justificando su contrato (85 kilos por cuatro años) acoplándose a la perfección al esquema de Nate McMillan y sólo está por ver cómo combina (sólo han coincidido en diez partidos) con un Oladipo todavía muy falto de ritmo.
Miami Heat (41-24, notable alto)
Otro equipo con sello de su entrenador. Jimmy Butler por fin ha encontrado su hábitat en la NBA tras tres cambios de equipo en tres años. El alero supera por poco los veinte puntos de media por encuentro (20,2), pero eso no importa cuando tienes hasta seis compañeros promediando dobles dígitos (el que menos, Jae Crowder, con 11,9).
Tyler Herro y Kendrick Nunn han sido dos de los novatos más destacados del año y el flamante All-Star Bam Adebayo podría ser el Jugador Más Mejorado. Otro que ha dado un salto enorme es Duncan Robinson. El alero, no drafteado en 2018, se ha convertido en uno de los mejores tiradores de la liga: 90,6% en tiros libres y 44,8% en triples. Lejos ya del ruido del último baile de Dwayne Wade, los Heat han vuelto a la pelea.
Milwaukee Bucks (53-12, sobresaliente)
El mejor equipo de la NBA. Los de Wisconsin iban en progresión hacia una campaña de 70 o más victorias… hasta que sufrieron cuatro derrotas en cinco partidos justo antes de la paralización de la liga. Si quieren unirse al club en el que sólo hay dos miembros (Bulls de 1996 y Warriors de 2016), los Bucks tendrán que ganar todos y cada uno de los partidos que quedan, siempre y cuando la NBA volviese con su calendario original.
Giannis Antetokounmpo estaba firmando números todavía mejores que los que hizo el año pasado. El segundo MVP parecía cantado y los Bucks eran los claros favoritos para ser los representantes del Este en las Finales.
New York Knicks (21-45, suspenso)
A estas alturas no sorprende ver a los Knicks en la parte baja del Este. Hubo una ligera mejoría tras la llegada de Mike Miller en sustitución de David Fitzdale, pero las gradas del Madison apuntan más alto: James Dolan. El verano de 2019 resume a la perfección su pésima gestión: Julius Randle, Elfrid Payton y Bobby Portis fueron los fichajes más destacados cuando los objetivos eran Kevin Durant y Kyrie Irving.
Los R.J. Barrett, Mitchell Robinson y compañía no están en el mejor entorno para crecer y en Manhattan ya miran a la agencia libre de 2021 (jé). Temporada y media para intentar construir una cultura hoy por hoy inexistente para que 2019 no se repita.
Orlando Magic (30-35, aprobado)
Los de Florida mantuvieron el núcleo de jugadores que les llevó a Playoffs por primera vez desde la marcha de Dwight Howard (2012). Al igual que el año pasado, los Magic se han apoyado principalmente en la defensa (son el cuarto conjunto que menos puntos por partido permite) y en el juego colectivo (hasta siete jugadores por encima de los diez puntos por encuentro).
En Orlando también está una de las historias positivas de la temporada: Markelle Fultz. El que fuera número uno del Draft de 2017 y guinda de El Proceso de los 76ers parece dejar atrás esos extraños problemas físicos que le impidieron brillar en Filadelfia y es una pieza fundamental para Steve Clifford.
Philadelphia 76ers (39-26, suspenso)
Posiblemente, la gran decepción del curso tras apostar muy fuerte económicamente por Tobias Harris (180 millones por cinco años) y por Al Horford (109 por cuatro) en verano. En total, el quinteto titular cobrará aproximadamente 105 millones de dólares esta temporada. La que viene, 130.
Los 76ers son sólidos en defensa y en casa. En ataque y lejos del Wells Fargo Center la cosa cambia. La pareja Embiid-Simmons vuelve a estar cuestionada… y no por el lado del australiano. El pívot camerunés tampoco parece mezclar bien con Al Horford. La adquisición del dominicano se vio como un golpe de efecto ya que se lo arrebataban a los Celtics y de paso se hacían con un jugador capaz de anular a Embiid. Sin embargo, Brett Brown ha tenido que relegarle al banquillo para reajustar el ataque. En el que era (es) un año decisivo para El Proceso, hay pocos motivos para confiar en que este sea el del asalto al trono del Este.
Toronto Raptors (46-18, sobresaliente)
Los Raptors son segundos en el Este haciendo todo un ejercicio de supervivencia. Las lesiones no han dejado en paz a los canadienses en su temporada de resaca post-título sin Kawhi Leonard: Marc Gasol, Pascal Siakam, Fred VanVleet, Serge Ibaka, Norman Powell, Kyle Lowry… muy pocos jugadores se han librado de estar en la enfermería una temporadita. El caso más grave es el del catalán, que se ha perdido media campaña por problemas físicos.
La marcha de Leonard ha servido para que Pascal Siakam se destape como una estrella de la liga y Nick Nurse es un claro candidato al Entrenador del Año. A pesar del calvario con las lesiones, los canadienses son líderes de la NBA en porcentaje de tiros de tres y segundos en tiros de campo.
Washington Wizards (24-40, suspenso)
Los Wizards se han convertido, por desgracia para ellos, en sus vecinos de la NFL: los Redskins. Los capitalinos tenían mimbres para intentar asaltar la cima del Este, pero las lesiones y el despilfarro de dólares han hecho que estén como están ahora mismo. El esfuerzo de Bradley Beal (30,5 puntos por partido) por intentar mantener a su equipo a flote es digno de admirar, pero el resto no da para mucho más.
Del roster de los Wizards sólo Rui Hachimura y Dāvis Bertāns (otro tirador que se ha destapado este año) parecen piezas interesantes con las que poder cimentar la etapa de reconstrucción que se viene. Tienen mucho camino por delante.
Conferencia Oeste
Dallas Mavericks (40-27, notable)
Luka Dončić no es el futuro: es el presente. Su inicio de temporada fue sencillamente espectacular y sólo un par de sustos en los tobillos le cortaron un poco el ritmo. El esloveno lideraba la liga en triples-dobles al momento del parón por el coronavirus. La otra estrella del equipo texano, Kristaps Porziņģis, estaba carburando poco a poco. No hay que olvidar que venía de estar más de un año parado por lesión.
Los Mavericks son un equipo de entrenador. Rick Carlisle ha devuelto al equipo de Mark Cuban a puestos de Playoffs (séptimos) con el mejor rating ofensivo de la liga. Un mérito tremendo teniendo en cuenta lo justos que van los texanos de talento más allá de sus dos cracks europeos.
Denver Nuggets (43-22, notable alto)
A la chita callando, como el año pasado, sólo tienen a los equipos de Los Ángeles por delante. Los Nuggets no son un equipo que se prodigue mucho en ataque (vigésimos en puntos por partido a favor) o corriendo (penúltimos en velocidad, sólo por encima de los Hornets), pero aprovechan muy bien sus posesiones (octavos de la liga en rating ofensivo).
Nikola Jokić seguía al mismo nivel del año pasado y estaba muy bien secundado por Jamal Murray y Will Burton y Michael Porter Jr. poco a poco estaba haciéndose hueco en la rotación de Mike Malone. Quien sigue cuesta abajo es Gary Harris, un jugador que aún tiene cuarenta millones de dólares por cobrar en los próximos dos años.
Golden State Warriors (15-50, suspenso)
Los todavía vigentes subcampeones son el único equipo eliminado matemáticamente de los Playoffs. Con Klay Thompson en el dique seco para previsiblemente todo el año, la grave lesión de Stephen Curry en el cuarto partido de la temporada hizo de esta una campaña de transición de facto.
Los principales fichajes veraniegos de los Warriors fueron D’Angelo Russell, Alec Burks, Glenn Robinson III y Willie Cauley-Stein. Ninguno sigue en el equipo. Un borrón en una labor prácticamente intachable desde los despachos en estos años. Los pocos partidos posteriores al All-Star han sido un casting del que saldrá la unidad secundaria del curso que viene. Un guion totalmente distinto al que se imaginaba la Dub Nation en su vuelta a San Francisco.
Houston Rockets (40-24, aprobado)
La apuesta por la dupla Harden-Westbrook no estaba funcionando. Con ese panorama, los Rockets se vieron obligaos a ir un paso más allá en su aplicación del Moreyball. Así, Clint Capela acabó traspasado a los Atlanta Hawks y P.J. Tucker (1,96 metros de altura) se convirtió en el pívot de un quinteto compuesto por él, James Harden, Danuel House, Russell Westbrook y Robert Covington. Sólo este último mide más de dos metros.
Este small ball exagerado benefició mucho a Westbrook y los Rockets ascendieron: 9-2 en febrero gracias a una defensa intensa y a la generación de espacios en ataque. Pero llegó marzo y los texanos sólo pudieron ganar un partido antes del parón (1-4). En un año tan irregular, la prueba de fuego para el proyecto radical de Daryl Morey serán, si se celebran, los Playoffs.
Los Angeles Clippers (44-20, notable bajo)
El segundo mejor equipo de Oeste deja algunas dudas. Los tan cuestionados descansos de Kawhi Leonard han sido la comilla de la temporada más ilusionante de la historia de la franquicia (por encima incluso de los años de la Lob City).
Los Clippers están entre los cinco mejores equipos de la NBA en los ratings ofensivos y defensivos. Su mente siempre ha estado en la postemporada (load managment) y lo lógico sería ver un derbi angelino en las Finales del Oeste, pero el hecho de que Kawhi y PG hayan jugado pocos partidos juntos pueda jugar en su contra ante un equipo más cocinado en ese sentido como precisamente los Lakers.
Los Angeles Lakers (49-14, sobresaliente)
El 6 de marzo los Lakers certificaron su clasificación para Playoffs siete años después. El trabajo del verano dio sus frutos. Frank Vogel ha dotado de solidez defensiva al equipo (son el tercero que menos puntos por partido encaja), LeBron James sigue hecho un chaval, Anthony Davis era un candidato serio al Defensor del Año y los secundarios han rendido bien (algunos como Dwight Howard, muy por encima de lo que se esperaba). La única pega es quizás la falta de un base puro.
La trágica muerte de Kobe Bryant y su hija Gianna a finales de enero hacía que el anillo fuese casi una obligación. Y desde luego, los Lakers estaban en la pole del Oeste para llegar a las Finales. Son uno de los grandes perjudicados del parón.
Memphis Grizzlies (32-33, notable)
El equipo revelación de la temporada y tal vez el gran beneficiado del parón. Porque si la NBA volviera dando por terminada la temporada regular y retomando directamente en Playoffs, los de Tennessee estarían en la postemporada.
Los Grizzlies de este nuevo Grit & Grind son un equipo joven y divertido gracias al que tendría que ser elegido Rookie del Año: Ja Morant. Pero más allá de los highlights que genera el base de Murray State, también hay que destacar el rendimiento del renacido Jonas Valančiūnas. Independientemente de si hubieran aguantado o no en la octava plaza, del año de los Grizzlies sólo se pueden sacar lecturas positivas.
Minnesota Timberwolves (19-45, suspenso)
Las desgracias nunca se terminan en Minéapolis. Lo único que le faltaba a los T-Wolves era que Karl-Anthony Towns sufriese un calvario con las lesiones. El pívot sólo se había perdido cinco partidos en toda su carrera (todos durante la campaña pasada). Este año iban veintisiete (más otros dos por sanción) y subiendo. Al menos el dominicano ya tiene a su lado a su amigo D’Angelo Russell a costa de un Andrew Wiggins que este año parecía que sí.
Los Timberwolves son un equipo que corre (el tercero que más), pero que no defiende (117,5 puntos de media en contra con un rating de 112,2 cada cien posesiones). Tras el cierre del mercado, Ryan Saunders se ha dedicado a probar las numeras piezas nuevas. Entre ellas, un Juancho Hernangómez que ha sido titular indiscutible desde su llegada a Minny. De todas formas, el panorama no es nada halagüeño para una franquicia con una sola presencia en Playoffs (y de milagro) en los últimos dieciséis años.
New Orleans Pelicans (28-36, aprobado)
Todo el hype generado en torno a ellos se esfumó con la lesión de Zion Williamson poco antes del comienzo de la temporada. Los Pelicans pasaron de equipo League Pass a encadenar doce derrotas consecutivas entre noviembre y diciembre. Una situación que disparó los rumores de traspasar a Jrue Holiday.
El regreso de Zion en enero fue un mensaje: los Pelicans no iban a tirar la toalla antes de tiempo. De hecho, los de Luisiana han sido uno de los grandes perjudicados por el parón, ya que estaban lanzados a por el octavo puesto de la Conferencia Oeste. Pero más allá del Fenómeno Zion, hay que quedarse con el salto adelante dado por Brandon Ingram, flamante All-Star. El alero por fin ha demostrado por qué fue número dos del Draft y se llevará un jugoso contrato este verano (si se vuelve a la normalidad, claro).
Oklahoma City Thunder (40-24, notable)
Otra de las gratas sorpresas de la temporada. Los Thunder son el quinto mejor equipo del Oeste en el año I después de Westbrook (y sin Paul George). A pesar de los buenos resultados, lo fácil hubiera sido seguir con el plan de reconstrucción y traspasar a los jugadores que parecían estar de paso (Chris Paul y Danilo Gallinari) o tenían las horas contadas en OKC (Steven Adams). Por suerte, Sam Presti decidió no hacerlo.
CP3 ha vuelto a ser All-Star en la ciudad en la que comenzó su carrera (con los Hornets por culpa del Huracán Katrina). Lo mejor es que su llegada no ha impedido que Shai Gilgeous-Alexander siga su camino hacia el estrellato. Si Presti decide mantener la base actual y aprovecha los quince picks de primera ronda que tiene para los próximos siete años, la reconstrucción en Oklahoma no será tan dolorosa como parecía en principio.
Phoenix Suns (26-39, aprobado)
No, este año los Suns no romperán su racha de diez años fuera de Playoffs, pero al menos al fin parecen tener proyecto. Devin Booker, que al fin ha sido All-Star (lesión de Damian Lillard mediante), ha encontrado en Ricky Rubio a un socio de backcourt ideal. El base español está en el mejor momento de su carrera y su contrato de tres años y 51 millones de dólares ya no parece el peor de la NBA, como se dijo en algunos medios estadounidenses.
Es cierto que los de Arizona han ido un poco a menos tras su gran inicio (la ausencia de Deandre Ayton por sanción por violar la política antidroga de la liga se notó), pero iban camino de firmar su mejor campaña en el último lustro. Yendo a lo fácil, en el Talking Stick Resort Arena vuelve salir el sol.
Portland Trail Blazers (29-37, suspenso)
Cuando tienes que recurrir a un Carmelo Anthony que llevaba un año entero sin jugar, es que las cosas han ido muy, muy mal. Pero el regreso de Melo (a un nivel más que digno, todo será dicho) no tapa el hecho de que los Blazers son una de las decepciones de la temporada.
Es cierto que los Grizzlies estaban relativamente cerca, pero no menos cierto es que en el Moda Center la defensa brilla por su ausencia: los Blazers son el cuarto equipo que más puntos recibe por noche y sólo hay tres con peor rating defensivo. Más allá de los 3,1 tapones de promedio de un Hassan Whiteside en último año de contrato, no hay nadie que aporte esfuerzo defensivo. Como siempre, todo queda en manos de Damian Lillard.
Sacramento Kings (28-36, suspenso)
Por sorprendente que parezca, los de la capital de California son uno de los grandes perjudicados por el parón forzado. Y es los Kings estaban 7-3 tras volver del All-Star e iban en progresión ascendente en otro año rocambolesco.
La decisión de Vlade Divac de despedir a David Joerger y reemplazarlo por Luke Walton fue muy cuestionada en su momento. Con el ex de los Lakers, los Kings han pasado de ser uno de los equipos más rápidos de la liga a uno de los más lentos. Walton ha tenido roces con los pesos pesados del equipo: De’Aaron Fox, Marvin Bagley, Buddy Hield… Al dueño del equipo, Vivek Ranadive, se le acaba la paciencia con Divac. Y el motivo está muchos kilómetros al este de Sacramento (Dončić).
San Antonio Spurs (27-36, suspenso)
El coronavirus sólo está retrasando lo que tarde o temprano será oficial: los Spurs no estarán en los Playoffs de 2020. Los de El Álamo llevaban veintidós presencias seguidas en postemporada, la mayor racha de la historia de la NBA junto con la de los Syracuse Nationals entre 1950 y 1971.
Los Spurs cavaron su tumba en noviembre (4-12, incluyendo siete derrotas seguidas) y en ningún momento han dado la sensación de poder revertir la situación. En una NBA en la que el lanzamiento exterior es fundamental, los texanos estaban siendo el quinto equipo que menos triples estaba anotando. Pero lo peor es su fragilidad defensiva: son vigésimo quintos en rating defensivo y son el sexto conjunto que más puntos encaja por noche. Increíble pero cierto: en San Antonio están abocados a la reconstrucción.
Utah Jazz (41-23, notable)
Rudy Gobert y Donovan Mitchell nunca olvidarán la temporada 2019-20. Siempre será el año en el que estrenaron condición de All-Star… y en el que fueron los dos primeros jugadores en dar positivo por coronavirus. Al francés le llovieron críticas por bromear con el tema dos días antes de su positivo, pero también es verdad que su diagnóstico fue lo que frenó la liga y con ello se cortó en seco la posibilidad de que la NBA causase más positivos.
Los Jazz tuvieron un inicio malo (o al menos no tan bueno como se esperaba), pero a partir de diciembre los de Quin Snyder cogieron carrerilla hasta ponerse a rebufo de los Nuggets. Más allá de Mitchell y Gobert, hay que destacar a un Bojan Bogdanović que ha superado las expectativas generadas por su fichaje (que no eran pocas). Todo lo contrario a Mike Conley.
Periodismo UCM. NBA en @SpheraSports y Sporting en La Voz de Asturias (@sporting1905).
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