Diego Forlán parece estar a un paso de volver a Europa. El charrúa está negociando su futuro con el Sandefjord Fotball, de la Eliteserien. Hecho que sumaría otro reto en su dilatada carrera profesional. Tras jugar en Inglaterra, España, Italia, Brasil, Japón, Uruguay e India, Forlán está dispuesto a poner rumbo hacia Noruega para seguir enfundándose las botas a sus 38.
Los años nos pisan los talones. Hay que viajar en el tiempo más de una década para recordar la llegada del Cachavacha a nuestra liga, procedente del Manchester United, donde estuvo a las órdenes de Sir Alex Ferguson. En su inicio en la Premier League vivió una sequía goleadora, y terminó jugando su último partido tras no seguir los consejos de Fergie sobre los tacos de sus botas. El resbalón frente a portería le delató, y el técnico le sentenció.
Se consagró en el Villarreal, proyectando un crecimiento que explotaría en el Atlético de Madrid. Bajo su melena rubia, lucía un dorsal atípico entre delanteros. El cinco del submarino deleitó con las virtudes que le hacían marcar la diferencia. Su calidad física. Una pegada de primeras prodigiosa, sin necesidad de control. Todos esos esféricos que se cruzaron con sus disparos le hicieron hacerse con la bota de oro en dos ocasiones. Dejando a las puertas de la fiesta a un goleador como Eto’o, el killer azulgrana. En la temporada 2008-2009 Forlán abrió la veda de volver a las cifras goleadoras por encima de los 30 tantos. En esa ocasión, 32 para ser exactos. Todos los goleadores que han prolongado ese trono no han bajado de ese registro.
Llegó al Atlético tras la marcha de Torres. El Niño, ídolo de los colchoneros, se había hecho mayor, y partía hacia Liverpool para aplicarse con la pizarra de Rafa Benítez. Un vacío difícil de cubrir, porque aunque su promesa de volver se ha cumplido, en aquellos momentos ninguna palabra de garantía fue de consuelo.
Sin embargo, la irrupción del Kun y la llegada de Forlán creó una pareja de socios que hizo revivir las esperanzas de un club que volvería a puestos europeos. Entre los 10 títulos de Forlán, se encuentra la Europa League y la Supercopa de Europa que logró en su paso por el Atleti. Títulos que sembrarían el inicio de la era del Cholo Simeone, que ha ubicado al Atlético en un lugar de lucha y compromiso, de exigencia y estatus. Un club que ha gestionado las salidas de sus delanteros de referencia, encontrando siempre una pieza de recambio para reajustarla a su engranaje. Algo difícil de llevar a cabo cuando los hombres que se van son acordes al salto de calidad y dejan buenos registros.
Forlán se paseó por los estadios españoles durante siete temporadas. Se reinventó a lo largo de los años, perfilando sus cualidades tanto en su hábitat natural de delantero como de media punta, con capacidad de ejecutar tantos incluso más alejado de portería. Su físico le ha concedido una llegada oxigenada, y su disparo envenenado ha deleitado a los amantes de este deporte con esos míticos lanzamientos desde fuera del área, con la derecha y la izquierda.
Antes de que llevara su equipaje a la bella Italia, su cita mundialista en 2010 fue relevante en su trayectoria profesional. Diego terminaría llevándose el trofeo que le otorgaba ser el mejor jugador del Mundial. Más participativo en la elaboración de juego, y con cinco goles anotados, fue el símbolo de una selección revelación. Tras el Maracanazo, había que remontarse al 1970 para ubicarse en su mejor clasificación, cuando la celeste logró el cuarto puesto. Algo que repitió en Sudáfrica devolviendo la esperanza a un país que se ilusionó de nuevo con el fútbol. Recibieron a sus jugadores como héroes. A gritos de orgullo que entonaban “Soy celeste”.
Tras esa actuación, Uruguay se alzaría con la Copa América en 2011. Justo se acaban de cumplir seis años de aquella final frente Paraguay, en la que Forlán dio dos goles a su selección. Significó la decimoquinta del palmarés celeste, coronándose de nuevo tras caer en semifinales en las tres anteriores ediciones. Forlán es el segundo jugador con más presencia en la selección uruguaya, por detrás de Maximiliano Pereira, y el tercer máximo goleador por detrás de Suárez y Cavani.
Tras una irregular y decepcionante temporada en el Inter de Milán, hubo que seguir su pista lejos del continente europeo. Inter de Porto Alegre, Cerezo Osaka, Peñarol y Mumbai City han escrito el resto de la carrera de Diego Forlán tras salir de la Serie A.
En 2005 fue nombrado embajador de Unicef. Ha participado en diversas campañas y en la difusión de los derechos de la infancia. Recientemente le vimos con su hijo tras el hashtag #súperpapá. También se le ha visto apoyando la fundación de su hermana Alejandra, que sufrió un grave accidente de tráfico cuando Diego tenía 10 años.
Padre por segunda vez, el jugador que ha manifestado que le habría gustado jugar en el Atleti del Cholo Simeone, quiere ampliar su hoja de servicios y retener el momento de despedirse del balón, ese compañero inseparable en la suma de sus kilómetros por los terrenos de juego. Forlán quiere más. El ambidiestro goleador de golpeo arrollador, con una potencia que recorta la distancia en el tiempo, quiere seguir buscando el gol y el regate hacía cualquiera de los dos lados. Marcar algunos más antes de colgar las botas, desgastadas de tanto chute y de todo el fútbol que resume la carrera de Diego Forlán.
Editora en SpheraSports. Especialista en Scouting y análisis de juego por MBPSchool. Sport Social Media. Eventos Deportivos
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