Este pasado 13 de junio el Athletic ha confirmado el mejor fichaje veraniego posible: La renovación de Aymeric Laporte. El joven central galo ha renovado su contrato hasta 2020 aumentando su cláusula hasta los 65 millones de euros para los dos primeros años y 70 millones de euros los dos últimos. El jugador, desoyendo los cantos de sirena del (en opinión de quien escribe) mejor entrenador del mundo (amén de a un sueldo estratosférico), muestra su fidelidad a un club en el que se siente valorado.
Tiempos revueltos
El verano de 2012, tras completar a los mandos de Bielsa una temporada maravillosa, fue aciago para la afición del Athletic. Javi Martínez y Fernando Llorente, las dos mayores estrellas de aquel equipazo, decidieron dejar el club. El ex de Osasuna lo consiguió (previo pago de 40 millones de euros), poniendo rumbo a Munich; pero el ariete, al que sólo le quedaba un año de contrato, tuvo que permanecer un año más en Bilbao pese a tener firmado un acuerdo con la Juventus.
La directiva hizo un gran esfuerzo por retener a un jugador indispensable (se le ofreció un sueldo de 4,5 millones de euros), canterano del club desde los nueve años, que había mamado los colores desde siempre, pero no bastó. Parecía que el modelo se tambaleaba, que el Athletic simplemente era un club más incluso para la gente de la casa. Ya no había ‘Guerreros’ o ‘Etxebes’. El panorama daba miedo.
La estabilidad de Valverde
La llegada de Ernesto Valverde, tras la montaña rusa vivida con Bielsa, trajo la estabilidad necesaria a un equipo con mimbres para crecer. La calma institucional se traslada al césped, los jugadores se sienten arropados por la afición y, liderados por un entrenador excelente, sueñan con ganar títulos.
Algo ha cambiado en el Athletic. Hace unos años no se pensaba en ganar títulos, podía haber algunos pocos soñadores (catalogados como locos), pero los jugadores siempre hablaban de prudencia, de ir partido a partido. Ahora no; ahora hablan abiertamente de ganar la UEL, de pelear la copa. Tienen ambición, y la ambición se antoja imprescindible para alcanzar el éxito.
El equipo viene de cuajar una excelente temporada (primer título en 31 años incluido) pero quiere más. Laporte es feliz en Bilbao, se siente importante y valorado, y es consciente de que dar un paso tan importante como el que le planteaba el Manchester City (a sus 22 años) implica un elevado componente de riesgo. Triunfar fuera no es fácil (como se ha podido ver recientemente con Llorente o Ander Herrera) y actualmente San Mames es una plaza excelente no sólo para crecer, sino para pelear por títulos.
El golpe sobre la mesa que da el Athletic es tremendo. Ha logrado retener a un central de clase mundial que a día de hoy, más aun considerando las autolimitaciones del club, es irremplazable. La renovación de Laporte es el último capítulo de la línea ascendente que lleva años siguiendo el equipo, una línea ascendente que ha dejado constancia de lo siguiente: El Athletic ha dejado de escudarse en su particular filosofía, ha vuelto la exigencia y con ella ha vuelto la ambición. No sería de extrañar que con ella lleguen los títulos.