La parte táctica del fútbol es, quizá, el arma más potente que tienen los entrenadores para poder influir en sus equipos y superar a sus rivales. Atrás quedaron los entrenadores que diseñaban equipos rígidos, sin capacidad de sorprender al oponente desde el apartado táctico, y que provocaban el anclaje de jugadores a zonas fijas de actuación.
Poniendo el foco en la Liga Santander, podemos observar cómo este apartado del fútbol ha sufrido una gran evolución dentro de la globalidad que lo configura. Los entrenadores de la mayoría de equipos de la competición intentan, cada semana, sorprender a sus rivales a través de sus planes de partido. En especial, desde las diferentes organizaciones dinámicas que proponen dentro de sus equipos.
Analizando las diferentes estructuras base que suelen utilizar los 20 equipos de la primera división española, podemos observar que los sistemas P-4-4-2, P-4-3-3 y P-4-2-3-1 predominan por encima del resto. Sin embargo, estos posicionamientos base no reflejan exactamente lo que ocurre cuando el balón echa a rodar.
Una vez el esférico está en movimiento, es ahí cuando los entrenadores intentar ajustar a su equipo estructuralmente. A través de la fluctuación de sus jugadores de una línea a otra, los técnicos consiguen generar diferentes organizaciones dinámicas en las distintas fases y momentos del juego, facilitando así conseguir los distintos objetivos operantes del juego.
Un claro ejemplo de este “juego” táctico por parte de los entrenadores, se ve reflejado en equipos como el FC Barcelona de Xavi Hernández, el Villareal de Unai Emery, o el Atlético de Madrid de Diego Pablo Simeone. Son conjuntos muy versátiles dentro del apartado táctico, capaces de adaptarse constantemente al perfil de jugadores disponibles y a las necesidades de cada partido.
Nos podemos focalizar en el pasado encuentro entre el Villareal y el Atlético de Madrid, donde ambos conjuntos partieron de la misma estructura base, la P-4-4-2. Sin embargo, la disposición de sus jugadores tanto en fase ofensiva, como en fase defensiva, fue completamente distinta.
Por un lado, el conjunto de Unai Emery se organizaba en P-3-5-2 cuando estaban en disposición de balón, buscando generar situaciones de superioridad numérica en carril central. En cambio, seguía manteniendo el P-4-4-2 en fase defensiva.
Por otro lado, el conjunto del “Cholo”, mantenía P-4-4-2 (en la 2a parte modificó su organización dinámica a P-3-5-2) en fase ofensiva, pero cambiaba su organización dinámica en fase defensiva, posicionándose en P-5-3-2, y buscando tener un mejor emparejamiento defensivo contra los jugadores rivales.
A través de esta variabilidad táctica mostrada durante el juego, ambos técnicos intentaron contrarrestar al rival, y a su vez, potenciar la idea de juego de su equipo, mostrando así la riqueza táctica que disponen ambas plantillas.
La parte más pura del fútbol, la parte táctica, sigue evolucionado al igual que el resto de componentes que configuran este deporte. Nosotros, desde MBP School of Coaches, seguiremos analizando la evolución del fútbol en su globalidad, y en especial las novedades que nos muestran los magníficos entrenadores de la Liga Santander.