Llamado a ser el líder de la defensa rojiblanca durante más de una década, por unas cosas o por otras, José María Giménez aún no ha terminado de brillar con regularidad pese a tener un presente y un futuro más que solvente. Ahora, tras los tres meses de parón, el uruguayo se erige como un bastión y al nivel mostrado en esta nueva temporada exprés está a la altura de los mejores del mundo.
Ha perdido peso, tiene una figura, sobre todo en las piernas, más definida y parece que esa puede ser la tecla que le acabe colocando en la élite del fútbol. Hace ya sieteaños que José María Giménez aterrizó en el Atlético de Madrid. Lleva casi una vida. Y hace siete años que la suya es la figura de una de las mejores promesas del mundo y que su etiqueta, pese a no estar nunca en el mercado, es una cuyo importe se acercaría a colocarle como el defensa más caro de la historia, o cerquita de ellos.
Pero con el Atleti ha sufrido vaivenes. Se disputó una posición con Miranda en el último año del brasileño en Madrid y un curso después ejerció toda la temporada de titular al lado de Godín, con la espinita de ser sentado en la final de Champions de Milán. Allí apareció Savic, que ha cautivado a Simeone y que, ciertamente, desde entonces siempre fue un pasito por delante de Josema en la rotación, con Godín como incuestionable.
Las lesiones nunca han acompañado a un Giménez, acostumbrado también a recaer de problemas nada más recuperado, que ha visto cómo sus ganas de jugar en cualquier momento le hacían ser un parche más que valioso tanto en el lateral derecho (posición que ya le era conocida de su paso por el fútbol uruguayo y por la selección Sub20) y en el mediocentro, donde fue todo un descubrimiento en partidos importantes, sobre todo uno contra el Leicester en Champions donde acaparó cada balón y encabezó las estadísticas para bien.
La salida de Diego Godín, clave para Giménez
Pero era la salida de Godín la prueba máxima de fuego que le llegaba. Con 24 años y más de 150 partidos ya como rojiblanco, en el ideario de Simeone estaba el de formar un eje de la zaga donde fueran esenciales los dos jugadores que más tiempo hace que conoce. Con Savic inamovible en el perfil diestro, el charrúa debía acoplarse al central zurdo, una posición totalmente desconocida para él, donde su compatriota había brillado durante 10 años de colchonero.
Y a Giménez no se le vio cómodo de primeras, pero es que al poco de comenzar el campeonato se lesionó. Volvió para un par de partidos, y volvió a recaer. La historia interminable. Esa que le ha hecho perderse 65 partidos como rojiblanco en siete temporadas. Más de nueve partidos por curso, o lo que es lo mismo, una salvajada, pues hablamos de que podría ser tranquilamente un muchacho de 25 años con casi 250 partidos jugados para un club. Sin lesiones, Giménez habría estado al ritmo de Koke, que va camino de convertirse, en dos temporadas, en el futbolista con más partidos de la historia como rojiblanco. No es poca cosa.
A la ecuación de las lesiones se le sumó la presencia de Felipe, inexpugnable. Un antiaéreo que se ha convertido en uno de los fichajes de la temporada y en uno de los centrales con mejor planta del campeonato. Pero tras el parón, Simeone volvió a su plan original. El balcánico y el charrúa. Y esa decisión, criticada, tuvo el refuerzo de que Felipe, a quien le estaba costando recuperar la forma (igual que le costó ponerse a punto en agosto, le cuesta mucho más llegar a velocidad de crucero), se lesionó. Y con el brasileño lesionado, Giménez ha volado sobre el césped.
Rápido al corte, más de lo habitual. Fuerte por arriba, como siempre ha acostumbrado. Amenazador en el balón parado en ataque, pues tiene un campo magnético que atrae los balones. Y un maravilloso envío de balón en largo y una salida desde atrás que mejora sensiblemente la del propio Felipe y qué decir de la de Savic, que tiene otras cualidades. Giménez, emblema rojiblanco, tercer capitán del club incluso por delante de Saúl, no se ha criado en rojiblanco pero casi lo ha mamado. Es colchonero de adopción y vive, posiblemente, el mejor momento futbolístico de su vida. Encadena cinco partidos a un nivel superlativo y parece encantado en su nuevo rol de líder absoluto. En el Atlético solo ruegan sin cesar para que no vuelva a lesionarse nunca más.
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