Las estadísticas son, a menudo, el clickbait del fútbol. Un titular con gancho, algún dato que llama la atención, un elemento a tener en cuenta… para acabar ofreciendo un contenido vacío, previsible y de mala calidad. Un cebo para meter en la cabeza de la gente aquello que interesa expandir o dar a conocer.
Muchas mentiras o discursos interesadamente manipulados se esconden detrás de las estadísticas con la intención de captar nuestra atención. Y a partir de ahí, las redes sociales (y en especial, Twitter) ejercen de catalizador imparable. Discursos que a base de repetirse durante años acaban calando en el imaginario futbolístico, y que -muy a menudo- bajo la influencia o la subjetividad que provoca en cada aficionado una corriente o unos colores determinados, pueden acabar ofreciendo una versión totalmente alterada de la realidad.
Mi reflexión viene a partir de un tuit, desde la cuenta oficial del Barcelona B, en que se destacaba que el habilidoso extremo del filial Carles Pérez se había convertido en el octavo canterano en debutar esta temporada con el primer equipo. En dicho tuit, el club parece congratularse de una estadística que, a ojos del lector/aficionado y sin profundizar mucho en ella, resulta muy destacable, atractiva. Algo de lo que sentirse orgulloso. Un brillante titular de menos de 280 caracteres que refuerza el discurso del “més que un club” o “la Masia, el futur del Barça”, dos frases bastante habituales en los perfiles oficiales de la entidad.
Pero tal como cuento en el primer párrafo, conviene ir más allá de lo que quieren hacernos leer. Tras estos debuts (también hay que decir que mejor esto que nada) hay tal cantidad de matices que uno no sabe por donde empezar. El primero es muy claro: un elevadísimo índice de minutos jugados por esos ocho canteranos han sido nada o muy poco trascendentes. En otras palabras: han tenido la mayor parte del protagonismo en partidos en los que no había algo en juego, a excepción de la primera eliminatoria de Copa del Rey ante un Segunda B, a la que cada uno le otorga el índice de trascendencia/riesgo/importancia que merece. Lo visualizamos a continuación de forma muy rápida, en modo batería.
Carles Pérez, Abel Ruiz y Álex Collado disputan poco más de cien minutos entre los tres con la Liga ya ganada. Jorge Cuenca juega sesenta minutos en Copa contra la Cultural Leonesa. Chumi, también en Copa, juega la ya citada eliminatoria y unos 50 minutos contra un Primera División, que le sirven de (injustísima) sentencia junto a Juan Miranda, quien juega exactamente lo mismo más noventa minutos de la sexta jornada de la fase de grupos de Champions, con el primer puesto ya asegurado. Moussa Wagué y Riqui Puig juegan prácticamente lo mismo en Liga, y se reduce al partido de Huesca, que pese a no tener la Liga aún ganada fue de todo menos trascendente, y el partido ante el Celta con la Liga ya ganada. A Riqui hay que sumarle media hora en Copa en la que (ay, el talento) ya consiguió levantar del asiento a parte del público del Camp Nou.
A tener en cuenta que Oriol Busquets, que disputó 57 minutos en Copa de Rey contra (adivinen) la Cultural Leonesa, no aparece en este listado porque su participación de esta temporada no ha sido a modo de debut, ya que lo hizo el año pasado en la misma competición y bajo el mismo contexto. Más allá de esto, no ha aparecido pese a ser un auténtico especialista como mediocentro defensivo, posición en la que Sergio Busquets no ha tenido este año un sustituto natural.
En definitiva, nula participación de una de las mejores generaciones de canteranos en contextos (semi)importantes a lo largo de la temporada 2018/19. Y no, no se está pidiendo setecientos minutos por temporada para cada uno de ellos, sino hacer posible que el aficionado detecte cierta dosis de progreso en una de las cosas que más orgullo produce como seguidor de un club: que la plantilla del primer equipo tenga un significativo porcentaje de jugadores criados y formados en casa. Se pide la utilización de la cantera como una solución tan legítima y efectiva como el producto importado desde el extranjero. Se conserva la esperanza de que estos jóvenes talentos sirvan como propuesta y no adorno ante la aparición de problemas y las necesidades que surgen a lo largo de un curso futbolístico. Y creernos esto último, a pesar de que empieza por ellos -el club, parte emisora-, pasa también por nosotros -la afición, parte receptora-. Si al hecho de ir contando debuts de canteranos para justificar vete tú a saber qué movidas o comparativas en relación a años anteriores le damos un valor decorativo, seremos cómplices del relato, del clickbait futbolístico que nos han plantado ante nuestras narices a modo de estadística, de titular brillante, de dato relevante.
Un consejo que seguro que ya te habrán dado: léete siempre la letra pequeña. Porque en ella pone que tal cantidad de debuts solo habrá valido la pena si algunos de ellos forman parte de la primera plantilla del Barça del futuro.
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