En Orlando, bajo el calor y la incredulidad general, el Manchester City de Pep Guardiola cayó eliminado del Mundial de Clubes ante un Al Hilal que ya no es solo el club más laureado de Asia, sino el equipo que ha escrito un capítulo inesperado en el torneo. Lo que debía ser un trámite para los ingleses, favoritos indiscutibles tras una fase de grupos arrolladora, se transformó en un partido de leyenda, una oda al fútbol imprevisible y a la ambición saudí.
El guion parecía escrito. El City se adelantó pronto con un tanto de Bernardo Silva y dominó la posesión, mientras Al Hilal resistía gracias a las manos prodigiosas de Yassine Bounou. Pero el equipo de Simone Inzaghi, recién aterrizado y ya convertido en héroe nacional, se rebeló contra el destino. Empató con Leonardo y remontó con un gol de Malcom. El City, a través de Haaland puso en tablas el marcador para alargar a la prórroga.
En el tiempo extra, fue Al Hilal quien dio el primer golpe, con un tanto de Koulibaly, pero los de Guardiola hallaron respuesta. Cuando el City volvió a igualar en la prórroga con un tanto de Foden (3-3), no se conformó con la épica: fue a por la historia.
Marcos Leonardo, el delantero brasileño que ya había avisado en la fase de grupos, firmó un doblete y fue elegido mejor jugador del partido. Su gol en el minuto 112, tras una jugada eléctrica, silenció a los campeones de Europa y desató la locura en el banquillo saudí. Los planes de Guardiola se desmoronaban en 120 minutos de puro fútbol.
El City, que llegaba invicto y con el mejor ataque del torneo, se estrelló contra la fe y el orden de un Al Hilal que ya había empatado con el Real Madrid en la fase de grupos. Los ingleses, pese a sus 21 remates y el 70% de posesión, se vieron superados por un rival que no solo defendió con uñas y dientes, sino que atacó con convicción cuando más difícil parecía. El pitido final fue una explosión de júbilo azul. Al Hilal jugará los cuartos ante Fluminense tras ganarse el derecho a soñar. Pase lo que pase, ya ha firmado una gesta inolvidable.