Rookie
del
año y objeto de admiración por parte de expertos, aficionados y compañeros de
parrilla, Johann Zarco fue uno de los grandes animadores de la pasada temporada
de MotoGP. Sus tres podios -en seco en Francia, en mojado en Malasia y en una
cerrada batalla contra Pedrosa en Valencia, donde rozó su primera victoria- le
llevaron a una meritoria sexta posición final, sólo por detrás de los cinco
pilotos que se disputaron el campeonato durante la mayor parte del año.
Unos números de debutante que no se veían desde el
asombroso estreno de Márquez en 2013, el famoso año que le llevó al estrellato
de su primera corona de MotoGP. El francés Zarco, aprovechando la coyuntura de
Yamaha, con un chasis 2016 -utilizado por los satélites Zarco y Folger- igual o más competitivo que su heredero
2017, con el que Viñales y Rossi no consiguieron salir de la irregularidad en
una temporada para olvidar en el seno de Yamaha.
Durante estos meses de halagos, Zarco no escondió en ningún
momento su objetivo a largo plazo: “Quiero la moto de Rossi”, aseguraba el
galo, aunque siempre manteniendo la humildad que le caracteriza: “Pero me la
tengo que ganar en pista”. Ahora que los resultados comienzan a darle la razón,
logrando algo que ni Cal Crutchlow, ni Bradley Smith ni el predestinado Pol
Espargaró habían conseguido: pelear con regularidad con los mejores pilotos en
cada prueba, Zarco empieza a exigir algo más.
A Zarco, de hecho, le puede ocurrir exactamente lo mismo
que al menor de los Espargaró. El piloto de Granollers llegó al box del Tech 3
con la vitola de campeón del mundo de Moto2, como Zarco, y con una promesa de
Yamaha de promocionar al equipo oficial, ‘esperando’ una eventual retirada de
Valentino Rossi a finales de 2014, tras el decepcionante 2013 del italiano. Eso
no se produjo, pues Valentino fue subcampeón y firmó un gran año, y a Espargaró
le tocó esperar. Y de tanto esperar, cuando fue Lorenzo el que dejó Yamaha, se
le coló Viñales por la derecha.
Ahora Zarco, con mejores números que el catalán, que no
logró ningún podio en el equipo satélite de Yamaha, espera que no le vuelva a
suceder lo mismo. Está en un momento su de carrera deportiva -27 años- en el
que se puede permitir un error a la hora de firmar un contrato, pero podría ser
decisivo para perder el caché que
tiene actualmente en el paddock. Con
Viñales renovado hasta 2020 y con Rossi, contento tras los primeros tests en
Sepang, relativamente contento con su nueva M1 y tanteando la opción de renovar
por un año más, a Johann Zarco se le abre una pequeña encrucijada.
¿Esperar un año más, sin ninguna garantía de que
Rossi no vuelva a renovar o que, en caso de retirada del italiano, la marca de
los diapasones opte por fichar a un piloto más contrastado, como podría ser
Márquez; o buscar otra alternativa y conseguir un manillar oficial, teniendo en
cuenta que todos los equipos potentes deben renovar a sus pilotos esta
temporada? Difícil lo tiene el francés, pues hay muchos frentes abiertos que le
pueden ser interesantes. Si Honda decide no renovar a Pedrosa, la opción de
Zarco resulta más beneficiosa a corto plazo que cualquier joven de Moto2. Si Dovizioso,
en su intento de mejorar su contrato con Ducati, recibe una negativa de Borgo
Panigale, la Ducati podría adaptarse al agresivo estilo del galo. Y por qué no
seguir los pasos de Espargaró en KTM, una montura en clara línea ascendente
desde su regreso el pasado curso. Todas estas opciones, todos estos posibles
caminos y bifurcaciones dan vueltas por la cabeza de Zarco. Y viendo cómo está
el mercado y la silly season, no debe
tardar mucho en decidirse.
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