Los colegios están llenos de niños y niñas eligiendo equipo de fútbol, elección que se hace generalmente con dientes de leche. A veces apuestan por seguir el ejemplo de un familiar. Otras, por preferir la cercanía del equipo de la ciudad. También hay niños que se suman al carro de la victoria (conozco a uno de un pueblo de Toledo que se hizo del Deportivo de La Coruña porque quedó maravillado por la Liga del 2000) y los hay que se fijan en un jugador al que querer parecerse y se ponen la misma camiseta, que ya no se quitarán aunque el ídolo se marche.
De eso se trata el fútbol, de no cambiar nunca de camiseta, por muy mal que juegue tu equipo o por muchos años que se tire sin ganar nada. Con el paso del tiempo, todo cambia: olvidas algunas caras y conoces otras nuevas, abandonas ciertos ideales y aterrizas en la realidad, te deshaces de unos miedos y adquieres otros… Lo único que se mantiene inmutable dentro de ti es la elección que hiciste sobre qué goles celebrar.
Días atrás el Atlético de Madrid lanzó una campaña en redes sociales: #NoLoPuedenEntender, unida al mosaico prepartido: Orgullosos de no ser como vosotros, en clara alusión a la afición madridista. Los rojiblancos han intentado decirle al mundo que ser del Atleti es mejor que ser del Madrid, por el mero hecho de serlo. Y han sacado pecho por cantar en la derrota, buscando un consuelo que les haga encontrar la paz, ya que no tienen la victoria. Dicen que se toman el fútbol como la vida, pero no creo que nadie se ponga a bailar cuando le llega una mala noticia. Por tanto, quizás quien llore en silencio la derrota se tome más en serio el fútbol que quien monta una fiesta.
Para acabar, me gustaría hacer mención al tema de los valores de los clubes, de los que tanto hablamos desde que Piqué los convirtió en TT. Los únicos valores que reconozco en el fútbol son los de no darse nunca por vencido y dar la mano al rival cuando se pierde, ambos aplicables a la vida real. Todo lo demás es parte de una élite económica a la que pertenecen los dirigentes, técnicos y futbolistas de los grandes clubes. También aquí están los del Atleti, no olvidemos que a Koke le atracaron en la calle y le robaron un reloj valorado en 70.000 euros. ¿Quién puede permitirse eso?
Los coches que conducen los jugadores al salir de los entrenamientos son igual de lujosos, no hay diferencias. Como tampoco hay diferencias entre aficionados de un equipo a otro, todos se alegran en la victoria y se entristecen en la derrota (aunque algunos lo expresen cantando). Todos somos iguales, sólo nos diferencia la elección que hicimos siendo niños.