El sobresaliente crecimiento y el notable fútbol esgrimido por la Lazio durante el curso pasado se ha visto mermado hasta casi desaparecer, al menos en Serie A. Las notas álgidas, el colorido de su propuesta y el juego valiente, vistoso y alegre ha dado paso, sin transición, a un equipo mustio y carente de ensamblajes que ha sepultado el gran aval de su pasado reciente para dar paso a un rendimiento grupal que ha desilusionado por doquier hasta incluso colocar a Pioli en la rampa de salida hace algunas semanas.
Pese a la comandancia ostentada por Biglia y a no haber perdido ni una sola de sus piezas por el camino, la Lazio se ha convertido, durante la presente campaña, en un conjunto con un balance ofensivo, por un lado, y uno defensivo, por otro, que viven en mundos opuestos, incapaces de hallar ajustes ni de entenderse recíprocamente. El problema de la Lazio esta temporada no es que la idea de Pioli se haya resquebrajado es que en la práctica futbolística, lo que el año pasado salía a las mil maravillas, no logra llevarse a cabo ahora ni siquiera en un mínimo porcentaje.
El remate en el área ha sido cercenado, apenas hay ocasiones generadas en el carril central ni por el nueve, ni por los extremos, ni por la segunda línea y el juego profundo ha sido sustituido por meras jugadas acotadas a intentonas individuales por las bandas. Los agujeros y despistes defensivos son, generalmente, impropios de un club que aspiraba a estar en la fase de grupos de la Champions el pasado agosto y en ellos ha residido buena parte de las razones de su inesperado hundimiento. Marcas inexistentes, lagunas a la espalda y un flojo dominio del área propia y de las segundas acciones. Ni siquiera la importante baja de De Vrij en el centro de la zafa justifica que la Lazio sea, todavía hoy, el séptimo equipo más goleado del Calcio.
Además, con el talento ofensivo desaparecido en combate a excepción del siempre voluntarioso Candreva, el trabajo de back office que apoyaba el amplio despliegue ofensivo vertical no se basta para sostener los resultados, a pesar de que el técnico laziale ha conseguido, no sin dificultad, mantener a flote a su equipo en la mitad superior de la tabla de la Serie A. Sin aspiraciones ni apuros pero a flote. Y para salvar la papeleta liguera y ganar autoconfianza y una cierta calma tensa ha sido fundamental la impoluta Europa League que están firmando hasta la fecha.
Y es que en Europa, la irrelevante Lazio de la Serie A se transforma en el equipo que fue durante toda la pasada temporada y que todavía subsiste en su infraestructura y funcionamiento. A conveniencia del contexto, los romanos han conseguido maquillar sus déficits y defectos, transformándose en un conjunto lustrosamente sólido en apariencia y que sólo se permite algunas deficiencias atrás por las que nunca termina de llegar la sangre al río. La doble personalidad italiana y europea es un hecho: la Lazio se mantiene invicta en la Europa League con cinco victorias y cuatro empates, es el tercer equipo más goleador del torneo y se muestra intratable en el Olímpico de Roma, donde sólo sabe ganar, a la espera del partido de vuelta ante el Sparta tras el válido 1-1 cosechado en Praga, con el que ya se intuyen los cuartos en el horizonte.
Los propios futbolistas han reconocido sentirse liberados de presión en la competición europea sin la necesidad de tener un antecedente inmediato tan elevado que había que aspirar a emular necesariamente como en el caso de la Serie A y con el que era arduo lidiar sin defraudar. Aunque ha batido a clubes de cierto renombre como el Dnipro, el Rosenborg, el Saint-Étienne o el Galatasaray, es evidente que la Lazio ha tenido suerte en los dos sorteos previos de fase eliminatoria y que volverá a necesitarla en la próxima ronda, si logra acceder a ella, para tratar de evitar a equipos superiores como el Borussia Dortmund, el gran coco, o el Villarreal pero tampoco debería verse inferior a ningún otro tras demostrar que la Europa League era un marco mucho más apropiado que la Champions para poder ejecutar su fútbol.
Aún en una temporada francamente triste a tenor del punto de partida, la Lazio está en disposición de volver a aspirar a las cotas alcanzadas a finales de los noventa, cuando se alcanzó la final de la UEFA en 1998 y se ganó la Recopa al año siguiente con una plantilla plagada de enormes futbolistas en la que quizá, solamente Biglia y Candreva, por calidad, y Klose, por caché, tendrían su hueco de entre los actuales miembros del equipo. Sin embargo, el fútbol es el fútbol y sus contradicciones y en el momento más inesperado y en un curso desilusionante a más no poder en Serie A, la Lazio puede convertirse en el último superviviente italiano en competición continental y se está permitiendo a sí misma soñar Europa en biancoceleste. Como en los buenos tiempos pero en los no tan buenos. Y cosas más difíciles se han visto.
Sevilla. Periodista | #FVCG | Calcio en @SpheraSports | @ug_football | De portero melenudo, defensa leñero, trequartista de clase y delantero canchero
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