El Bayern lo ha vuelto a hacer. Ahora mismo no solo ha afianzado su liderato en la Bundesliga, sino que el enfrentamiento directo entre rivales ha provocado que la ventaja que sacaba se amplíe y estén cada vez más cómodos en la tabla, que no en el juego, donde a veces se ven sorprendidos por sus rivales. Y lo de que no están pasando por un buen momento es una realidad, aunque parece un insulto viendo solo los números. Lo que está claro es que este Bayern no es el que hizo pleno la temporada pasada. Muchos podrían pensar que es incluso mejor, porque tiene más fondo de armario. Una cosa no quita la otra. Si la pasada campaña con ‘Hansi’ Flick el club muniqués parecía invencible, en esta ocasión hay varios factores que han desequilibrado la balanza. Sin embargo, ahí siguen, ganando.
El día de la visita a Sinsheim, en la segunda jornada de liga, parecía que todo iba a quebrar. El Bayern venía de no hacer pretemporada. En menos de un mes había pasado de ganar la final de la Champions en Lisboa a disputar el partido inaugural de la 2020-21 frente a un depresivo Schalke 04, al que vencieron por un contundente 8-0, prácticamente sin despeinarse. Aquella goleada presagiaba que la inercia de la temporada anterior continuaría. Pero no fue así. La Supercopa Europea ante el Sevilla la ganaron, pero les costó. Para colmo, casi sin tiempo para prepararlo, esa visita al Hoffenheim que fue tan polémica la pasada campaña se saldó con un contundente 4-1 a favor del conjunto de Sebastian Hoeness, técnico que meses antes había ganado la 3.Liga con el filial del equipo muniqués. Aquel día, con Andrej Kramaric continuando su idilio con el gol, a Flick no le salió nada de lo previsto. Había dado descanso a algunos jugadores como Goretzka o Lewandowski, que finalmente tuvieron que salir al campo, aunque no pudieron cambiar nada.
Algo había en este nuevo Bayern que le hacía ser distinto al de la temporada pasada. Era más frágil en defensa. Sin Davies, con Boateng y Alaba superados en muchas ocasiones, las dudas en el lateral derecho… El mejor equipo del 2020 tenía agujeros y algunos rivales lo sabían y lo aprovecharon. No en vano, en esta primera parte de la temporada, hasta en nueve ocasiones consecutivas el club bávaro encajó primero y tuvo que ir luego a remolque. Eso sí, siempre salían adelante. En ocasiones, como el partido frente al Mainz 05, uno de los peores equipos de la actual Bundesliga, llegaron al descanso con un 0-2 en contra y, finalmente, cerraron el marcador con un contundente 5-2.
Los seguidores de la Bundesliga nos las prometíamos felices al inicio de la temporada actual. Los partidos sin público, la pretemporada atípica, los refuerzos de algunos equipos… Parecía que la Bundesliga le iba a costar un poco este año al gran campeón. Había una esperanza por nuestra parte, aunque fuera mínima. Confiábamos en Nagelsmann, en Marco Rose, en Erling Braut Haaland y el rejuvenecido Dortmund, en el Leverkusen post-Kai Havertz, con Florián Wirtz y sus extremos dando algo de espectáculo. Nuestro gozo en un pozo. El Bayern era más débil, sí, pero siempre encontraba una mínima esperanza para darle la vuelta a la tortilla. Además, para ellos había un factor que sigue la estela de la temporada pasada, que no es otro que el grandísimo estado de forma del trío Kimmich, Lewandowski y Kimmich. Ellos tres son los que sostienen al Bayern. Nada nuevo bajo el sol. El faro, el killer y el escudero.
Incluso, esta supuesta fragilidad bávara nos ha permitido vivir algo que no ocurría desde hace dos décadas. El Bayern cayó en la segunda ronda de la DFB Pokal frente a un equipo de inferior categoría, en los penaltis. No perdían una eliminatoria desde los octavos de final de la Champions en la 2018-19, cuando les eliminó el Liverpool de Jürgen Klopp. La clave de poder nosotros seguir soñando con rivales plantándole cara al Bayern en esta liga estaba en la visita al BayArena. El Leverkusen era el líder y le sacaba un punto al equipo de Flick. Ese día fue clave porque hubo remontada bávara y comenzó una pequeña crisis en el equipo de Peter Bosz que les alejó de la cabeza.
Y no solo les pasó a ellos. No fue solo el Bayer el que se desinfló. El Dortmund perdió a Haaland y lo pagó caro. Ahora, a pesar del regreso del noruego, les sigue costando. En Leipzig tampoco se explican cómo un equipo como el suyo ha perdonado tantas veces y ha acusado la falta de acierto de cara a la portería rival. Y es que es así. No importan los demás equipos, que a pesar de ser muy buenos, no dejan de ser terrenales. No importan por el simple hecho de que existe el Bayern, quizás, el equipo mejor gestionado que ha existido jamás.
Siempre me he preguntado por qué hay tantos haters de la Bundesliga, como también hay de la Ligue 1. Leo muchas veces comentarios como: “La Bundesliga es una liga muy floja y cada vez que alguien destaca se lo lleva el Bayern”. Esa frase, muy común, es cierta hasta cierto punto. El Bayern ficha a los mejores porque es ‘El Mejor’. Pero el nivel de una liga nunca se puede medir por el éxito de un solo club. Y menos, si ese club es el Bayern Múnich, uno de los más poderosos del mundo. No en vano, el Bayern solo está implicado en 34 de los 306 partidos que se disputan a lo largo de una competición de este calibre. La Bundesliga no tiene la culpa de tener entre sus clubes a uno de los grandes de la historia. Un equipo que, a finales de enero saca una ventaja de 7 o 10 puntos de ventaja a sus rivales directos, porque estos no aprovechan los momentos de flaqueza de Flick y los suyos.
En Alemania hay muy buenos futbolistas, entrenadores y equipos que gustan, pero la competición es imprevisible. En esta temporada, quizás, hay algo tan claro como los probables candidatos al descenso, Mainz 05 y Schalke 04. Estos dos clubes tendrían que cambiar radicalmente para no verse la próxima campaña en 2.Bundesliga. El resto, la competición dirá dónde acaban. Piezas hay para enamorarse de la competición, pero claro, está el Bayern y, como ya puse antes, de eso la Bundesliga no tiene la culpa.
Imagen de cabecera: Lukas Barth-Tuttas – Pool/Getty Images
Puerto de la Cruz (Tenerife), 1983. Bloguero en fase de evolución. Amante del fútbol global, blanquiazul de corazón y rossonero por aficción a este señor deporte. Conocido en el mundillo como "Humilde Aficionado". El balón, nuestro mejor amigo.
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