En un partido bendecido y auspiciado por los Rolling Stones lo más normal es que fuera un inglés el gran protagonista. El Real Madrid ganó 1-2 el Clásico disputado en el Lluís Companys, remontando y con Jude Bellingham como gran nombre propio y claro factor determinante tras marcar dos goles en el último cuarto final del duelo. Jude es como el lunes: es inevitable, siempre está.
El Barça dominó claramente el primer acto. El tempranero gol de un İlkay Gündoğan sublime a los seis minutos de juego dotó de confianza a un Barça que volaba y mordía, maniatando en fondo y forma a un Real Madrid plano, sin ideas ni pegada. Gavi estaba omnipresente y crecido, Ronaldo Araújo secaba a un Vinicius que perdió 17 balones, y Fermín López y Joao Félix amenazaban seriamente a una zaga blanca timorata (a excepción de Dani Carvajal), coqueteando seriamente con el 2-0.
Tras la reanudación, Iñigo Martínez envió un cabezazo al palo y Kepa detuvo el posterior lanzamiento de Araújo. A partir de ese saque de esquina, los blancos agarraron el partido por la pechera, se activaron y el partido cambió. Carlo Ancelotti movió ficha y dio entrada a Luka Modric, Eduardo Camavinga y Joselu, cambios que reafirmaron claramente al Real Madrid en su búsqueda de remontada.
El Barça, fatigado por la excelente presión llevada a cabo hasta ese punto, empezó a llegar tarde y mal a las marcas en la media hora final, y eso fue aprovechado por el veterano croata y un Camavinga pletórico y clarividente desde el lateral zurdo. Fede Valverde, desaparecido y más preocupado de su espalda hasta ese momento, empezó a mirar solo hacia delante, sumar carreras y kilómetros sin que nadie lo pudiera seguir entre la tropa de Xavi.
Con el partido ya invertido y con el acoso blanco generando murmullos en Montjuic, apareció Jude. Zarpazo furibundo desde unos 25 metros en el 68′ para poner las tablas. Empezaba otro partido, Xavi quiso oxigenar esfuerzos y cambiar la inercia que estaba tomando el choque dando entrada a Robert Lewandowski, Lamine Yamal, Oriol Romeu y Raphinha. Ya era tarde, los sustitutos del Barça entraron fríos y el Real Madrid ya estaba caliente. Cuando el partido ya parecía abocado al empate, lo que no incomodaba a nadie, apareció de nuevo el corcel británico y decidió darle un plot twist a la trama: gol inesperado en el descuento, haciendo valer su llegada, su olfato y su oportunismo.
Trece goles en trece partidos para un crío de 20 años. Cifras solo vistas antes en Alfredo Di Stefano o Cristiano Ronaldo. No olvidemos que el inglés es centrocampista, atípico e impresionante, sí, pero centrocampista. Remontada blanca, bajonazo entre los blaugranas y los tres puntos más el liderato que se suben al puente aéreo con destino Barajas. El resumen de todo es que Jude Bellingham se fue de Barcelona con la ‘satisfaction’ de llevarse la música a otra parte.