Campeón del Masters 1000 de
Indian Wells. Superando en una final para el recuerdo al mejor tenista de la
historia, que además estaba imbatido hasta el momento. Juan Martín del Potro
(Tandil, Argentina, 1988) está oficialmente de vuelta tal como le conocimos
allá por 2009, cuando levantó un tal Open de EEUU.
Un tenista al que sólo le han
podido parar las lesiones. Sus muñecas han sido probablemente su enemigo más
feroz. Ese que cuando aparece y reaparece (como es el caso del argentino)
cortan la mayor amenaza de cualquier tenista: la regularidad.
En febrero de 2016 la noticia fue
que Juan Martín del Potro volvía a pisar una pista de tenis en Delray Beach. Lo
hacía desde la posición 1.024. Hasta ahí tuvo que irse tras jugar apenas cuatro
partidos en 2015 y no pisar una pista desde febrero de 2014. En Dubai (ATP 500)
se retiró en la primera ronda y en el top5.
Cuatro años después a base de
sacrificio, esfuerzo, tesón y todos los adjetivos que se les ocurran (no hay
suficientes para explicar lo que este muchacho ha pasado), Del Potro vuelve a
ver su nombre ahí. En el número 6 ATP (en Miami sumará sólo con ganar en
tercera ronda en Miami) y con poca exigencia de puntuar en casi ningún
escenario hasta Nueva York.
DelPo es sexto de la ATP a apenas 215 puntos del top5 (Zverev). Que
acabe el año en el top3 es más que probable (Cilic, número 3, está a 785
puntos). Es quizás demasiado temprano para hablar de alcanzar a Nadal y Federer
(español y suizo casi doblan en puntos, pero defienden más que nadie en 2018).
El tenis necesitaba
imperiosamente a Juan Martín del Potro. Pero no a cualquier Juan Martín. Al
mejor. Al campeón de Grand Slam en el USOpen 2009, hace nada menos que ocho
años. Un Del Potro que por tercera vez en su carrera gana dos torneos
consecutivos.
En 2008 el argentino vivió un
verano de oro levantando cuatro torneos consecutivos (Stuttgart, Kitzbühel, Los
Ángeles y Washington). 23 victorias consecutivas. En 2012 repitió en los ATP
500 de Viena y Basilea. Y ahora, en 2018 encadena los títulos en Acapulco y en
Indian Wells.
Habitualmente se dice que el
límite de uno lo pone uno mismo. El límite de Juan Martín no lo pone él porque
no tiene. El límite se lo pondrán el respeto que le tengan las lesiones. Aunque
a sus 29 años ya ha facturado suficientes problemas físicos como para que el
circuito le disfrute en todo su esplendor.
En su madurez, con experiencia y
conocedor de primera mano de la peor parte de ser deportista profesional. Ha
vivido la peor y la mejor parte del deporte de élite. Ahora le toca, de nuevo,
disfrutar y luchar codo con codo contra los mejores. Es el primer argentino que
gana un Masters 1000 desde que se llaman como tal. Su último compatriota
campeón de un torneo de la categoría fue Nalbandian en 2007 (Masters Series de
Madrid y Paris). Y es el cuarto argentino que levanta un torneo de este tipo
(Tennis Masters Series, ATP Masters Series y ATP World Tour Masters 1000).
Disfrutemos de una fuerza de la
naturaleza como Del Potro. El tenis le necesita. Campeón de Grand Slam y ahora
de Masters 1000. Sólo puede ir a más. Y sin la presión de defender puntos (y
esperemos la ausencia de lesiones, el 2018 puede ser el año de Juan Martín del
Potro.
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