En el nuevo milenio, el puesto de entrenador de la Selección Mexicana de Fútbol se ha caracterizado por ser difícil y polémico. Es el blanco favorito de un amplio sector de la prensa, la afición e incluso los dirigentes de los clubes de primera división. Quien se siente en el banquillo tricolor puede estar seguro de que no gozará de paz.
Son varias las circunstancias que apuntan a este fenómeno, pero la más clara y que absolutamente nadie se atreve a tocar en el país es la abismal exigencia que se coloca sobre las metas del representativo mexicano. Una exigencia que dista de ser un sano gen competitivo y que se basa en una percepción errónea de la calidad del equipo azteca tanto individual como colectivamente. Para el binomio prensa-afición, no ganar un encuentro de fútbol contra la selección argentina atañe exclusivamente a la cultura del esfuerzo. La diferencia de calidad técnico táctica queda en segundo plano. Es verdad que en los últimos años se han logrado victorias y títulos resonantes a nivel mundial (medalla de oro en Londres 2012, Copa Confederaciones 1999, avanzar a fase de grupos en copas del mundo sin importar la dificultad del grupo, los éxitos de las selecciones sub-17 en mundiales) pero también que se ha observado un rezago en el crecimiento del seleccionado en comparación con otros países de la zona de CONCACAF. La última eliminatoria mundialista fue un proceso que de complicado derivó en calvario y devoró ni más ni menos que la friolera cantidad de cinco técnicos entre el periodo comprendido desde el fin del mundial de Sudáfrica 2010 y la reciente destitución de Miguel Herrera por agredir a un narrador televisivo mexicano apenas en julio de este año.
Desde el año 2000, dos nombres se diferencian un de los nombres de entrenadores devorados por los procesos mundialistas: Javier Aguirre y Ricardo Lavolpe. El vasco, que no necesita carta presentación en España y recientemente involucrado en escándalos deportivos, no completo un proceso de cuatro años entre mundial y mundial, pero sí que cuenta con el respeto de afición, prensa y directivos. Tomó a la selección mexicana en 2001 y los llevó a octavos de final de Corea-Japón 2002, donde cayó dolorosamente frente a Estados Unidos. Tiempo después, en 2009, volvería a regresar como héroe para volver a salvar una eliminatoria mundialista que se complicaba demasiado, cerrando definitivamente su título popular de héroe nacional. Es lo que lo diferencia de los seleccionadores de estos últimos quince años: el consenso unánime de reconocer su trabajo y valorarlo positivamente.
El otro nombre que se diferencia claramente es Ricardo Antonio Lavolpe, nombre que debe asociarse a un par de bellos artículos de Guardiola en El País y, claro que sí, a la salida Lavolpiana (mediocentro incrustado entre centrales, los cuales se abren como laterales y…) que llevó a la selección mexicana a alcanzar sin duda su pico de juego entre 2005 y 2006. Ricardo fue un entrenador que se aparta de sus compañeros por haber completado su ciclo de cuatro años (2002-2006), el único en el nuevo milenio en hacerlo. A diferencia de Aguirre, se trata de una persona que reúne mucho odio en torno a su figura. Sus extravagantes creencias, su enfrentamiento con el popular Cuauhtémoc Blanco y su explosividad en su relación con la prensa lo dejaron sin apoyo a la hora de valorar su papel al frente de la escuadra tricolor.
La lista de seleccionadores es larga y variada: está Meza, exitoso entrenador en liga pero de triste paso en la selección pre-Aguirre de 2000 y con un partido “homenaje” en el que España estrenó su estrella mundialista contra México en el estadio Azteca, está de la Torre, que terminó sus ciclo en medio de apatía generalizada, Vucetich, otro exitoso de la liga que fue vapuleado junto a Luis Fernando Tena, ganador de la medalla de Londres. Ha pasado el explosivo Miguel Herrera, cuyas malas formas pidieron a gritos su salida de la dirección de la selección e incluso Sven-Göran Eriksson estuvo un año dirigiendo al representativo, lastrado por su desconocimiento del idioma y una fuerte animadversión por haber sido contratado por iniciativa del siempre polémico Vergara. En suma que no le dejaron trabajar.
Y ahora… Osorio
El 26 de julio de 2015 México derrotaba a Jamaica en la final de la Copa Oro, el torneo de selecciones nacionales de CONCACAF. Al día siguiente, en el aeropuerto que llevaría a la delegación mexicana de vuelta al país, Miguel Herrera, todavía seleccionador, agrede física y verbalmente a Christian Martinoli, comentarista que se había mostrado muy crítico por el funcionamiento reciente del equipo en Copa América y el torneo ya mencionado. El suceso se salda días después con la destitución de Herrera.
La vacante surge de forma intempestiva y nuevamente con un proceso mundialista inconcluso. La primera opción para dirigir era Ricardo Ferretti, finalista de la Copa Libertadores que ganó River Plate en el Monumental. Sin embargo, y a pesar de aceptar un interinato de cuatro partidos, “final” con Estados Unidos por el pase a la Copa Confederaciones incluido, el entrenador de Tigres decidió no seguir al mando.
La decisión recayó sobre Guillermo Cantú, secretario general de la FMF (Federación Mexicana de Fútbol) quien ha decidido dar un giro de timón contratando a Osorio. El colombiano fue presentado oficialmente el 14 de octubre. El anuncio desató un aluvión de críticas en las que se veía, desgraciadamente, los grandes defectos del fútbol mexicano en sus dirigentes, aficionados y medios de comunicación. En una situación totalmente ajena a la realidad, se esperaba el fichaje de Klopp, de quien ya se rumoraban contactos con Liverpool, o de Bielsa, quien había dado a conocer que su salida del Marsella no significaba la búsqueda de dirigir en otra parte. Es lastimoso decirlo, pero el principal fundamento para menospreciar el fichaje de Osorio fue el desconocimiento total del personaje, a pesar de que en 2012 tuvo un breve paso por el fútbol azteca. Dirigió al Puebla, equipo siempre en batalla por no descender a la Liga de Ascenso con el que llegó a encadenar cinco derrotas consecutivas y del que prefirió dar un paso al costado.
¿Quién es realmente Osorio?
Se trata de uno de los entrenadores más preparados de todo el continente americano. Tanto a nivel de estudios como de experiencia y títulos. Seguramente está en el top-5 de las ligas americanas. Su preparación como profesional incluye cinco años en el Manchester City como preparador físico y auxiliar técnico. Ya antes se había especializado en Ciencias Superiores del Deporte en la Universidad de Liverpool, a donde llegó como Licenciado en Ciencias del Ejercicio Físico y del Rendimiento Humano.
Tras pasar por el siempre difícil Millonarios de la actualidad y un paso por la MLS que le permitió alcanzar instancias finales en clara ascendencia de rendimiento, Osorio lograría con el Once Caldas su primer título colombiano, además de dignas actuaciones en Copa Libertadores y torneo local. Vino entonces su pasó por el ya mencionado Puebla de México y entonces, ahora sí, su impresionante etapa como entrenador del Atlético Nacional de Medellín. Sus victorias y campeonatos en las competiciones domesticas alternaron su proceso con buenas actuaciones internacionales, proceso que concluyó con la final de la copa sudamericana: enfrente tenía a un River Plate con un hambre histórica. La derrota en la final no opacó su gran trabajo fortaleciendo el club verde con un juego fuerte y grandes ventas de jugadores, que le valieron fichar por un Sao Paulo, impresionado por un cruce en sudamericana, en mayo de este año.
Tácticamente
Basándonos sobre todo en su trabajo con Atlético Nacional, podemos decir que Osorio es un técnico al que le gusta proponer pero que es permeable a las características de su rival y de sus jugadores. La vasta experiencia de haber pasado por ligas de tan diferentes culturas y niveles (Inglaterra, Estados Unidos y Brasil, por ejemplo) le da una ventaja de comprensión automática. Su sistema 4-3-3 apuesta por el vértigo en los extremos y por la presión alta. Debemos decir que se siente ligeramente más cómodo si el rival viene a buscarlo y hay igualdad de condiciones. Dicho de otra manera, se le dificulta el ataque posicional contra equipos cerrados, pero goza de competir contra rivales de altura, sirva de ejemplo la final de ida contra River Plate, en la que metió en serios problemas al equipo de Gallardo mediante fugaces transiciones ofensivas por la banda derecha.
Ni el dominio ni el repliegue le son desconocidos, pero si se ha notado cierta lentitud en sus arranques con sus nuevos equipos, cosa que no es nada de otro mundo, pero que sirve para advertir a la afición mexicana de que probablemente deba de armarse de paciencia en estos primeros meses. Finalmente ha llegado su primer convocatoria, en la cual se aprecia claramente la ventaja de que sea extranjero: no hay amiguismos ni preferencias, están, simple y llanamente, los jugadores mexicanos que mejor nivel tienen en la actualidad. Se observa la presencia de gente dura en el mediocampo y de recorrido, como los esmeraldas Vázquez y Peña, y de potentes extremos como Corona, Aquino y Damm. Inicia un largo camino y que seguramente, por el tamaño del desafío, presentara muchas incomodidades a Osorio. Su ventaja, es que está sobradamente preparado.
CONVOCATORIA
PORTEROS: Alfredo Talavera, Moisés Muñoz, Guillermo Ochoa.
DEFENSAS: Paul Aguilar, Diego Reyes, Hugo Ayala, Héctor Moreno, Oswaldo Alanís, Jorge Torres Nilo, Luis Fuentes, Miguel Layún.
MEDIOS: José Juan Vázquez, Alejandro Castro, Héctor Herrera, Jonathan dos Santos, Andrés Guardado, Jürgen Damm, Carlos Peña, Carlos Esquivel, Jesús Manuel Corona, Javier Aquino.
DELANTEROS: Carlos Vela, Oribe Peralta, Javier Hernández y Raúl Jiménez.
1990, León, Guanajuato. Abogado mexicano. Apasionado y estudioso del periodismo deportivo.
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