Un icono del rugby. La aparición de Jonah Lomu cambió para siempre este deporte y su concepción mediática. Un jugador que se convirtió en el gran ídolo de masas, globalizó en cierto modo el rugby, que llegó de su mano al gran público -el Mundial es uno de los eventos deportivos más seguidos-, y fue uno de los símbolos que desencadenaron su evolución hacia el profesionalismo.
El antes y el después lo marcó el Mundial de 1995. Un evento recordado por el triunfo de Sudáfrica tras superar el Aparthied de la mano de Mandela, pero también por la irrupción en el panorama deportivo de Jonah Lomu: 20 años, un ala devastadora cuya fuerza, velocidad y potencia le convirtieron en uno de los mejores jugadores de la historia y una leyenda del rugby por su influencia en el próspero devenir de este deporte. Su partido de semifinales contra Inglaterra será siempre uno de los grandes hitos de la historia del deporte. Una humillación, simbolizada con el espectacular ensayo en el que literalmente se llevó por delante a los jugadores ingleses. Una superioridad descomunal que influyó de manera importante en la decisión de dejar atrás el amateurismo en la élite del rugby.
Una nefritis, una importante enfermedad renal, le lastró desde entonces en su carrera y en su vida. Tuvo que retirarse de la actividad deportiva tres veces, antes de abandonar los terrenos de juego definitivamente, se sometió a dos trasplantes de riñón y su vida por momentos fue un calvario. A pesar de todo, Jonah Lomu nunca dejó de ser un ídolo de grandes y pequeños, el mejor icono que podía tener el rugby.
Comprometido con este deporte hasta el último día, Jonah Lomu estará presente siempre en el corazón de todos los amantes del rugby. Descanse en paz.