Se han cruzado la de cal y la de arena, la cara y la cruz y el vaso medio lleno y medio vacío. El mejor momento a nivel deportivo del rugby nacional se ha topado quizás con el peor a nivel institucional. España, que se ha quedado fuera del próximo Mundial (Francia 2023) en los despachos, pese a ganarse su plaza en el verde, se ha encontrado con una situación que le es tan familiar como dolora. Hace cuatro años, otra reclamación dejó al XV del León fuera de una cita mundialista, esta vez en Japón. Quiere la mala fortuna que en ambas ocasiones se haya debido a una alineación indebida para la que la Federación no ha tenido respuestas.
Y en estas, llegan los Classic All Blacks para medirse a los Leones. Bautizado como The Match, lo que debería ser una fiesta y el momento cumbre del rugby patrio, se terminará convirtiendo en un evento agridulce y que perderá esa etiqueta especial. Formado por jugadores en activo, aunque retirados ya de la selección y con pasado en ella, los Classic All Blacks llevan una semana de paseo y homenaje por toda la capital española esperando a que el sábado a las 21h empiece a rodar el oval justo después de la interpretación de su famosa Haka.
El escenario no puede ser mejor. Un Wanda Metropolitano a rebosar. Se espera una entrada cercana a los 50.000 espectadores para un partido que debía haberse celebrado hace dos años, pero que primero se suspendió por la pandemia y después se volvió a aplazar porque la organización no quería que las limitaciones de aforo pudieran dejar fuera a miles de personas que quisieran vivir este evento único.
Dirigidos por el histórico Tana Umaga, jugador franquicia de Hurricanes, los neozelandeses se presentan en la capital española con jugadores más que reconocibles, como es el caso de Luke McAllister, quien jugó el Mundial 2007 y que cuenta en su haber con una proeza: en 2012, siendo jugador del Toulouse, anotó todos los puntos de su equipo en la semifinal y en la final de la lucha por el campeonato galo.
Si uno ha estado estos días por los puntos más céntricos de Madrid y se ha cruzado con una excursión de gigantes vestidos con polos o camisetas negras, pero no ha sabido quienes eran, es que se ha visto la cara con algunos de los mejores jugadores del mundo de rugby. Aterrizaron en la capital la semana pasada y su primera visita fue el domingo al Wanda Metropolitano, para reconocer ese estadio donde se medirán mañana a España y para ver el Atlético de Madrid-Sevilla, animando a los colchoneros (accedieron a todo tipo de juegos de palabras y aprendieron los cánticos de los aficionados) y alucinando con el ambiente. Después visitaron el Palacio Real, en el marco de las festividades de San Isidro, para interpretar una Haka a la que acudieron miles de curiosos. Han estado paseando por el centro, han ido a entrenar con el Atleti a Majadahona, han realizado una cena abierta con Patricia García, ex jugadora de la selección femenina, han comido con Chicote, fiel amante del rugby, en la Puerta del Sol, han dado clinics en escuelas de tecnificación e incluso han acudido a La Resistencia, el programa de David Broncano, como invitados de lujo.
Su cara más visible y ese que reclama casi todos los focos es seguramente Dan Carter, uno de los mejores jugadores de todos los tiempos, ganador de dos mundiales (y un tercer puesto), que decidió retirarse hace apenas unos meses y que ha sido el último en unirse a la expedición. Eso sí, Carter no jugará, sino que hará labores de embajador. Quien sí estará es Conrad Smith, otro doble ganador de la Copa del Mundo que desde 2016 es, además, Miembro de la Orden del Mérito de Nueva Zelanda.
En el otro lado de la melé se encontrará una selección española herida, dolida en el orgullo y necesitada de cariño para cerrar una herida que, realmente, jamás sanará. Dos ciclos de cuatro años se han acabado logrando objetivos en el verde y perdiéndolos en los despachos por decisiones que castigan a los que se dejan todo en el barro pese a no tener ninguna culpa. España se acoge a una última decisión del tribunal que decida castigar únicamente al jugador que recurrió en la irregularidad (se sabrá la próxima semana), pero más bien se trata de no perder una esperanza que realmente no existe si uno lee bien la reglamentación de World Rugby. Serán mínimo cuatro años más para intentar estar en un Mundial, lo que cierra un ciclo de 12 años que hará prácticamente imposible, por edad, que los jugadores que no pudieron ir en 2019 ni en 2023 vaya a tener alguna opción en 2027. Y eso para los que decidan quedarse después de tanta negligencia.
El sábado habrá día especial en los alrededores del Metropolitano para todo el amante del rugby. Desde las 12h habrá juegos para los más pequeños, pero también para los mayores, así como comida y bebida. Todo se amenizará con música y con tres grupos diferentes que darán conciertos a lo largo del día. A las 17h harán su presencia Las Leonas, el equipo español femenino que acaba de ganar por novena vez el Campeonato de Europa (sexta consecutiva) para dar luego relevo a diferentes bailes de un grupo maorí. A las 20h finalizará la fan zone para que todo el mundo vaya ingresando al estadio, pero una vez terminado el partido se reabrirá para disfrutar del clásico tercer tiempo hasta la 1 de la madrugada.
Imagen de cabecera: Getty Images
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