Hay comportamientos que nos definen de maravilla como país. Veo colas kilométricas de personas que tuvieron 20 años para convertir sus pesetas en euros, pero decidieron esperar hasta el último suspiro. Un clásico. Es lo mismo que los ingleses celebrando los tantos de Sterling y Kane, con un final que tenemos clarísimo: embadurnados de cerveza en el suelo. Esas repeticiones a cámara lenta, cuando la pelota está entrando mientras la gente sigue el balón con fervor, nos dan la vida. Inglaterra está en cuartos de final tras superar a Alemania. Y no es normal.
Los entrenadores tienen traumas que vivían de futbolistas. Los males les persiguen de por vida hasta haciendo la compra, así que imaginen en el verde. Gareth Southgate no tuvo una tremenda carrera: era un lateral derecho en los tiempos en los que ser lateral, normalmente, era un espacio reservado para los menos duchos del equipo en cuanto a habilidad. Le acompaña, además, ese mantra infinito sobre el penalti fallado ante los germanos en 1996. Por ello, quizás, el miedo sigue apoderándose de uno aunque se ponga el traje a medida de técnico, con la raya al lado y el discurso progresista. Cuando dejas de celebrar y estás para bajar los humos. Así, con el vértigo como compañero de viaje, quiere ganar la Eurocopa ese cuadro que durante mucho tiempo se le ha denominado como “los pross” en España. Dejémoslo ir.
Cambiaron su esquema los anfitriones a sabiendas de la complejidad de defender a una defensa de cinco. Bien lo sabe Nelson Semedo, protagonizando a una Bridget Jones de desgracia en desgracia en la tarde muniquesa; siempre superado por Robin Gosens. Los ingleses se parapetaron en un 5-4-1 en el que siete de los diez futbolistas de campo tenían un perfil defensivo, sin contar a un Bukayo Saka que este año, en una gran mayoría de partidos con el Arsenal, ha sido carrilero. Así es, en muchas ocasiones, el fútbol de selecciones. El tiempo para matizar a tu plantilla es cortísimo. Los amistosos y los duelos clasificatorios de meses previos, además, no son reflejo de lo que se ve cuando suena la canción oficial de la Eurocopa. Todo cambia cuando arranca lo serio.
El perfil del seleccionador, con una ristra de talento desperdiciado en el banquillo, y el fatídico pasado son contrapesos para una selección ordenada, con poquísima sinvergonzonería, que tiene un camino afable para levantar el trofeo. Ya sabemos que debería volver a casa, pero esta historia la conocemos más que Operación Camarón y las calabazas a Mario Casas. Cuando en el fútbol parece que todo está de cara, algo se tuerce. Que se lo pregunten a Southgate.
Imagen de cabecera: @England