La temporada del Granada va a terminar tan mal como se preveía: con el descenso ya confirmado a la Segunda División del fútbol español. Y la etapa de Tony Adams al frente del equipo ha discurrido tan mal como la mayoría de aficionados habían aventurado al enterarse de su contratación como técnico.
Cuatro partidos, cuatro derrotas, un gol a favor y nueve en contra. El gol de Adrián Ramos, uno de esos fichajes extraños de los nazaríes, contra la Real Sociedad, supuso el primer tanto del equipo con Adams en el banquillo, 330 minutos después. Sin embargo, la derrota certificó el esperado descenso del Granada.
El descenso ha llegado en la sexta temporada consecutiva del club en Primera División. Desde su retorno, siempre ha bordeado la zona roja, salvándose siempre en las últimas jornadas y sin superar nunca los 42 puntos. En las dos últimas temporadas ni siquiera había alcanzado la barrera de los 40 puntos, pese a lo cual había conseguido mantenerse.
Este año el desastre se ha gestado en un caos absoluto: por el equipo han pasado cuatro entrenadores (Paco Jémez, Lluís Planagumà, Lucas Alcaraz y Tony Adams) y hasta 33 futbolistas (24 fichados esta temporada, seis en invierno). Además del dudoso récord de convertirse en el primer equipo que juega con once extranjeros de once nacionalidades diferentes. Una inestabilidad que ha hecho inviable cualquier intención de salir adelante en la élite.
Solo cuatro victorias en toda la temporada: Sevilla, Las Palmas, Betis y Alavés, todas en casa y la primera de ellas en diciembre. El fracaso no solo es evidente. Es merecido. Tocará repartir desde Segunda División, con Adams en la sombra y otra dirección desde el banquillo.