África es tal vez el continente que más ha sufrido en la historia injusticias, especialmente, entre seres humanos como con la propia naturaleza. Países que todo el mundo conoce más por las noticias que llegan, que por la propia historia del lugar. Mali, Senegal, Sierra Leona, Nigeria, Sudáfrica, Marruecos, Libia…. naciones que están tan cerca y se sienten en muchos casos, tan lejos.
Uno de los casos a tener en cuenta es Chad. País que ocupa un lugar importante en el índice global de hambre, con casi toda su población rural y además, por debajo del umbral de la pobreza. Sequías periódicas, unidas a lluvias impredecibles, plagas de langostas y con unas prácticas agrícolas insostenibles, hacen de este país que parezca más alejado de lo que está, si no fuera por actos que le permite no decaer en la ignorancia y desconocimiento.
Y uno de los causantes de esto, tiene su lugar en la “Fundación Ramón Grosso”. Ha creado una escuela de gimnasia artística en Chad. Posiblemente sea uno de los deportes más encauzados hacia las niñas que son, reconocidamente, las que más sufren y se encuentran vulnerables en gran parte de la sociedad.
En esto se busca aportar confianza, valores y, principalmente, dar a conocer esta especialidad que, hasta ahora, no existía en el continente africano. Un plan ambicioso, cuyo mayor objetivo es participar como equipo invitado para los JJOO de 2028. Unos juegos por ahora alejados, pero no por ello algo imposible de realizar.
La primera piedra tuvo lugar hace ya dos años en el colegio «Saint François Xavier» de Toukra, escuela jesuita con 650 alumnos. En octubre tuvo lugar una selección de cien niñas de edades entre 8 y 16 años para comenzar su formación en este deporte.
Como cabezas visibles o importantes de este reto según Ramón Grosso (Presidente de la Fundación Ramón Grosso), son: Sylvia García (directora de la escuela de Gimnasia Artística de Pozuelo), que, junto a otros entrenadores, llevaron una metodología para la formación personal y humana de las pequeñas; el Padre Camille y los socios de la Fundación. Para Ramón, ella es ‘El Corazón’ del proyecto, el Padre (persona que lo es todo en el centro jesuita) al que considera que es “todo positivismo y buen corazón”, ‘El Proyecto’. Y por último, pero no menos importante, los socios, los cuales gracias a sus aportaciones permiten realizar ésta y otras acciones, dando mil gracias a cada uno de ellos. También cabe señalar el ánimo que les dieron desde un principio los seleccionadores nacionales artísticos de Francia y Australia.
Ramón nos contó que todo empezó tras reunirse con el Padre Camille en la Fundación Real Madrid. Ambos fueron a ver un Torneo Internacional de Gimnasia artística en Pozuelo, donde Sylvia se encontraba realizándolo y, a su vez, participando. Al sorprenderse el jesuita con este deporte pidió a ambos si podía realizarse en su colegio. Y a partir de ahí todo comenzó.
A pesar de las dificultades que encontraron (incluyendo algún problema de visado…), el lugar, que a priori, no ayudaba mucho, e incluso se encontraron con problemas que no habían visto antes como la deshidratación; se terminó realizando. En esto Ramón da mucha importancia a Sylvia: “Sería muy difícil encontrar sería muy difícil encontrar a alguien que tuviera el valor de ir hasta este país y hacer lo que hace ella, lo que ha hecho y lo que quiere hacer”. El desafío con el que se encontró ella fue ante todo un reto. La llave que la hizo meterse de lleno en el proyecto fueron las palabras del Padre Camille: “si le ponemos ilusión y empeño lo conseguiremos y además haremos felices a muchas niñas”.
Además de lo anterior, las condiciones para realizar el proyecto no eran muy halagüeñas. No obstante, y aunque Sylvia, inicialmente, se mostró disgustada por lo poco que se sabía realmente de cómo estaban las cosas en el país; para ambos ha sido una de las experiencias más inolvidables de sus vidas. Especialmente gracias al cariño y a la ilusión que todo el personal que se encontraba en el colegio, tanto profesorado como alumnos. Les dieron además de innumerables muestras de agradecimiento.
Para ella fue espectacular: tuvo la satisfacción de ver cómo las ganas que mostraba al ser una actividad que le encanta, eran respondidas sino en mayor medida, al menos de igual manera por las propias niñas. De hecho según sus propias palabras «es algo maravilloso el hecho de sentir que una niña es igual nazca donde nazca y así, demostrar la igualdad de los seres humanos a pesar de que realmente las oportunidades, desgraciadamente, no son iguales».
Además de este, otros de los proyectos que los socios dan posibilidad a realizar tienen lugar en el país y especialmente en ese colegio. Son: la construcción de pozos de agua, intentando subsanar algo la desertización que sufre el país; además de la creación de un taller de ganadería y otro de agricultura. Allí los niños van aprendiendo oficios y así, cuando sean mayores, puedan gestionar los recursos naturales, así como tener conocimiento de ellos. Además de una escuela de fútbol y otra de baloncesto. Ramón además señala que este año quieren “empezar con apadrinamiento para comedores y escolarización de los niños”, demostrando estar absolutamente volcados con los niños que van a esa escuela.
Como podemos comprobar la fundación está no solo para el deporte sino para algo más y eso es de agradecer. Para más información nos facilitaron varios enlaces y RRSS de la Fundación Ramón Grosso:
Madrid. 1989. Periodista. Cada nueva experiencia es una nueva forma de aprender de todo. Siempre positivo, nunca negativo. Ganar jugando bien. La gran incógnita, ¿cómo se hace?
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