Mónaco llegó a la Euroliga en la temporada 2021/22, tras ganar la EuroCup en 2021, es decir, aunque era un proyecto de gran poderío económico y Mónaco podía ser un mercado interesante para la Euroliga, se ganó estar en la máxima competición europea por méritos deportivos. Desde su llegada, ya se consolidó como un proyecto fuerte y competitivo, y en tan solo dos temporadas consiguieron llegar a la Final Four (Kaunas, 2023).
En pleno 2025, ya podemos hablar de ellos como uno de los 4-5 grandes proyectos del baloncesto europeo, por plantilla, competitividad y dinero. Pero también nos queda la sensación de que, durante todos estos años, les ha faltado algo para terminar de creérnoslos como un candidato de verdad al título. Consiguieron hacerse con Mike James, jugador franquicia al que renovaron el pasado verano, y en torno a él lleva girando el proyecto desde que entraron en la Euroliga. El actual MVP de la competición es un fuera de serie, pero, a sus casi 35 años, todavía no ha sido campeón de Europa. Está claro que él solo no puede, y la tarea de estos años desde los despachos ha sido intentar rodearle de la mejor manera posible. Se ha firmado a grandes jugadores, pero ninguno ha dado el nivel como para poder formar, junto a Mike James, una dupla temible como, por ejemplo, sí logró Efes con Larkin (un perfil “parecido” a James) y Micic.
Sin embargo, dentro de todos los esfuerzos de estas últimas temporadas, el más destacado ha llegado este pasado verano y durante el transcurso de la vigente temporada. El enfoque de Mónaco era claro: se necesitaba un perfil de exterior con experiencia y capacidad de pase que fuese compatible con Mike James, y el elegido fue Nick Calathes, quien fuese su verdugo en los pasados playoffs vistiendo el amarillo y azul de Fenerbahçe. Otro punto de mejora era la posición de pívot, y se firmó a Papagiannis por la sinergia que tiene ya creada con Calathes (compañeros en Panathinaikos, Fenerbahçe y la selección griega). Pero los del Principado fueron más allá y en ese esfuerzo por convertirse en un aspirante, dieron el pelotazo fichando a Furkan Korkmaz desde la NBA, un fichaje que ha acabado siendo una gran decepción. El turco llegó fuera de forma, nunca llegó a adaptarse y en enero acabó firmado por el Bahçesehir.
Pero el salto definitivo de Mónaco no ha llegado hasta ahora, hasta marzo de 2025. Primero, con la llegada en noviembre del ‘GOAT’ Vassilis Spanoulis al banquillo. Un Spanoulis que, a pesar de su corta experiencia como entrenador, ya ha demostrado que en él hay madera de grandísimo técnico. Y después, con el que, para mí, puede ser el movimiento que diferencie a Mónaco entre ser un equipo de playoffs y ser un equipo campeón: el fichaje de Daniel Theis.
El alemán es un pívot consolidado en la élite europea, sus años con bastantes minutos en la NBA y sus actuaciones con la selección alemana (actual campeona del mundo) le avalan. Y al Mónaco, que tiene una línea exterior de primer nivel, le seguía faltando esa pieza diferencial en el 5 que le diese sentido a todo y que pudiese causar estragos tanto en las defensas rivales como en sus ataques, porque el teutón es un defensor de élite absoluta.
Con su llegada, la plantilla está mucho más compensada en cuanto al nivel de todas sus posiciones:
- Mike James y Calathes como pareja de bases. Muy distintos y compatibles.
- Okobo como combo, capaz de jugar al lado de cualquiera de los bases y de llevar el peso anotador y la generación sobre bote, acompañado de Loyd, gran tirador y Strazel, otro combo con puntos.
- Alpha Diallo y Blossongame, dos stoppers de élite europea que no necesitan meter puntos y cuya misión es marcar la diferencia en defensa. Además, la clave es que pueden rellenar la posición de ala-pívot, que es la más floja de la plantilla.
- Theis como estrella del equipo junto a James y como director de la defensa, acompañado de pívots muy diferentes entre sí como Papagiannis, Motiejunas y Jaiteh.
Spanoulis tiene ahora una plantilla muy completa a la que solo le falta tiempo para hacerse del todo a su nuevo jefe. Una vez lo consigan, la posibilidad de hacer algo grande está ahí, y no es pequeña.