El fútbol africano vive tiempos de transición, de cambio. No es una opinión, es un hecho. Los principales iconos balompédicos del continente negro están en el ocaso de su carrera deportiva y las nuevas generaciones de futbolistas africanos deben dar un paso al frente. No es una opción, es una obligación.
Los hermanos Touré, Drogba, Eto’o y Adebayor son seguramente los grandes iconos de una época dorada del fútbol africano. Cuatro futbolistas que supieron tomar el testigo de gente de gran nivel como fueron los Nwankwo Kanu (Nigeria), George Weah (Liberia), Abedí Pelé (Ghana) o Roger Milla (Camerún). En estos momentos necesitan relevos, gente que asuma galones, que enamoren a los europeos, que sean bandera del fútbol africano y que vendan camisetas. Lo necesita ya.
Costa de Marfil es probablemente quien más está acusando esta transición, no tanto a nivel deportivo, pues se acaban de clasificar para la Copa de África de 2017, que tendrá lugar en Gabón, pero sí a nivel de imagen y liderazgo. Los hermanos Touré, Zokora, Kalou y Drogba están pegando sus últimos coletazos como futbolistas activos, y la influencia de dichos ‘capos’ no es fácilmente asumible por la gente más joven. Eric Bailly (ManUtd), Serge Aurier (PSG), Jean Michaël Seri (Niza) o Wilfried Bony (Stoke), parecen destinados a tratar de continuar una senda trazada por elefantes de peso, mediáticos y de gran nivel.
Algo parecido ocurre con Camerún, y es que el legado de Samuel Eto’o (sigue activo en el Antalyaspor turco a sus 35 años) es enorme y su sombra sigue siendo alargada. Aboubakar (Besiktas), N’Jie (OM) y Moukandjo (Stade Reims) tienen la responsabilidad de reemplazar a uno de los mayores iconos del fútbol africano de los últimos 15 años.
En Nigeria, a pesar que se echa de menos el talento que desprendían los Okocha, Finidi o Kanu, la transición parece más dulce, y es que la medalla de bronce obtenida en los Juegos de Río parece dotar de sentido y optimismo al devenir más inmediato de las Águilas Verdes. El equipo sigue sosteniéndose sobre ese pilar que es John Obi Mikel y el enorme potencial ofensivo que presenta gente como los ‘británicos’ Emenike, Ighalo, Musa, Moses e Iheanacho, amén del joven Sadiq Umar, pieza clave en Río y cedido este verano de la Roma al Bologna para que tenga una continuidad que en la capital no iba a encontrar.
La situación de los grandes ídolos futbolísticos de la ‘África Negra’ es la que es: Drogba en Canadá (Montreal Impact), Yaya Touré semiapartado por Guardiola, su hermano Kolo agonizando en el Celtic, Eto’o dejándose llevar en Turquía, el malí Seydou Keita en Catar (El-Jaish), el ghanés Asamoah Gyan en EAU (Al Ahli) y el togolés Emmanuel Adebayor sin equipo. Desolador.
Llegados a este punto lanzo una pregunta: ¿Quién tiene pensando asumir en África esta falta de liderazgo y de iconos motivada por el inexorable paso del tiempo?. La Copa África Gabón 2017 puede ofrecer respuestas, por lo pronto, los senegaleses Sadio Mané y Keita Baldé, el gabonés Aubameyang, los egipcios Elneny y Salah o los argelinos Mahrez y Slimani parecen figurar entre los principales candidatos, y sí, son todos ellos muy buenos, pero no son lo mismo.