Dicen que las grandes leyendas nunca tienen los finales que se merecen, quizás porque no estamos preparados para decirles adiós. Sin embargo, hoy el fútbol ha mostrado su peor cara ante una de las personas que más le ha dado. Italia no irá al Mundial, y Gigi no volverá a defender la camiseta de su país. Precisamente ese es el problema del tiempo: que es invencible. Y ha llegado su momento. Hoy es el día en el que cuelga los guantes con su selección, pero lo ha hecho de la manera más dura, dolorosa e injusta.
Mirar hacia una portería es pensar, automáticamente, en él. Porque no sólo es un jugador, ni siquiera es un capitán cualquiera. Él es mucho más. Es sentimiento, es magia, él es el fútbol encarnado en persona. Y quizás muchos me tilden de loca por decir que un portero representa este maravilloso deporte. Pero no me cabe duda de que la soledad y madurez de un guardameta hace que él pueda custodiar este título que nadie le ha dado, a pesar de que se lo merece como ningún otro.
Sus lágrimas hoy me partieron el corazón, y representaron las mías, las que recorrieron mi mejilla y la de todos aquellos que vieron como lloraba desconsolado por haber decepcionado a su país. Nosotros, de manera egoísta, lo hicimos porque Rusia no disfrutará de una de las estrellas más brillantes del firmamento futbolístico. Y eso es imperdonable. Porque él se merecía un final épico, a su altura, tal y como siempre ha demostrado. Qué mejor escenario que su último mundial con la ‘Azzurra’.
(Getty)
Cómo va a doler mirar hacia la portería italiana y ver que ya no está ahí, que el tiempo ha pasado, que todo ha cambiado. Y sí, la vida son etapas, pero muchas veces nos gustaría quedarnos acurrucados en una de ellas eternamente. Este es uno de esos casos. Y es que no sólo Buffon se merecía otro final, el fútbol también necesitaba seguir disfrutando del sueño de ver a uno de los mejores porteros de la historia en acción por última vez en la gran cita mundial. Sin embargo, los sueños, sueños son. Y hoy, con lágrimas en los ojos, decimos adiós a una de esas personas que, allá donde van, representan el fútbol.
Los niños tienen en él a un gran referente, a alguien que es persona por delante de jugador, y ese es su don. Y suerte la mía que algún día podré decirles a mis hijos que vi jugar a uno de los mejores porteros de la historia y pude aprender de él, como de pocas personas lo he conseguido en el fútbol.
Porque aquí se ha terminado tu viaje con Italia, Buffon, pero nunca dudes que una parte de nosotros, por muchos años que pasen, seguirá esperando volver a verte bajo los palos, con esa elegancia que te caracterizará hasta el fin de tus días. Gracias por haber hecho de Mundiales y Eurocopas, un escenario idóneo para poder disfrutar de ti y del fútbol como sólo tú sabes hacerlo. Hasta siempre, Gigi.
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