Hay una raza especial de futbolistas que no son de los que pregonan fidelidad a su equipo, ni tampoco permanecen mucho tiempo en ningún conjunto, pero cuando aparecen sobre el terreno de juego son decisivos. Se trata de soldados sin patria, o simples capitanes que dirigen su navío allá donde el viento parece más favorable, este es el caso de Felipe Caicedo, un goleador sin escudo.
Cuando pensamos en este jugador podemos pensar que ronda la treintena ya que llevamos muchos años escuchando su nombre y viéndole marcar goles, lejos de la realidad, tan solo tiene 26 años, pero lo hemos visto marcar goles por toda Europa e incluso en Asia.
Con tan solo 16 años fue internacional con Ecuador en un partido amistoso frente a Italia, su precocidad hizo que fuese fichado por el Basilea suizo, dado su juventud empezó a poner los mimbres para lograr a ser el delantero que navegando por medio mundo ha abordado un sinfín de porterías donde no ha dejado de llevarse su motín, el gol.
La siguiente temporada el joven Caicedo empezó a jugar con el primer equipo de Basilea, disputó 20 partidos y empezó a demostrar que sus cañones estaban listos para tratar de navegar en un bucanero de mayor envergadura.
Y en el horizonte apareció el Manchester City, un equipo que en ese momento no tenía nada que ver con el conjunto que es ahora, y es que Felipe sufrió en sus carnes lo que supuso la transformación faraónica del Manchester City, el cual en su primer año lejos de apostar por un joven valor como el que entonces militaba en sus filas ficho a hombres (y nombres) como Roque Santa Cruz, Emmanuel Adebayor y el mismísimo Carlos Tévez, Caicedo sabía y fue avisado que debía abandonar el barco del Manchester City, no habían suficientes timones para tantos corsarios.
Surcando el Océano Atlántico llegó a tierras portuguesas y se enroló en el proyecto del Sporting de Lisboa, como cedido, sin embargo la marea seguiría sin acompañar a este fiero goleador, y tras media temporada, se volvió a lanzar al mar en busca de un nuevo puerto, y desde Manchester el guiaron hacia aguas Malagueñas, donde atracó y siguió conquistando motines para jubilo de los espectadores de la Rosaleda, suya fue la asistencia del gol que certificó la permanencia del Málaga ese año en primera división, esta vez el mar fue justo con sus esfuerzo y trabajo.
Tras esta media temporada, volvió a la disciplina del Manchester City, pero siguieron sin darle la confianza que necesitaba para demostrar cuantos tesoros podía recabar para el conjunto inglés, y de esta forma in extremis con la última ola del mercado de fichajes, llegó a la ciudad de Valencia, para enfundarse la casaca del Levante U.D. y seguir su periplo hacia la costa del éxito y el reconocimiento, en aguas del Mar Mediterráneo hizo tantas presas como tuvo a su alcance, y celebró una cantidad de tantos que le hizo ser el máximo artillero del Levante U.D. en su primera temporada en el barco levantinista, además se hizo un nombre al ser reconocido como uno de los jugadores revelación de aquella temporada 2010-11, siendo uno de los piratas más temidos por las defensas rivales, no obstante el club granota necesitaba liquidez urgentemente y tras obtener en propiedad la ficha del corsario Caicedo por la cifra de 1 millón de euros, mercadeo con él.
Su aventura debía continuar, consiguió aportar una cantidad de oro considerable para las arcas del Levante U.D. si bien esta vez no fue en goles, si fue en dinero ya que el Lokomotiv de Moscú puso sobre la mesa 7,5 millones de euros, para que el joven Caicedo surcara la fría Rusia y navegase bajo su bandera, pero lo bien cierto es que en su aventura rusa, no fue respetado por las lesiones y no se consiguió aclimatar del todo, además las lesiones lo tuvieron en el dique seco impidiendo que surcara la áreas rivales con cierta regularidad.
Durante sus años en Rusia fue vinculado con varios equipos, entre ellos el Valencia C.F. pero finalmente su posible fichaje nunca llego a realizarse y siguió encallado en los helados puertos rusos. Finalmente un nuevo destino llegó con la marea, se trataba de un destino insólito para un jugador joven que aun tenia lo mejor por venir, el Al Jazzera, de los Emiratos Árabes Unidos, el cual liberó a Caicedo a cambio de 7 millones de euros, y lo puso rumbo a Asia, a cambio de una importante cantidad para el jugador (aproximadamente 3 millones de euros por temporada), lo cual fue duramente criticado por los dirigentes del Lokomotiv.
Tras un periodo en tierras árabes, Caicedo ansioso de buscar unos retos mayores como corsario del fútbol consigue rescindir su contrato con el Al-Jazeera.
Caicedo conocedor que sus mayores logros los ha conseguido en España, más en concreto en la costa, fija su rumbo a una nueva costa española, esta vez como jugador perico, defendiendo los colores a base de goles y su gran juego en el RCD Espanyol de Barcelona, convirtiéndose así en su octavo club profesional pese a su edad.
La competencia en Barcelona no es fácil, tiene como rivales a otros grandes corsarios como Sergio García, curtido en mil batallas, y al uruguayo Stuani el cual también goza de una amplia trayectoria, sin embargo la fortuna y su conocimiento de La Liga BBVA han ofrecido a Felipe Caicedo navegar a placer habiendo anotado 9 tantos en 21 apariciones, unos números que toman mucha más relevancia si tenemos en cuenta los minutos disputados, y es que el ecuatoriano ha conseguido celebrar un botín cada 121 minutos disputados haciendo estallar el estadio de Cornellá-El Prat.
Le resta todavía media vuelta del campeonato y tendrá el privilegio de disputar las semifinales de la Copa del Rey gracias a sus abordajes ante el Valencia C.F. y el Sevilla C.F. que han propiciado la clasificación para el conjunto blanquiazul.
Felipe Caicedo no atiende a banderas, no atiende a continentes, ni tampoco a colores, pero todo equipo que consigue enfundarle los colores goza de un jugador que conoce bien las redes de las porterías y cuyas ansias de lograr nuevos trofeos en forma de goles no tiene fin.
Alzira – Valencia - Melbourne, 1985. Profesor de profesión, articulista como forma de vida. Fútbol, boxeo, pedagogía, marketing y felicidad. Por donde voy me contagio de fútbol, y contagio a los demás. Doble o nada.
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