Después del Movimiento de Reforma, México y Estados Unidos iniciaron tratos comerciales entre ellos y Nuevo León se estableció como un punto neurálgico de dichos intercambios. La riqueza propiciada por la industria comenzó una “batalla” entre los negociantes por ofrecer los precios deseables y, entre los ciudadanos neoloneses, la disputa por obtener los mejores productos al costo más bajo. Se cubrió Nuevo León de una atmósfera de competitividad en donde sobresalir no es opción, es un compromiso. Tener el coche ideal, vivir en el sector más cómodo, ir a la mejor escuela, etc., son estímulos que llevan a ser de Nuevo León uno de los estados más ricos y con mejor educación del país.
Este espíritu de competencia se refleja en el aprecio y devoción que se tiene por el futbol. En la zona metropolitana de NL coexisten dos equipos que levantan pasiones como ningún otro en México. Tigres y Rayados mantienen los precios más altos por boletos en la Liga MX y son las únicas instituciones que presumen el 100% de ocupación de su estadio en todos sus juegos. Sin duda el amor más fiel que puede encontrarse en la nación del águila que devora a la serpiente.
Dicha enemistad se respira y vive día día con derby o sin él, mirando la tabla de la Liga y sintiendo un alivio cuando tu equipo se posiciona por delante del contrario. Luchar, ir hacia delante y no cesar, son características arraigadas en las entrañas de los regiomontanos que explotan cuando Tigres y Rayados se ven los rostros en el derby que genera más emoción en el norte de América.
El equipo que representa la tercer universidad más importante de México, Tigres, mueve a miles de aficionados cada semana recorriendo todas las sedes del futbol mexicano. Los Rayados de Monterrey presumen de ser dueños del recinto deportivo más hermoso de Latinoamérica.
Tigres es el vigente campeón de la Liga MX y subcampeón de la Copa Libertadores de América y Rayados es el líder del actual torneo. Sin duda, los dos más firmes candidatos al título azteca se miden este sábado en la edición 106 de esta histórica hostilidad que trasciende un campo de futbol y que se transpira en cada uno de los habitantes del estado más competitivo de México.