La final del Eurobasket femenino entre España y Bélgica fue un relato de dominio, ilusión y, finalmente, de incredulidad. Lo que debía ser una noche de consagración para la selección española terminó convertido en una de esas páginas negras que el deporte, a veces, se empeña en escribir con tinta indeleble.
España lo tuvo todo para ganar. Durante 36 minutos, las de Miguel Méndez firmaron un baloncesto sólido, colectivo y valiente, llegando a dominar por 12 puntos a falta de cuatro minutos (63-51). La defensa funcionaba, el ataque encontraba soluciones y la grada ya saboreaba el oro. Pero el baloncesto, como la vida, no entiende de méritos sino de aciertos y errores en el momento justo.
El desenlace fue cruel, casi inverosímil. Bélgica, con el temple de las campeonas y la fe de quien no tiene nada que perder, encadenó un parcial de 2-16 en los últimos compases. Un triple de Allemand a 17 segundos del final encendió todas las alarmas. Entonces, el destino se disfrazó de pesadilla: una pérdida de Mariona Ortiz en el peor momento permitió la bandeja de Delaere, y en la última posesión, los nervios traicionaron a Raquel Carrera, que cometió pasos. El oro, que parecía colgado ya del cuello de las españolas, se esfumó entre errores propios y aciertos rivales.
No hay consuelo para una derrota así. El Pabellón de la Paz y la Amistad de El Pireo se convirtió en testigo de un naufragio inesperado, de esos que duelen porque la gloria estaba al alcance de la mano. Las lágrimas de las jugadoras españolas no eran solo de tristeza, sino de impotencia por haber rozado la perfección y perderlo todo en un suspiro.
Sin embargo, esta plata tiene un valor incalculable. Porque España demostró que, pese a la renovación y las dudas, sigue siendo una potencia europea. Porque fue superior que Bélgica durante la mayor parte del partido y porque, aunque el desenlace sea amargo, el futuro se escribe con nombres que ayer se ganaron el respeto del continente.
A veces, el deporte es así de cruel. Pero también es así de grande. Y solo quien cae desde lo más alto sabe lo que cuesta volver a levantarse. España lo hará, porque este equipo ya ha demostrado que sabe soñar… y también sabe luchar.
