Joel SIERRA – Se inhalaba ilusión y se expiraba entusiasmo. El ambiente era propio de una eliminatoria de mayor igualdad y necesitada de una remontada épica. Sin embargo, el Torino simplemente recibía en la tercera ronda previa de la Europa League al actual colista de la liga sueca y lo hacía con un colchón de 0-3 traído desde Estocolmo que despojaba de toda emoción al partido de vuelta. Nadie estaba allí por el mero juego.
Regresar al escenario continental después de dos décadas es prácticamente igual que alcanzarlo por primera vez aunque el cuadro granata tuviese un interludio anecdótico en 2002 con la disputa de la Intertoto y haya vuelto a Europa gracias a la descalificación del Parma en los despachos. Las sensaciones son semejantes sino idénticas. Los 23.000 tifosi que copaban las gradas del Olímpico estaban allí, precisamente, por las inmensas ganas de volver a ver y a disfrutar de un Torino europeo después de veinte años de exilio forzoso. Estaban allí para revivir un debut de los suyos. Un debut simbólico que para muchos era completamente real.
El Brommapojkarna no fue rival, como indica el 7-0 del global, pero el Toro, henchido de orgullo, no se otorgó una tregua ni desaprovechó una oportunidad perfecta para congraciarse todavía más con una afición entregada totalmente a la causa. Asimismo, Giampiero Ventura sabe que, en un verano repleto de nuevos fichajes, tiene que trabajar en cada encuentro para buscar soluciones y potenciar la asimilación de conceptos de cara a una temporada que se antoja larga y exigente.
Pese a la salida de Immobile rumbo a Alemania y a que el futuro de Cerci continua siendo una incógnita que va camino de convertirse en uno de los culebrones del verano en Italia, el club piamontés ha sabido reforzarse en calidad y cantidad. El Torino ha aumentado el nivel medio de la plantilla con nada más y nada menos que once caras nuevas aunque todavía está por ver si es capaz de superar con nota el mayúsculo reto de sostenerse sin su pilar goleador durante la temporada pasada y con el segundo de ellos tambaleándose. “Si Cerci quiere irse, no tiene sentido retenerlo”, ha declarado sin cesar el presidente Cairo en los últimos días. Quien sí parece, en cambio, que continuará ligado al club es el otro mundialista, Matteo Darmian.
Entre las numerosas incorporaciones -que podrían ser una o dos más antes del cierre de mercado dependiendo de la salida o no de Cerci- se encuentran nombres de experiencia y caché dentro de las fronteras transalpinas como Quagliarella, Nocerino y Molinaro; jóvenes con proyección como Gastón Silva, Benassi o Josef Martínez; o jugadores ya hechos y provenientes de otras ligas como Rubén Pérez o Sánchez Miño. Sangre italiana y latinoamericana para el nuevo proyecto.
Las novedades son múltiples pero exclusivamente nominales. La idea, el espíritu y las bases continuarán siendo las mismas que llevan haciendo crecer a la sociedad desde la llegada de Ventura al banquillo hace cuatro años, cuando el desventurado y viejo Toro penaba por los campos de Serie B. Esto es: crecimiento sostenido, mezcla de humildad y ambición y personalidad desde el orden táctico.
Premisas innegociables que el RNK Split, tras eliminar al Chornomorets ruso, querrá poner en entredicho. El sorteo de la última ronda previa a la fase de grupos ha sonreído al Torino que se enfrentará al cuarto clasificado de la pasada liga croata. Un rival, a priori, accesible que cuenta con el ex del Sporting de Gijón, Mate Bilic, como jugador más reconocido. Además de ello, un viaje cómodo y la vuelta en casa no hacen pensar otra cosa que no sea que el Toro será uno de los participantes de la Europa League 2014/2015 con todas las de la ley.
Por su parte, Ventura, para quien deleite es sinónimo de progresión, trabajo y victoria, pone los pies en el suelo y avisa desde su cautela habitual: “Solamente si mantenemos el perfil bajo y el esfuerzo constante del curso pasado podremos disfrutar y hacer que nuestra gente se divierta”. Partido a partido. El veterano técnico sabe lo que se dice. En el Toro hay hambre de Europa pero la mejor forma de saciarla, veinte años después, es afrontar cada choque como si fuese el último. Sin gula, sin prisa, masticando bien, evocando el sabor olvidado y paladeando cada bocado desde el aperitivo. Desde el RNK Split.
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