Cuando Orlando Galo aún no había cumplido los 9 años tomó una decisión que le cambió la vida. Con una determinación impropia para un crío de su edad, decidió abandonar el nido y marcharse en búsqueda de su sueño. Orlando era uno de los miles de niños que ansiaban jugar al fútbol de manera profesional como una vía para salir de Costa Rica y tener una vida mejor. Nacido en Jacó de Garabito, cuando a Orlando le preguntaban qué quería hacer de mayor, siempre contestaba que jugar un Mundial. Hoy, Orlando Galo no está en Qatar, con toda la expedición de Costa Rica, cuando el seleccionador confiaba ciegamente en él. Orlando, que ha demostrado motivos futbolísticos sobrados para conformar un puesto en la nómina tica, se ha quedado en casa, suspendido por dopaje, tras no pasar un control en septiembre en un fallo que se oficializó el mes pasado.
Orlando Galo nació en Costa Rica, aunque sus padres son de Nicaragua. Admite que vivió una infancia feliz, aunque la suya fuera una familia modesta que no podía darse lujos, y que de pequeño deseaba poder ganar dinero para regalarle un coche a su padre, ese que siempre le acompañaba a los entrenamientos y le tenía que llevar caminando de un lado para otro o en ocasiones gracias a coches que algún amigo le prestaba.
Cuando tenía ocho años, el Alajuelense, equipo del distrito de Alajuela, muy cercano a la capital del país, San José, se interesó por sus servicios. Tal era el ímpetu que tenía el equipo en firmarle, que entre todos tuvieron que buscar una fórmula para que el chico pudiera ir a entrenar. Alajuela y Jacó de Garabito están a unas dos horas de distancia de trayecto en coche, y el problema ya no solo era tener que ir y venir casi a diario de un lado para otro, sino que la familia no disponía de un coche para poder llevar al muchacho a entrenar. José Francisco Miranda, un padre de familia que sabía de la situación, se ofreció como voluntario para acoger a Galo en su casa y criarle como su propio hijo. Todos aceptaron y Orlando Galo pasó a tener dos familias. Allí se crio con Joseph Miranda, el hijo de la familia, que tenía su misma edad, y a quien acabó considerando su hermano de sangre.
Nada más cumplir los 17 años, Orlando Galo cumplió el primero de sus sueños: debutar en Primera División. Lo hizo con el club que le había visto crecer, y en la grada se emocionaron viéndolo juntas sus dos familias. Entonces, Galo había pasado los primeros ocho años de su vida con su familia de sangre y los últimos nueve, esos que recordaba más y en los que había adquirido el uso de la razón, con su familia adoptiva.
Galo ha sido siempre un jugador duro, expeditivo, a veces considerado sucio. Va al corte sin contemplaciones, aunque no se le reconoce mala fe, por mucha dureza que imponga a los duelos. Empezó su formación jugando como lateral y se podía mover bien por los dos perfiles, pero con el paso del tiempo y, sobre todo, en la selección, ha adquirido un papel importante jugando en la posición de seis, siendo un pivote de marca desde hace unos pocos meses.
Cuando cumplió la mayoría de edad, pasó a formar parte del Herediano, equipo en los últimos cinco años había ganado cuatro campeonatos y estaba en un gran momento de forma reciente, recortándole a pasos agigantados a Deportivo Saprissa y al propio Alajuelense en la clasificación histórica de títulos del país. Nada más llegar, conquistó el Apertura de 2019 y se posicionó como uno de los talentos jóvenes del país. Le llegaron entonces ofertas de Bélgica y la MLS, pero no se llegaron a concretar.
2021 fue para él un año dorado, logrando otro campeonato con su club y debutando, al fin, con Costa Rica. Fue entonces cuando se asentó en una posición en la medular y cuando terminó explotando de manera definitiva. Galo acababa de cumplir los 21 años cuando se puso por primera vez la camiseta de La Sele, y se postuló como el principal candidato al relevo generacional que no tardarán en dejar los Celso Borges o Tejada. De hecho, para Luis Fernando Suárez, el seleccionador, ha contado muchísimo y ha jugado ocho de los nueve partidos de fase de clasificación en los que ha estado convocado desde que debutara en octubre del año pasado. Solo se perdió tres, siendo dos por lesión y uno por decisión técnica, ante Estados Unidos.
Pero si 2021 fue idílico, 2022 está siendo para olvidar. Concretamente los últimos meses. Y es que mientras Galo se hacía un sitio y un nombre en el fútbol centroamericano y llamaba la atención de algunos clubes europeos, su vida personal iba a dar un vuelco total. Orlando Galo estaba en el vestuario, cambiado, dispuesto a jugar el partido de Supercopa de Costa Rica contra el CS Cartaginés cuando le llegó un mensaje al móvil: “Tu hermano ha muerto”. El mensaje venía de un tío de su familia adoptiva. Joseph Miranda, el hermano con el que había crecido como si fuera de su misma sangre y que tenía su misma edad, había muerto en un accidente de tráfico. Cuenta Orlando que no pudo leer más cuando en el vestuario leyó aquellas primeras palabras en el mensaje que le había mandado un tío y que en el césped le dijo a los compañeros lo que acababan de informarle. Aquel día, Galo jugó de central en una posición de bastante libertad y el Herediano ganó el título de una manera relativamente fácil.
Pero su 2022 aún le tenía que traer una desgracia más. En el último stage con la selección de Costa Rica, antes de la convocatoria oficial del Mundial, La Sele jugó un doble amistoso en el que el seleccionador repartió los minutos. Fue el pasado septiembre y primero jugaron ante Corea del Sur y más tarde ante Uzbekistán. Galo no jugó el primer envite, pero sí el segundo. Fue, en cambio, el partido ante los surcoreanos, el que le ha cambiado la vida futbolística. Tras el duelo, la FIFA realizó controles a 15 jugadores ticos y el de Orlando Galo ha terminado siendo positivo. La FIFA lo informó a finales de octubre, cuando Orlando ya tenía prácticamente la maleta para Qatar hecha. “De no haber sido por el doping, Orlando Galo estaría seguramente con nosotros”, señaló el seleccionador cuando dio la nómina oficial de jugadores. “Solo espero que se aclare pronto y le deseo lo mejor”, apuntaba.
Orlando Galo ha dado positivo en una sustancia prohibida conocida como clostebol, que es un anabolizante no permitido por la Agencia Mundial Antidopaje porque se suele utilizar para mejorar el rendimiento físico, aunque también tiene aplicaciones para curar y cicatrizar heridas cutáneas. Aunque aún no hay una versión oficial y el jugador está suspendido de forma cautelar desde el pasado 22 de octubre, su situación tiene mal aspecto si tenemos en cuenta que la propia FIFA sancionó a los hondureños Wisdom Quaye y Sergio Mendoza con 18 meses de suspensión y, el caso más reciente, el del delantero salvadoreño Erik Rivera, se ha cerrado con cuatro años de inhabilitación. Desde Costa Rica, varios periodistas cercanos a la entidad se han pronunciado afirmando que el positivo se debe a una pomada para el acné que el jugador de 22 años estaba empezando a utilizar como tratamiento. Sea como sea, el proceso se antoja largo y tedioso y la única certeza es que, 14 años después de abandonar su casa, Orlando Galo se ha quedado a las puertas de cumplir su sueño de la infancia. No estará en el Mundial de Qatar.
Imagen de cabecera: Getty Images
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