Muchos suspiran por pasar una sola noche con ella. El Real Madrid ya ha vivido quince anocheceres a su lado. Suena fácil y hasta rutinario, pero el dato es una auténtica barbaridad: 15 Champions League. No pierde una final desde que lo hiciera en el 1981 ante el Liverpool, cuando ni siquiera existía la nomenclatura con la que conocemos la competición a día de hoy. Algo que las nuevas generaciones ni siquiera sospechan; los blancos han jugado desde entonces nueve finales y todas se las ha llevado en su bolsillo. Solo conocen la conjugación de un verbo: ganar.
La temporada del Real Madrid se presentó con el insólito aterrizaje de Bellingham – traducido en números -, pero también con diversas bajas que implicaron perder piezas fundamentales. La más llamativa, probablemente, fue la de Courtois; estando al mejor nivel de su carrera. Sin su guardameta y sin el noveno dorsal que antes vistió Benzema; el Real Madrid perdía dos grandes pilares de las áreas. De la oscuridad se erigió Lunin, siendo una de las claves de esta Champions. Que nadie se olvide de que, mínimo, una asa de la orejona le pertenece. La otra es de un excelso Toni Kroos, que se va a marchar por todo lo alto y sin recordar lo que es fallar un pase. El Madrid lo ha hecho con un ataque repartido entre sus diferenciales fichas ofensivas, con evidentes individualidades, pero con un entendimiento colectivo sustancial. El conjunto de Carlo Ancelotti ha sabido amoldarse a los imprevistos y circunstancias, así como adaptarse en distintos contextos del juego, interpretando los ajustes y las necesidades para seguir avanzando hasta Wembley.
El epicentro de este tsunami balompédico, que arrasa de nuevo en Europa, es el técnico italiano, que si algo ha hecho a la perfección es comprender y gestionar a su grupo. Esa sensación de protección que ha armado la confianza y creencia de sus jugadores. Ceja, chicle y eleganza. Un modus operandi que suma ya 13 títulos, y que está a tan solo uno del récord que ostenta Miguel Muñoz como el entrenador con más títulos en la historia del club. Con este equipo las hemos visto de todos colores. Y sobre todo, de blanco. Superioridad, resistencia, épica y mística. Fenómenos paranormales que escapan de toda lógica. Hasta un actor secundario puede ser protagonista. Sino que le pregunten a Joselu y a su reivindicación de la figura del 9 de toda la vida. A este equipo no le tiemblan las piernas ni le escuece la etiqueta de favorito de su traje. Te cantan que les queda historia por hacer, aunque se sepan de memoria toda la que ya han hecho. El Real Madrid no cree en el minimalismo, no le importa tener los trofeos amontonados en las vitrinas. Nunca tienen suficiente, pedirán otra noche. Una más, de las que son inolvidables.