Son años claves para el fútbol italiano. Tras el hundimiento de los últimos tiempos, después de la explosión de la burbuja noventera y el escándalo de Calciopoli, el campeonato transalpino ha avanzado en una lenta pero acusada decadencia. Pese a la desastrosa coyuntura, los últimos -discretos- éxitos deportivos y el retorno de la inversión en los grandes clubes -con la llegada de jugadores importantes este verano- han despertado la ilusión de una recuperación.
No obstante, y como han demostrado otras ligas como la Premier inglesa o la Bundesliga alemana, es importante realizar una gran labor de imagen y marketing para permitir que el crecimiento sea real, los cimientos estables y retomar el buen camino. O al menos algún camino.
En ese sentido, sin embargo, no podía haber comenzado peor la nueva temporada del fútbol italiano. Por octava vez el trofeo de la Supercoppa se disputó fuera del país, por cuarta vez en China, por primera en Shanghai. Un viaje de 22.000 kilómetros, siempre polémico por las fechas y el innecesario esfuerzo, que esta vez se vio aderezado por otros elementos que dejaron, de nuevo, en muy mal lugar a la Lega Calcio.
El Shanghai Stadium se encontraba en condiciones deplorables para jugar al fútbol, con casi todo el terreno deteriorado tras los numerosos conciertos allí realizados. Ni siquiera los trucos realizados antes del partido sirvieron para disimularlo. A esto se unieron las difíciles condiciones meteorológicas: el tifón Soudelor que se acercaba por la costa este -y que ha dejado varias víctimas en Taiwan- provocó un viento que hacía muy difícil disputar el partido.
El perjuicio para los propios equipos y futbolistas fue evidente en un encuentro en el que la Juventus, vencedora de Serie A y Coppa Italia, y la Lazio, subcampeona del torneo copero, apenas pudieron desplegar sus virtudes. Sin rodaje físico, con el cansancio del viaje y estos condicionantes externos, el espectáculo y los disparos a portería brillaron por su absoluta ausencia.
Y no solo, puesto que los espectadores también se vieron perjudicados directamente. La realización del partido para la televisión, transmitida en Italia por la RAI -si bien, como insistieron constantemente, la dirección era cosa de la Lega y del organizador china- fue desastrosa. Planos de cámara imposibles, repeticiones fuera de lugar incluso cuando el balón en directo estaba en el área, jugadas perdidas, incluso un cronómetro en el cada segundo duraba más de un segundo. De hecho, el primer tiempo acabó en el minuto 43:30.
En lo estrictamente futbolístico, la renovación generacional de la Juventus ha comenzado con buen pie. Mario Mandzukic, auténtico experto en Supercopas -ya había ganado y anotado en Croacia, Alemania y España-, único titular de entre los recién fichados, anotó el primer gol de cabeza y Paulo Dybala hizo poco después el segundo. Con el 3-5-2 bien anclado, la Juventus no sufrió en ningún momento ante una Lazio que se mostró cansada y sin ideas. La séptima Supercoppa de la Juventus, tercer título con Allegri con el banquillo y un inmejorable inicio de nueva temporada para los bianconeri.