El fútbol, en realidad, es mucho más que un simple deporte. Mucho más que 22 jugadores, que intentan anotar en 2 porterías, es mucho más que regates, entradas, goles y polémica. Es muchísimo más, pero tienes que estar dispuesto a ver más allá, abrir los ojos, tener la mente abierta, y dejarte llevar. Hay muchas cosas que envuelven al balón, como pueden ser emociones, lucha, respeto y valores.
En los últimos meses, dentro del planeta fútbol, se ha demostrado. Y es que todo el mundo que ama este deporte, por encima de sus posibilidades, ha apoyado a un guerrero que ha sufrido un cáncer, y ha podido con él. Un guerrero que ha ganado el partido más importante de su vida, con el apoyo de muchos. Hemos metido un gran gol al cáncer.
El pasado 23 de Diciembre, Jose Urrutia, presidente del Athletic Club de Bilbao informó de que Yeray sufría cáncer testicular. Una terrible noticia, que se extendió tan rápidamente como se nos congeló el alma y el corazón, llenos de rabia y tristeza, al leer y escuchar esas palabras tan poco agradables. Pese a estar congelados, nos unimos entre todos, como una gran familia, y dimos nuestros ánimos al joven y valiente jugador de Barakaldo. La batalla no había hecho más que comenzar.
Diferentes clubes de distintos países se unieron para sumar fuerzas, miles de jugadores, técnicos y aficionados que entregaban un pedacito de su alma a Yeray, para luchar con más fuerza por aquel partido que tantas personas no han podido ganar.
Unos días más tarde, Yeray fue intervenido con éxito en el Hospital de Cruces, y nuestros corazones empezaban a descongelarse poco a poco, con el calor de la seguridad que nos acogía, nuestro guerrero estaba a salvo, habíamos ganado el partido, todos juntos.
Como el sol que se asoma por la colina, regalando los primeros rayos de luz que nos dan vida, esa noticia nos llenó de tranquilidad. Esa sensación de saber que todo está bien, que la tormenta ya había pasado, y ahora tocaba celebrar, ahora tocaba ser feliz, tocaba volver a hacer lo que más le gustaba, pisar y respirar el verde césped de San Mamés, que le iba a acoger y mimar una vez más, en una ocasión muy especial, la vuelta del guerrero, la vuelta del más valiente guerrero.
Esa ocasión iba a llegar este fin de semana, ante el Sporting de Gijón, Yeray volvía a la convocatoria, volvía a casa. Llegaba el momento que siempre llega después de una lucha, la recompensa. Yeray volvía a San Mamés, que le recibía como se merecía, y pese a no jugar, pudo volver a estar donde más le gusta, en el campo de batalla habitual de ese guerrero, que desde los 13 años, defiende en escudo del club que ama, con la garra de un auténtico león.
Son estas cosas las que realmente no me hacen dudar de que el fútbol es mucho, muchísimo más que un deporte. En esta ocasión, el fútbol ha funcionado como eco, que ha hecho llegar a millones de oídos que un guerrero necesitaba ayuda, y hemos sido todos uno.
Que el balón siga rodando, que no pare, mientras eso siga así, seguiremos viviendo preciosas historias como esta.
Que siga rodando, que no pare.